¿Huida o salida de nuestra juventud?
MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 4 de agosto de 2014 12:00 AM
El éxodo hacia otros países en búsqueda de una estabilidad creable se ha convertido en la efectiva "salida" de jóvenes, y de los no tanto, para optar por una ruta de progreso integral. El egresado de "una buena" universidad confronta un aterrador vacío profesional al hacerse reo del ostracismo oficial. Médicos e ingenieros, por citar dos ramas de la instrucción, son contratados desde el exterior apenas colocan un pié fuera de sus aulas. No se trata pues de unahuida cobarde como juzgan los radicales del régimen, que son casi todos, sino un recurso digno de salida negado en Venezuela.
Los oficialistas creen soslayar la crisis abrigándose en una falsa premisa que provee felicidad a todos. Nada más lejos. La dádiva populista se esfuma no obstante el dispendio de los dólares que quedan en arcas. ¡Si se acaban, no importa!; la revolución pedirá más anticipos hipotecantes "donde sea" aunque se hinche la inmensa deuda del país. Así pues el gobierno no tiene tiempo para ocuparse del "detallito tonto" de los púberes exilados.
El recién graduado percibe que en Venezuela se cabalga de espaldas hacia futuro. No pueden constreñirlo a transitar un desigual camino instituido por el atraso y la ignorancia. Se va porque advierte cómo el régimen mutila sus últimos días del presente. Por su parte los estudiantes que toman las calles exigiendo un futuro viable son brutalmente reprimidos y encarcelados. ¿No será que se busca su destierro como fórmula para lograr la paz revolucionaria?
Un creciente número de jóvenes paga con su mermado estándar de vida la pauperización de la política. Entendiendo por pauperización una condición que frena la toma de decisiones congruentes con el actual desarrollo científico y social. Ya está forjada la idea que en Venezuela no existen alternativas de ascenso sobre las cuales el joven pueda optar. Oficialistas perturbados por el atraso, sin quitar la vista de sus aparejos electrónicos viendo "cualquier cosa", levantan ambas manos para aprobar leyes superadas por el desarrollo. ¿Han discutido alguna vez el petitorio de nuestros jóvenes?
El estudiante de primaria o bachillerato siente truncada su formación por decreto gubernativo pues ascenderá de grado aunque sólo haya cursado la mitad del pensum. ¡Fuera las matemáticas y las ciencias! La revolución es en sí misma una falseada categoría social que niega el presente para inscribirse en el ilusorio camino del paraíso revolucionario. No existe tal paraíso sino un férreo control sobre todo ámbito social. Esa aciaga visión incita al joven a razonar como escatólogo; entendiendo por escatología la limitación mística del principio y fin de los tiempos.
Estudios realizados por el profesor e investigador de la Universidad Simón Bolívar, Iván de La Vega, luego de las elecciones presidenciales del 7-O-2012 en las que resultó triunfador Hugo Chávez, determinaron que el porcentaje de venezolanos que expresó su deseo de vivir en otro país, si tuviera la oportunidad de hacerlo, se ubicó entre el 58 y 65%. Se estima que hay un millón de coterráneos en condición de autoexiliados.
¡No señor Maduro!; no es recluyéndolos ni bajo el rolo policial cómo nuestros jóvenes pueden vislumbrar un futuro provechoso para él y, sobre todo, para el país. No le pida que evadan sus ideas sorteando los conflictos con represión. Tampoco que soporte este desbarajuste con la esperanza que algún día llegará la redención igualitaria. El régimen prosigue su política de terror sin considerar que después de la caída del muro de Berlín, el miedo ha dejado de ser un buen caldo de cultivo para sostenerse en el poder y, por contrario, siempre concluye en escenarios infaustos.
La figura del látigo y terrón de azúcar para premiar a los "conformes" y reprimir a "los otros" tiene las "patas cortas". El pueblo sabe que el Apocalipsis es utilizado por los corruptos para llenar cajas y vaciar entendimientos. Basta oír al mismísimo Giordani para entender de qué se trata esta trama que lleva 15 años usufructuando una fantasía que hunde al país mientras se enriquecen unos cuantos. ¿Y nuestros estudiantes? ¡No importa; en las cárceles!
Los oficialistas creen soslayar la crisis abrigándose en una falsa premisa que provee felicidad a todos. Nada más lejos. La dádiva populista se esfuma no obstante el dispendio de los dólares que quedan en arcas. ¡Si se acaban, no importa!; la revolución pedirá más anticipos hipotecantes "donde sea" aunque se hinche la inmensa deuda del país. Así pues el gobierno no tiene tiempo para ocuparse del "detallito tonto" de los púberes exilados.
El recién graduado percibe que en Venezuela se cabalga de espaldas hacia futuro. No pueden constreñirlo a transitar un desigual camino instituido por el atraso y la ignorancia. Se va porque advierte cómo el régimen mutila sus últimos días del presente. Por su parte los estudiantes que toman las calles exigiendo un futuro viable son brutalmente reprimidos y encarcelados. ¿No será que se busca su destierro como fórmula para lograr la paz revolucionaria?
Un creciente número de jóvenes paga con su mermado estándar de vida la pauperización de la política. Entendiendo por pauperización una condición que frena la toma de decisiones congruentes con el actual desarrollo científico y social. Ya está forjada la idea que en Venezuela no existen alternativas de ascenso sobre las cuales el joven pueda optar. Oficialistas perturbados por el atraso, sin quitar la vista de sus aparejos electrónicos viendo "cualquier cosa", levantan ambas manos para aprobar leyes superadas por el desarrollo. ¿Han discutido alguna vez el petitorio de nuestros jóvenes?
El estudiante de primaria o bachillerato siente truncada su formación por decreto gubernativo pues ascenderá de grado aunque sólo haya cursado la mitad del pensum. ¡Fuera las matemáticas y las ciencias! La revolución es en sí misma una falseada categoría social que niega el presente para inscribirse en el ilusorio camino del paraíso revolucionario. No existe tal paraíso sino un férreo control sobre todo ámbito social. Esa aciaga visión incita al joven a razonar como escatólogo; entendiendo por escatología la limitación mística del principio y fin de los tiempos.
Estudios realizados por el profesor e investigador de la Universidad Simón Bolívar, Iván de La Vega, luego de las elecciones presidenciales del 7-O-2012 en las que resultó triunfador Hugo Chávez, determinaron que el porcentaje de venezolanos que expresó su deseo de vivir en otro país, si tuviera la oportunidad de hacerlo, se ubicó entre el 58 y 65%. Se estima que hay un millón de coterráneos en condición de autoexiliados.
¡No señor Maduro!; no es recluyéndolos ni bajo el rolo policial cómo nuestros jóvenes pueden vislumbrar un futuro provechoso para él y, sobre todo, para el país. No le pida que evadan sus ideas sorteando los conflictos con represión. Tampoco que soporte este desbarajuste con la esperanza que algún día llegará la redención igualitaria. El régimen prosigue su política de terror sin considerar que después de la caída del muro de Berlín, el miedo ha dejado de ser un buen caldo de cultivo para sostenerse en el poder y, por contrario, siempre concluye en escenarios infaustos.
La figura del látigo y terrón de azúcar para premiar a los "conformes" y reprimir a "los otros" tiene las "patas cortas". El pueblo sabe que el Apocalipsis es utilizado por los corruptos para llenar cajas y vaciar entendimientos. Basta oír al mismísimo Giordani para entender de qué se trata esta trama que lleva 15 años usufructuando una fantasía que hunde al país mientras se enriquecen unos cuantos. ¿Y nuestros estudiantes? ¡No importa; en las cárceles!
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