Los agricultores de Estados Unidos presionan para negociar abiertamente con Cuba
Un vendedor ambulante en La Habana.YAMIL LAGEAFP
No solo en Miami empresarios cubanoamericanos están mirando hacia su isla natal como un escenario de nuevas oportunidades, a la luz del deshielo entre La Habana y Washington. En la capital estadounidense el mundo político se pregunta qué hace Cuba comprando leche a Nueva Zelanda.
"Me he enterado que los cubanos están importando leche en polvo desde Nueva Zelanda, al otro lado del mundo. ¡Increíble!, cuando aquí en Estados Unidos nos sobra la leche en polvo", ha dicho el senador demócrata Dick Durbin esta semana en el pleno de la cámara alta. A Florida le separan de Cuba poco más de 150 kilómetros.
Lo que el senador refleja es la nueva dinámica que se ha introducido en las relaciones entre los dos países. Una dinámica que se está moviendo mucho más rápidamente que los contactos diplomáticos entre los dos países y exige una premura que la diplomacia no despliega.
El 17 de diciembre, ambos gobiernos anunciaron el próximo reestablecimiento de relaciones diplomáticas a nivel de embajadores, pero hasta hoy solo hubo un encuentro de dos días el mes pasado en La Habana y todavía no se ha fijado una fecha para la próxima reunión.
Para ello, los granjeros se han agrupado en la 'Coalición Agrícola por Cuba', posiblemente el mejor grupo de presión que ha surgido en las últimas semanas en Estados Unidos para normalizar la relaciones entre los dos países. Después de todo, desde que el año 2000 el entonces presidente Bill Clinton incluyó a Cuba en un paquete de ayuda de emergencia al Caribe devastado por dos huracanes, ellos han negociado directamente con el régimen de los hermanos Castro y han transformado a Estados Unidos en el segundo socio comercial de su viejo adversario caribeño.
El lunes, el senado comenzó a escuchar opiniones sobre la nueva dinámica de las relaciones entre los dos países. Las audiencias fueron promovidas por el senador de origen cubano, Marco Rubio, presidente del subcomité de relaciones hacia Latinoamérica. Desde el primer momento Rubio impuso su opinión de que Washington al negociar el deshielo con La Habana perdió mucho más de lo que obtuvo. Pero en las sesión las opiniones estuvieron divididas. Incluso dentro de la oposición cubana.
El enfrentamiento fue diáfano. Algunos opositores, como la periodista independiente Myriam Leiva, llamada a declarar por Rubio que sufragó su desplazamiento desde La Habana, han resaltado la oportunidad del restablecimiento de los nexos entre los dos países, aunque con cierta cautela. "Debemos ver esto como algo que nos puede favorecer (a la oposición). Pero también hay que escuchar lo que tenemos que decir los que vivimos dentro de Cuba y no estoy tan segura que vaya a favorecer de inmediato a la población", ha dicho.
Rubio fue incisivo en su apoyo. "No puede haber comercio con un país que no respeta los derechos humanos de su gente. Es que no lo podemos hacer", subrayó, quizá olvidando que la China comunista es el mayor acreedor de Estados Unidos.
En West Palm Beach, al norte de Miami, el agricultor azucarero George Harrison, uno de los creadores de la 'Coalición Agrícola por Cuba', se mueve inquieto en la silla de su despacho. "Los cubanos producen azúcar pero no como antes. Pero la necesitan. El producto está aquí. Que Washington deje, de una vez, de poner trabas. Vamos a venderle a esa gente lo que quieren. Sin barreras", dice a ELMUNDO.es.
Pero a los empresarios, capitalistas al fin y al cabo, eso es un detalle de poca monta. Lo refleja el senador Durbin. "Lo que intentamos hacer no es solamente abrir la economía cubana a nuestra leche en polvo sino al poder de las ideas, al intercambio de ideas. Desplegar la creencia de que el pueblo cubano va a ver en nosotros un modelo de futuro y de que van a terminar girando alrededor de ese modelo", ha puntualizado.
Desde La Habana, por ahora, las señales son tenues. El presidente Raúl Castro ha dicho que no piensa ceder una ápice de su sistema. Incluso reclama la devolución de la Base Naval de Guantánamo, al este del país y bajo administración estadounidense, así como el pago de una indemnización por los daños provocados por el embargo, dos tópicos que serán muy difíciles de lograr y que, para los agricultores, tampoco no son un problema. "He viajado allí tres veces. Me han tratado como un rey. Ahora debe ser mejor, ¿no?", dice Harrison.
"Me he enterado que los cubanos están importando leche en polvo desde Nueva Zelanda, al otro lado del mundo. ¡Increíble!, cuando aquí en Estados Unidos nos sobra la leche en polvo", ha dicho el senador demócrata Dick Durbin esta semana en el pleno de la cámara alta. A Florida le separan de Cuba poco más de 150 kilómetros.
Lo que el senador refleja es la nueva dinámica que se ha introducido en las relaciones entre los dos países. Una dinámica que se está moviendo mucho más rápidamente que los contactos diplomáticos entre los dos países y exige una premura que la diplomacia no despliega.
El 17 de diciembre, ambos gobiernos anunciaron el próximo reestablecimiento de relaciones diplomáticas a nivel de embajadores, pero hasta hoy solo hubo un encuentro de dos días el mes pasado en La Habana y todavía no se ha fijado una fecha para la próxima reunión.
Los granjeros del medio oeste, protagonistas
Pero el sector privado, ávido de ampliar sus conexiones comerciales con la isla comunista ha empezado a moverse y a presionar a los políticos en Washington. Los protagonistas son los granjeros del medio oeste, a brazos con un excedente de producción que no logran enviar ni a China o Europa. Cuba es, para ellos, un terreno fértil en el cual confían pese al carácter autoritario de su gobierno, al control estatal de la economía y la minúscula iniciativa privada promovida por las autoridades locales que no termina de despegar.Para ello, los granjeros se han agrupado en la 'Coalición Agrícola por Cuba', posiblemente el mejor grupo de presión que ha surgido en las últimas semanas en Estados Unidos para normalizar la relaciones entre los dos países. Después de todo, desde que el año 2000 el entonces presidente Bill Clinton incluyó a Cuba en un paquete de ayuda de emergencia al Caribe devastado por dos huracanes, ellos han negociado directamente con el régimen de los hermanos Castro y han transformado a Estados Unidos en el segundo socio comercial de su viejo adversario caribeño.
Una esperanza para la gente de Cuba
"Acabar con el embargo económico no sólo abre nuevos mercados a la agricultura estadounidense sino que da una nueva esperanza a la buena gente de Cuba", enfatiza Roger Johnson, actual profesor universitario y que al ser comisionado de agricultura del estado de Dakota del Norte la década pasada, realizó varios viajes a la isla que redundaron en ventas millonarias de productos agrícolas. Cuando Clinton permitió las ventas el año 2000 impuso como condición de que se procesaran al contado y, desde entonces, Cuba ha pagado puntualmente sus compras. Johnson cree que eso es una credibilidad suficiente para negociar con la isla.El lunes, el senado comenzó a escuchar opiniones sobre la nueva dinámica de las relaciones entre los dos países. Las audiencias fueron promovidas por el senador de origen cubano, Marco Rubio, presidente del subcomité de relaciones hacia Latinoamérica. Desde el primer momento Rubio impuso su opinión de que Washington al negociar el deshielo con La Habana perdió mucho más de lo que obtuvo. Pero en las sesión las opiniones estuvieron divididas. Incluso dentro de la oposición cubana.
El enfrentamiento fue diáfano. Algunos opositores, como la periodista independiente Myriam Leiva, llamada a declarar por Rubio que sufragó su desplazamiento desde La Habana, han resaltado la oportunidad del restablecimiento de los nexos entre los dos países, aunque con cierta cautela. "Debemos ver esto como algo que nos puede favorecer (a la oposición). Pero también hay que escuchar lo que tenemos que decir los que vivimos dentro de Cuba y no estoy tan segura que vaya a favorecer de inmediato a la población", ha dicho.
Algunos critican que se deje fuera a la oposición cubana
Pero gente como Rosa María Payá, cuyo padre, el dirigente católico Osvaldo Payá Sardiñas, falleció en un accidente de coche hace tres años en circunstancias nunca aclaradas y en el cual estuvo involucrado el dirigente de Juventudes Populares, Ángel Carromero, se opone. Entre otras razones porque acusa a Estados Unidos de haber dejado de fuera a la oposición cubana en sus tratos con La Habana. "No hay respeto por la autodeterminación de la gente cubana cuando las negociaciones son secretas entre las élites, o cuando no hay mención alguna a una posible participación o representación de nuestra propia sociedad", ha afirmado ante el panel senatorial.Rubio fue incisivo en su apoyo. "No puede haber comercio con un país que no respeta los derechos humanos de su gente. Es que no lo podemos hacer", subrayó, quizá olvidando que la China comunista es el mayor acreedor de Estados Unidos.
'Tenemos un mercado al alcance de la mano'
Su colega Jeff Flake, un senador de Arizona tan republicano como Rubio, es más abierto: "Tenemos un mercado al alcance de la mano. Seria tonto soslayarlo", ha dicho. Flake fue uno de los artífices del deshielo al arrancar del Gobierno cubano la liberación de Alan Gross, el contratista estadounidense, de 67 años, condenado a 15 de cárcel por ir a Cuba a implementar una red de Internet orientada hacia la oposición y fuera del control del Gobierno local por cuenta de la Agencia de Estados Unidos de Ayuda al Desarrollo (USAID, por sus siglas en inglés).En West Palm Beach, al norte de Miami, el agricultor azucarero George Harrison, uno de los creadores de la 'Coalición Agrícola por Cuba', se mueve inquieto en la silla de su despacho. "Los cubanos producen azúcar pero no como antes. Pero la necesitan. El producto está aquí. Que Washington deje, de una vez, de poner trabas. Vamos a venderle a esa gente lo que quieren. Sin barreras", dice a ELMUNDO.es.
El fin del embargo necesita el permiso del Congreso
No será fácil. El embargo comercial estadounidense solo puede ser levantado con un permiso del congreso y, aparentemente, no existe todavía un consenso allí sobre eso. El martes, la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson ha admitido que la normalización con La Habana tardará aún algún tiempo, quizá años, ha dicho. Entre otras razones porque el historial de respeto por los derechos humanos sigue siendo un escollo monumental y la administración de Barack Obama se mantiene inamovible en esa reclamación.Pero a los empresarios, capitalistas al fin y al cabo, eso es un detalle de poca monta. Lo refleja el senador Durbin. "Lo que intentamos hacer no es solamente abrir la economía cubana a nuestra leche en polvo sino al poder de las ideas, al intercambio de ideas. Desplegar la creencia de que el pueblo cubano va a ver en nosotros un modelo de futuro y de que van a terminar girando alrededor de ese modelo", ha puntualizado.
Desde La Habana, por ahora, las señales son tenues. El presidente Raúl Castro ha dicho que no piensa ceder una ápice de su sistema. Incluso reclama la devolución de la Base Naval de Guantánamo, al este del país y bajo administración estadounidense, así como el pago de una indemnización por los daños provocados por el embargo, dos tópicos que serán muy difíciles de lograr y que, para los agricultores, tampoco no son un problema. "He viajado allí tres veces. Me han tratado como un rey. Ahora debe ser mejor, ¿no?", dice Harrison.
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