viernes, 27 de mayo de 2016

'Hemos aprendido a respirar bajo el agua'

'Hemos aprendido a respirar bajo el agua'

Antonietta Ledezma, hija del opositor venezolano Antonio Ledezma. Oslo, 25 de mayo de 2016. (DDC)
Antonio Ledezma, alcalde metropolitano de Caracas y una de las figuras más importantes de la oposición venezolana, lleva más de 15 meses en prisión domiciliaria e incomunicado. Aún no ha sido sometido a juicio.

Su esposa, Mitzy Capriles, y sus cuatro hijos denuncian incesantemente su situación y la de los demás presos políticos venezolanos, y exigen su liberación.
DIARIO DE CUBA habló en el Oslo Freedom Forum con Antonietta Ledezma, hija menor del líder opositor venezolano, sobre el proceso contra su padre, la crisis del país sudamericano y las opciones de la oposición.
¿Cómo es el día a día de un hombre con una proyección pública como la de Ledezma que es privado de su libertad e incomunicado?
Es muy duro, porque un hombre como Antonio Ledezma, que es la segunda autoridad civil del país, el alcalde metropolitano, es el único alcalde del mundo, de una capital, que está hoy día preso.
El único crimen que Antonio Ledezma cometió fue oponerse a esta dictadura. A mi papá lo pretenden silenciar, ya tiene un año y tres meses totalmente silenciado, totalmente incomunicado con el mundo, siendo un dirigente político y activo que ha dedicado su vida a la lucha por Venezuela, a la lucha por la democracia.
Han convertido nuestro hogar en una prisión. Nuestro hogar está totalmente tomado por el SEBIN [Servicio Bolivariano de Inteligencia] y por la policía. No lo dejan asomarse a una ventana, no lo dejan recibir luz del sol; no lo dejan, por supuesto, tener acceso a ninguna de sus redes sociales, que mi mamá se ha encargado meritoriamente de llevar.
Estamos totalmente grabados, absolutamente todo lo que se hable en mi casa está grabado por el SEBIN. Pero mi padre es un hombre con una fortaleza infinita, ha sabido crear una rutina que le ha permitido no desmoronarse en una situación tan crítica. Busca consuelo en la lectura y escribe mucho.
¿En qué situación se encuentra actualmente el caso de Ledezma desde el punto de vista jurídico?
Está en un limbo. Se suponía que debía realizarse una audiencia preliminar 45 días después de su arresto, pero se le vino a realizar un año después, cuando el fiscal del Ministerio Público pretendió acusar a mi padre de asociación para delinquir y conspiración. Todo un juicio político.
En Venezuela se usa el sistema legal para amedrentar, para asustar, para pretender silenciar. Estos dos cargos juntos tienen una pena de 26 años de cárcel. El juez no ha dado la cara porque hasta hoy no hay ni una sola prueba que respalde esas falsas acusaciones creadas por dos personas: el presidente Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
A mi papá no se le ha iniciado el juicio, que es su derecho como venezolano. Estamos en las manos de mercenarios que lastimosamente tenemos que llamar jueces y fiscales.
¿Cómo está tu padre de salud?
Hace un año se sometió a una operación porque le volvió a salir una hernia. El motivo fue que en el momento en que se lo llevan secuestrado lo hicieron de forma muy violenta y le repitió la hernia, que le había salido el año anterior.
Gracias a Dios, ya está totalmente recuperado de la operación, está de salud muy bien y con un espíritu y unos ánimos intocables. Mi papá es un roble y tiene claro que está haciendo lo correcto.
¿Cómo ha cambiado tu vida y la de tu familia desde que está detenido?
La dinámica familiar cambió rotundamente. Yo, como hija de un político, siempre tenía temor, más siendo hija de un opositor en una dictadura. Ese temor siempre estaba en que le fuera a tocar cárcel. Sabíamos que a los hombres y las mujeres que hoy en día en Venezuela se oponen a esta tiranía automáticamente los tiran tras las rejas.
Entonces, un día nos despertamos —ya lo veníamos sospechando, mi padre tenía 30 días siendo seguido, siendo acusado por el SEBIN—, y al final la pesadilla se convirtió en nuestra realidad.
Pero esto nos ha servido también para luchar por que lo que estoy pasando yo como hija, lo que está pasando mi madre como esposa, mis hermanos, no se repita en ningún lado del mundo. Esto nos ha unido enormemente como familia y hemos aprendido, como nuestro padre siempre nos ha dicho, a respirar bajo agua.
Hemos encontrado muchísima fortaleza espiritual, nos ayuda a seguir avanzando en este camino tan duro. Yo hoy sé, y digo con mucho orgullo, que soy hija de un preso político, y sé que mientras más oscurece está más cerca el amanecer en mi país.
¿Qué apoyo han recibido?
Internacionalmente hemos obtenido muchísimo apoyo, especialmente en países latinoamericanos, en España, Europa. El Parlamento Europeo se ha pronunciado mucho por apoyar a la oposición venezolana, porque no se puede tapar el sol con un dedo.
En Venezuela hay hoy más presos políticos que en Cuba y eso es algo que el Gobierno de Nicolás Maduro, el Gobierno chavista, no puede ocultar. En ese sentido, gracias a Dios, hemos tenido mucho respaldo y solidaridad internacional y venezolana. No pedimos lástima, sino solidaridad.
Enviaste una carta al expresidente José Mujica, ¿recibiste respuesta?
La verdad es que hasta el sol de hoy sigo esperando una respuesta. Yo había leído su libro [Una oveja negra al poder, de los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz]. Independientemente de ideologías no tan afines, él que fue un preso político. Me dirigí a él como la hija de un preso político.
Sé que es un político que de cierta forma respalda y ha respaldado lo que fue el Gobierno dictatorial del difunto Chávez, y ahora al dictador Maduro. Pero, irónicamente, días atrás el expresidente Mujica dijo que Maduro está loco como una cabra. Entonces, todavía sigo esperando respuesta.
He entregado la carta absolutamente a todos aquellos que yo pueda pensar que pueden hacérsela llegar. Sí creo que le habrá llegado. Estoy a la espera.
Mientras, sé que cumplí mi papel de venezolana. Seguiré haciendo lo que tenga que hacer y seguiré yendo a las instancias que tenga que ir, de la misma forma que mi madre, y seguiré escribiendo cartas hasta recuperar no solo la libertad de mi padre, sino la de Venezuela.
¿Conoces a las Damas de Blanco cubanas? ¿Crees que hay similitudes entre lo que están pasando ellas en la Isla y lo que están atravesando los opositores venezolanos?
Por supuesto que hay similitudes. La sociedad cubana y la venezolana tenemos más similitudes que nunca en nuestra historia. Ambas están sedientas de cambios, cansadas de ser oprimidas por gobiernos tiranos.
En Venezuela tenemos madres que han perdido hijos, que han perdido esposos, que tienen familiares injustamente tras las rejas o desaparecidos, y a quienes la justicia no ha sabido responder ni dar la cara.
Creo que es importante intercambiar testimonios entre la oposición cubana y la venezolana, ya que ambos países estamos viviendo —Cuba desde hace mucho más tiempo— básicamente lo mismo.
El Gobierno castrista cruelmente ha metido su mano en la dictadura venezolana, la dictadura que hoy ha destruido la economía venezolana y la sociedad de la misma forma que lo hizo en Cuba.
No nos comemos cuentos de diálogo, porque no se puede mediar con personas que han actuado tan cruelmente como lo han hecho los Castro y como lo ha hecho un Nicolás Maduro o un Diosdado Cabello.
La vida da muchas vueltas y, cuando nos toque a nosotros cobrar la justicia que nos ha faltado, les daremos una lección porque no lo haremos de la misma forma, con la impunidad que lo hicieron ellos con nosotros, sino por el camino de rectitud, porque estamos del lado correcto de la historia.
El chavismo ha dado todos los pasos que ha podido para recortar los poderes de la Asamblea Nacional y está haciendo también todo lo posible por evitar el referendo revocatorio de Maduro. ¿Qué salidas le quedarían a la oposición?
Nosotros no nos vamos a desviar, las únicas salidas que queremos son democráticas, cívicas y pacíficas. Vamos a seguir optando por el referendo revocatorio que nos toca, porque es lo que dicta la Constitución; vamos a seguir agotando todas las formas más pacíficas y democráticas posibles, no caeremos en el juego de ellos.
El pasado 6 de diciembre ganamos por mayoría la Asamblea. Ahora hay una confrontación de poderes. El Tribunal Supremo de Justicia quiere silenciar la Asamblea. No nos importa, esas son patadas de ahogados.
Sabemos que el Gobierno se siente totalmente acorralado, que el Gobierno siempre querrá decir que la oposición busca maneras violentas y anticonstitucionales para salir de esta dictadura, pero no hemos hecho sino tomar las calles de una forma pacífica y exigir lo que nos corresponde de una forma correcta, que es el referendo revocatorio contra Maduro.
De hecho, Maduro tiene que saber que tiene los días contados. Su período como mandatario no solo fracasó y llevó al país a la ruina, sino que ya está en su recta final.
¿Qué crees que mueve a Maduro, la venganza por el prestigio que ha ganado la oposición o el temor a los presos políticos como tu padre?
Creo que es un poco de las dos cosas. Maduro le tiene pavor al movimiento internacional que está atrayendo la oposición y que han venido consiguiendo Lilian Tintori [esposa del opositor preso Leopoldo López], mi madre y otros. Tienen terror porque el día en que ya no tengan poder saben que van a estar acorralados, no solo por la justicia venezolana sino por la justicia internacional.
La manera en que han venido procediendo en un país donde hay 100 presos políticos, donde hay una democracia parcial, donde no hay igualdad de oportunidades, solo demuestra a un Gobierno totalmente temeroso de una oposición fortalecida.
Ya no se trata de algo solo político. El 6 de diciembre veías a personas afines al Gobierno que iban a votar por la oposición, porque en Venezuela no hay una crisis, sino una catástrofe humanitaria.
De ahí, creo que el Gobierno a lo que más tiene miedo es a la reputación internacional que han perdido y a la unidad que en 18 años jamás se había visto en la oposición. Si hay algo de lo que puedo hablar con mucha propiedad es de que hoy en día estamos más unidos que nunca porque tenemos una causa en común, que es tener de vuelta a nuestro país. Pretenden arrebatárnoslo, pero no lo vamos a permitir.
Mi madre va de regreso a Venezuela. Sé que a su llegada al aeropuerto seguramente la molestarán. A mí cada vez que salgo o entro me molestan. Pero sabemos que esas son maneras para intentar silenciarnos, justamente por el temor a la sintonía que tienen nuestras voces internacionalmente.

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