Auge y caída de la utopía socialista del presidente Nicolás Maduro
El Gobierno venezolano se encuentra en una fase de crisis tras destruir la función empresarial y “condenar a la sociedad a la miseria y la pobreza, como en Cuba”
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Una venezolana durante una de las protestas que sacudieron al país en febrero pasado. (AP)
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Lcarias@diariolasamericas.com
@LuisCariasT
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“Entiendo cómo; no entiendo por qué”, decía Winston, protagonista de1984, novela distópica de George Orwell que critica el comunismo de la Unión Soviética. A través de su exposición Auge y caída de la utopía socialista del siglo XXI, el economista y profesor, Roberto Casanova, responde por qué la llamada “Revolución Bolivariana” ha llegado a este punto de la historia y cómo lo ha hecho.
Los primeros atisbos que permiten identificar al Socialismo del Siglo XXI llegaron en 2005. Esa etapa lleva como título “la utopía”: todo giró alrededor de las posibilidades que abría los recursos petroleros en una nación socialista y, en paralelo, se condenaba al sector privado a desaparecer progresivamente.
“A partir de entonces, Hugo Chávez aumentó el gasto público en el área social para que crecieran los ingresos reales de la población. Eso sucedió hasta 2008 cuando la capacidad de compra y el consumo vivieron su mejor época, especialmente en los estratos económicos más bajos. Así se formó el círculo de desarrollo social”, explicó.
El rentismo
Pero empezaron a surgir nubes negras y la utopía se vino abajo. Con la captura de la renta petrolera, viene la corrupción, vinculada al crecimiento del Estado. No en vano, el presidente Nicolás Maduro habla de la existencia de 900 empresas sociales, la mayoría originadas de la política expropiatoria de su predecesor, Hugo Chávez.
“El gasto público sigue una senda de crecimiento cada vez mayor y empezó a contaminar la economía social con corrupción. Por ejemplo, se crearon 160.000 cooperativas, porque vieron estos organismos como formas de acercarse al Estado y quedarse con una parte de la renta”, manifestó Casanova.
Esto alcanzó dimensiones internacionales y la perversión se vio en 2013, con la desaparición de 20.000 millones de dólares en 2013 en importaciones.
La dependencia
Ante la creciente limitación de divisas y el gasto público, fue insuficiente la renta petrolera, por lo que el Gobierno acudió al endeudamiento. “Se crean enormes e insostenibles Estados y se hace inevitable endeudarse. Ya se habla de 200.000 millones de dólares”, sostuvo Casanova.
La deuda como forma de financiamiento hizo a Venezuela dependiente de otras naciones, especialmente de China, a quien se ve obligada a comprar productos como parte de los mecanismos de financiamiento.
La monetización
El endeudamiento no es infinito. Los países son cada vez más exigentes antes de abrir su cartera hacia Venezuela y establecen condiciones más restrictivas. “Aunque imprimir dinero para aumentar el gasto público está prohibido, el Banco Central de Venezuela (BCV) se ha convertido en la impresora del Gobierno”.
Esa enorme liquidez monetaria, es decir, una ingente circulación de dinero en la economía trajo como consecuencia la inflación más alta de América Latina.
La distopía
Crisis de divisas, insuficiencia de la renta petrolera, agotada capacidad de endeudamiento. Se acabó la fiesta y queda la resaca. “Los dólares son indispensable para gestionar el experimento socialista, pues la falta de dólares se traduce en escasez de bienes y servicios, que redunda en el racionamiento”.
“Los sistemas socialistas se encargan de destruir el sistema de incentivos, controlan las actividades de los ciudadanos y destruyen la función empresarial para condenar a la sociedad a la miseria, la pobreza y el racionamiento, como ocurrió con la Unión Soviética y en Cuba”, expresó el catedrático.
Es así como la utopía se convierte en una pesadilla. La pregunta inicial no queda sin respuesta: Casanova lo llama “neocomunismo”, porque se diferencia de los sistemas pasados, implantados violenta y rápidamente, pero el fin es el mismo. “Todo se trata de reforzar los hilos de poder y controlar a los ciudadanos, es perseverar y perfeccionar el control”.
Casanova sentenció que se trata de instalar un país servil, donde los ciudadanos dependen del Estado, como si se tratara de un padre benefactor.