miércoles, 17 de diciembre de 2014

Mañana en la batalla


Mañana en la batalla


¿Será que en verdad las cosas suceden por algo y no por simple azar? A fin de cuentas tanto Obama como Raúl Castro le han dado las gracias al Papa por interceder ante un momento histórico como el que hoy vivimos: el deshielo de las relaciones EEUU-Cuba después de más de medio siglo de Guerra Fría que todos los cubanos hemos sufrido hasta los huesos.
Soy agnóstica, pero no sé si Bergoglio ha obrado el (perverso) milagro de que justo cuando se anuncia el acercamiento de dos viejos enemigos me encuentro en un avión y entre nubes digiriendo el principio del fin de una dolorosa batalla con vencedores y vencidos. Será un castigo por mi descreimiento.

Así, rodeada de una inmensidad azul pero conectada a Internet (también están los milagros tecnológicos), leo lo que han dicho Obama y Raúl casi al unísono. Sincronizados en un extraño 'pas de deux' después de tantas décadas de amargos tropiezos. Obligados por el caprichoso curso de la historia a bailar a dúo el ballet de la reconciliación que, sin proponérselo, ha coreografiado un oscuro contratista estadounidense desde una prisión en Cuba. Así es la historia: con protagonistas improbables. Héroes de última hora. Villanos redimidos. Vencedores y vencidos.
Si Alan Gross no hubiese sido apresado hace cinco años por el delito de llevar conexión de Internet a la comunidad judía en Cuba, seguramente hoy Obama no habría afirmado que los esfuerzos de Estados Unidos por acabar con la vetusta dictadura cubana han sido un fracaso de principio a fin. Ni Raúl habría dicho en la televisión estatal (la única en la isla), "Debemos aprender el arte de convivir de forma civilizada con nuestras diferencias". Es el lenguaje versallesco que entierra esa otra triste historia de los presos políticos, los fusilamientos, la persecución a los homosexuales, el destierro de millones de cubanos, la denigración de una sociedad amordazada, la libertad individual hecha pedazos al cabo de más de cincuenta años. Aceptar, con lágrimas, que siempre hay vencedores y vencidos. Sólo depende de donde uno caiga en la trama de la trama.
Suspendida en el aire leo un tuit de la bloguera Yoani Sánchez: "El castrismo ha ganado, aunque el resultado positivo es que Alan Gross ha salido con vida". Y otro de Rosa María Payá, hija del recordado disidente cubano Oswaldo Payá: "Felicitaciones a Alan Gross y a su familia que celebra el regreso a casa". Reflexiones agridulces en este día de trompetas y ángeles que Francisco ha invocado. Comparto con Yoani su melancólica reflexión. Los Castro han ganado como Franco en España se llevó a la tumba su triunfo personal de morir en la cama sin pagar por sus crímenes. A los viejos exiliados republicanos que batallaron hasta el final la historia se los tragó. En los momentos de mayor desazón, más de uno se preguntó si mereció la pena luchar para ver al propio franquismo desmontar la dictadura que oprimió a tantos. La eterna duda de los vencidos.
En su primera noche en libertad Alan Gross encenderá con los suyos una vela con motivo de la celebración de Hanukkah. También celebrarán los espías cubanos liberados en el canje, de los cuales uno de ellos fue responsable directo del derribo de las avionetas de Hermanos al Recate que les costó la vida a pilotos voluntarios cuyas familias hoy lloran en Miami. La historia nunca ha sido justa.
En el camino de este doloroso medio siglo han quedado marcadas para siempre las vidas de los cubanos dentro y fuera de la isla. ¿Vale la pena luchar con uñas y dientes por la libertad? Quiero creer que sí desde esta altura de vértigo. Mañana en la batalla. Siempre.

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