martes, 23 de diciembre de 2014

Gabo también intentó acercar a Estados Unidos y Cuba

Gabo también intentó acercar a Estados Unidos y Cuba

Él mismo admitió en 1978 que no había un solo acto de su vida que no fuera político.

 
Clinton rompió el protocolo en su visita a Cartagena en mayo del 2013 para visitar a su amigo Gabo. A la derecha, García Márquez dialoga con Fidel Castro el 12 de marzo del 2007, en La Habana.
Foto: Yomaira Grandett - Archivo / EL TIEMPO
Clinton rompió el protocolo en su visita a Cartagena en mayo del 2013 para visitar a su amigo Gabo. A la derecha, García Márquez dialoga con Fidel Castro el 12 de marzo del 2007, en La Habana.
Gabo tenía claro que su fama no podía ser estéril. El periodismo lo había dotado de una conciencia política que lo movió a actuar como mediador de diversos conflictos.
Incluso, él mismo admitió en 1978 que no había un solo acto de su vida que no fuera político. De allí que no ha de extrañar que su nombre figurara como una de las piezas claves en la mediación entre Estados Unidos y Cuba, un país con el que mantuvo siempre fuertes vínculos, no sólo por su amistad con Fidel Castro. (Lea también: La distensión EE. UU.-Cuba, un secreto muy bien guardado).
Son varios los episodios que dan cuenta de los intentos del nobel colombiano por contribuir a mejorar las relaciones entre ambos países. “Lo que Gabo buscaba, más allá de la autenticidad de sus afectos, era ayudar a Cuba a reintegrarse a Iberoamérica en un momento de transición a la democracia y derrumbe del campo socialista”, apunta el historiador Rafael Rojas en su artículo ‘El Gabo frente a Cuba’ publicado en la revista Nexos, de México, en octubre pasado.

El periodista Juan Jesús Aznárez recuerda, en su artículo ‘La red de espionaje Avispa envenena aún las relaciones entre Cuba y EE. UU.’, publicado en El País en octubre, la cena que tuvo en 1998 con García Márquez en La Habana unos días antes de la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, ocurrida en enero de aquel año. En ese encuentro, Gabo comentó sobre la reunión que había sostenido con el presidente Bill Clinton para entregarle una propuesta de Fidel Castro sobre la colaboración conjunta de Estados Unidos y Cuba contra el terrorismo. (¿El fin de la guerra fría en América Latina?).
El propio Clinton evocó en una entrevista a EL TIEMPO cómo fue esa reunión: “Gabo siempre expresó, de manera contundente, su opinión sobre la necesidad de levantar el embargo. Le expliqué que yo no podía levantar el embargo, pero que respaldaba el Acto para la Democracia de Cuba, que le daba la autoridad al presidente de Estados Unidos para mejorar las relaciones con Cuba a cambio de movimientos hacia la democracia y la libertad en la isla. En esa época había un éxodo masivo de cubanos hacia Estados Unidos similar al incidente del Mariel en 1980 (un movimiento en masa de cubanos, quienes partieron del Puerto de Mariel, en Cuba, hacia los Estados Unidos entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980). Yo le pedí a Gabo que le dijera a Castro que si seguía el flujo descontrolado de cubanos hacia costas estadounidenses mi respuesta sería muy diferente a la del presidente Jimmy Carter en 1980 (de acogerlos)”.
Las gestiones de Gabo ante Bill Clinton –reseña Aznárez– vieron sus frutos en junio de 1998, cuando se produjo una reunión entre agentes del FBI y de la seguridad del Estado de Cuba.
Los delegados de la Oficina Federal de Investigaciones recibieron videos, fotografías y grabaciones probatorias de la complicidad del exilio ultra en la campaña de atentados contra el turismo en Cuba a través del aporte de dinero, explosivos, mano de obra y nuevos objetivos. Pero inesperadamente dos meses después, Estados Unidos detuvo a cinco de los agentes cubanos –tres de ellos liberados tras la decisión de Obama– que habían participado en esa operación. De ese modo, la Red Avispa –como se le denominó a este grupo de espionaje–– quedó desarticulada y con ella se estropeaba el intento del nobel de acercar a los dos países.
García Márquez tendría una segunda misión en 1998 –según apunta la BBC– que lo llevaría hasta la Casa Blanca con información provista por el propio Fidel Castro sobre la detección de una amenaza terrorista utilizando una aeronave cubana contra Estados Unidos. William LeoGrande y Peter Kombluth, los autores del libro Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana, señalan que el silencioso trabajo de Gabo abrió espacios inéditos de colaboración entre ambos países, pero la opción de Clinton por asegurar su elección con los votos de la diáspora cubana en Miami opositora a Castro impidió una vez más cualquier avance.
Ayuda a presos
Sin embargo, no todos los intentos fueron en vano. Fernando Morais, el periodista brasileño autor de Los últimos soldados de la Guerra Fría, recuerda en su libro un episodio previo que se desarrolló en 1994 y en el que Gabo termina envuelto, junto con los presidentes Clinton; Carlos Salinas de Gortari, de México, y Felipe González, de España. Se trató de la operación para sacar de Cuba al escritor Norberto Fuentes (opositor de Fidel), quien, desde entonces, vive en Miami. 

“No podría calcular la cantidad de presos, disidentes y conspiradores que he ayudado, en absoluto silencio, a salir de la cárcel o a emigrar”, diría Gabo en una entrevista a EL TIEMPO el 29 de abril del 2003. Y aunque se llevó consigo el secreto de cuán efectiva habrá sido su intervención e, incluso, su mismo biógrafo Gerald Martin asegure que no existen indicios de que la relación entre el escritor y Clinton haya dado frutos, el propio exmandatario asegura lo contrario: “No mucho después, EE. UU. y Cuba llegaron a un acuerdo en el que Castro se comprometió a frenar el éxodo y nosotros prometimos acoger a 20.000 cubanos cada año a través del proceso regular, un proceso que ambas partes honramos hasta el fin de mi presidencia”.
EL TIEMPO

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