Hasta los Castro han caído rendidos a los pies de Obama
Tras la Cumbre de las Américas, Obama apuntala su popularidad en Cuba
CUBA
LA HABANA.- IVÁN GARCÍA
Especial
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Mientras el maratón de discursos presidenciales se sucedía en el centro de convenciones de Atlapa en Ciudad de Panamá, en Cuba, la verdadera sociedad civil, ésa de la que hablan mucho, pero pocos escuchan, estaba comiéndose las uñas ante el televisor, siguiendo el partido final de la temporada beisbolera entre los Tigres de Ciego de Ávila y los Piratas de Isla de la Juventud.
Yordan, obrero de una siderurgia en las afuera de La Habana, era uno de ellos. Por la noche, cuando se sentó a jugar dominó y tomar ron con amigos del barrio, fue que se enteró del encuentro entre Obama y Castro.
Reconvertidos en analistas callejeros, durante un buen rato especularon sobre lo que nos puede deparar el futuro teniendo a Estados Unidos como socio.
“Oye, a pesar de 55 años del bombardeo de la prensa contra los yanquis, la mayoría de los cubanos que quieren emigrar eligen la Yuma. En Cuba todo el mundo se desvive por las marcas americanas. Esa teoría de la fruta madura y de la anexión nada tiene que ver con lo que tú ves. Los parientes y amigos vienen más gordos y bien vestidos, te invitan a tomar cerveza, te enseñan la foto de su auto y luego te regalan una tableta de uso o un teléfono inteligente. Esa realidad es más potente que cualquier propaganda”, dice Yordan, eufórico después de bajarse medio litro de ron peleón.
En esa misma cuerda opinaron habaneros consultados. Sergio, militar retirado, se pregunta si valió la pena tantos años de narrativa oficial contra Estados Unidos.
“Estuve en la guerra civil de Angola. Como otros, participé en nombre del internacionalismo proletario. Entonces creía que que el imperialismo yanqui sería historia antigua a la vuelta de una década. Hace 26 años que regresé de Angola y la realidad es otra. Si no se negocia con el antiguo enemigo, la revolución cubana no se puede sostener. Lo siento por los más de 2 mil soldados que perdieron sus vidas en una guerra que no era la suya”, dijo el exmilitar.
En el amplio registro de opiniones del cubano de a pie, hay optimistas desbordados como Raudel, un joven estudiante universitario. “Ahora sí vamos a construir el socialismo. Por la vía más corta, que es el capitalismo. Cuando desembarquen tres millones de turistas, restaurantes de comida rápida y banda ancha de internet, pasa por acá a preguntarme si la gente todavía se acuerda de Fidel Castro y sus aburridas marchas antimperialistas”, dice en tono jocoso sentado en un parque mientras en un MP3 escucha a Joaquín Sabina.
Encontrar talibanes (extremistas) que creen que 'es un error estratégico del gobierno pactar con el enemigos', es difícil. Con las dos manos levantadas, la gran mayoría de los cubanos aprueban el nuevo trato.
También encuentras personas que tienen sus dudas, como Moisés, un intransigente seguidor de Fidel Castro. “Me preocupa que Raúl peque de ingenuo. Obama puede ser muy encantador, pero si le abrimos las piernas, con la seducción que existe en una capa amplia de la población por el modo de vida americano, La Habana se convierte en un municipio adyacente de Miami.
Después del 17 de diciembre, tras el histórico giro político de Obama y Castro, se instaló en Cuba una buena vibra. “Más que nuestros vecinos, Estados Unidos siempre ha sido un referente en música, cine, deportes y estilo de vida. El 20% de la población cubana vive en la Florida. Miami es la segunda ciudad, después de La Habana, con más habitantes cubanos. Aquí no pegó la comida rusa, ni la arepa venezolana. Pero si usted abre una café Versalles o una Mc Donald’s en Cuba las colas serán kilométricas. Desde nuestros próceres, deslumbrados con la revolución norteamericana, a pesar de los agravios y la Enmienda Platt, los cubanos sienten admiración por Estados Unidos, contrario a otras culturas en Latinoamérica”, argumenta Manuel, historiador.
No hay estadística televisiva que pueda confirmar el rating de la Cumbre de las Américas en Cuba. Solo los discursos de Obama y Raúl Castro lograron que la gente no cambiara de canal.
La Cumbre de los Pueblos o la machacona retórica de Nicolás Maduro se le prestó poca atención. La narrativa oficial de acusar como mercenarios y terroristas a los disidentes fue un eco lejano.
“Por el camino que vamos, a la vuelta de un lustro, no te asombres si el Gobierno se sienta a hablar con la gente de los derechos humanos (así le dicen en Cuba a la disidencia). Si ya hablamos con los yanquis, qué más da hablar con ellos”, considera Eugenio, taxista particular.
Con altibajos de optimismo y recelos tras el 17-D, queda claro que Obama es más popular en Cuba que en Estados Unidos. Y por amplio margen supera en popularidad a Raúl Castro, según una reciente encuesta.
No fue una sorpresa. Desde que en 2008 un afroamericano ganara las elecciones en Estados Unidos, los cubanos de café sin leche sienten empatía por Obama. Hasta los Castro han caído rendido a sus pies.
Fidel, en una primera etapa, intentó seducirlo. Pero tras el ninguneo de Obama retomó la carga al machete. Y a Raúl solo le faltó soltar unos lagrimones cuando en su discurso en la Cumbre reconoció su admiración por el actual inquilino de la Casa Blanca
“Yo no me pondría bravo si los estadounidenses quisieran canjear a Obama por Raúl Castro. De contra les regalamos a Fidel y Miguel Díaz-Canel. Escuchamos propuestas”, dice un joven que junto a un grupo de amigos escuchaba rock en el parque de la Calle G, en el Vedado.
Si alguien sigue apuntalando su popularidad en Cuba, sobre todo después de la Cumbre de las Américas, ése es Barack Obama.
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