Cuba: La “potencia médica” se extingue en las ruinas
Ya se sabe que en la Isla, cuando se ingresa a un hospital, los pacientes cruzan los dedos
CRISIS SANITARIA | 25 de Abril de 2015
IVÁN GARCÍA / ESPECIAL DLA
La sala de urología del hospital Calixto García presenta un panorama desolador. Varios pacientes, con sus piyamas empercudidas, caminan como zombis por los pasillos con el suero en las manos, en busca de un urólogo que en toda la mañana no ha pasado por el salón de ingresos.
En un banco de granito fuera de la sala, fumando un cigarrillo tras otro, Ubaldo espera que un enfermero le sustituya su bolsa repleta de heces y orina tras una operación de urgencia por una obstrucción intestinal.
El viejo hospital, edificado a principios del siglo XX, se viene remodelando a paso de tortuga. Pero las obras aún no han llegado a la sala de urología. No obstante, Ubaldo asegura que el Calixto García es uno los mejores hospitales.
“De los existentes para el pueblo, solo el Hermanos Amejeiras le hace sombra. Es verdad que muchas salas del Calixto García hospital están destruidas. Pero como es un centro docente, la calidad de los doctores es elevada. Vivo en Manzanillo y si usted visita un hospital allí o en otra provincia oriental, el Calixto es un hotel cinco estrellas ”, comenta.
Ya se sabe que en la Isla, cuando se ingresa a un hospital, los pacientes cruzan los dedos. Las personas cargan con cubos, frazadas de limpiar, sábanas, ventilador y hasta un televisor. Como si fueran a una excursión.
Las familias de ciertas posibilidades le llevan el almuerzo y la comida al paciente y en ocasiones también al médico o la enfermera que los atiende.
“Ahora los médicos y especialistas ganan alrededor de 1,500 pesos (60 cuc),pero muchos lo siguen pasando mal. Los estudiantes de último año, que hacen pasantía, reciben un estipendio miserable. Por eso uno trata de hacerles regalos, en dinero o cosas: el sacrificio de nuestros doctores es tremendo. En Cuba hay que levantar dos monumentos: uno al pueblo, por aguantar tanto tiempo un sistema que no funciona, y otro a los médicos, que trabajan dejando atrás montones de problemas en sus casas”, comenta Alina, que tiene a su padre ingresado en el Clínico Quirúrgico.
En el policlínico Turcios Limas, en el Reparto Sevillano, a media hora del centro de La Habana, desde la seis de la mañana se forma una pequeña cola para confirmar el turno de dermatología.
“Supuestamente deben atender todos los lunes. Pero hace quince días que no viene la especialista. En el último año por aquí han pasado cuatro o cinco dermatólogos. Duran menos que un merengue en la puerta de un colegio. Después se van de misión al extranjero y dejan colgado de la brocha a los pacientes. Me he quejado al delegado del barrio y al MINSAP (Ministerio de Salud Pública), pero ni caso me han hecho”, se queja una anciana.
Una doctora, especialista en quemados, reconoce que es un absurdo enviar galenos a Brasil o Venezuela provocando un déficit en Cuba. “Los médicos marchan a esas misiones para poder mejorar su calidad de vida. El MINSAP debe garantizar el relevo. Las colaboraciones médicas son el primer negocio de este país, ingresan entre 8 mil y 9 mil millones de dólares al año. Entonces la solución es exportar médicos y que se joda el pueblo”, acota la doctora.
Chile fue el primer país en recibir colaboración médica del recién instaurado Gobierno Revolucionario. Aquella primera brigada médica fue enviada tras el fuerte sismo y maremoto que el 22 de mayo de 1960 devastara el sur de Chile. En 1963, después de siete años de guerra contra el colonialismo francés, Argelia pidió ayuda sanitaria a Fidel Castro. Rumbo a Argel partieron 28 médicos, 3 estomatólogos, 8 técnicos y 15 enfermeros.
Desde entonces, Cuba utiliza a los médicos como punta de lanza en su política exterior. En países pobres de África o en Haití, los gastos corren a cargo de la Organización Mundial de la Salud o del régimen cubano, que con esas colaboraciones obtiene un voto seguro en el Consejo de Derechos Humanos y cónclaves de la ONU.
“Es muy difícil que esos países acusen a Raúl Castro de dictador cuando médicos cubanos le han salvado la vida a miles de sus ciudadanos. La estrategia es comprar voluntades políticas. Y lo han logrado”, sentencia Roberto, médico jubilado.
A pesar de que la autocracia verde olivo se apropia del 70 por ciento del salario pagado a los médicos cubanos en Brasil o Venezuela, la lista para enrolarse en misiones al extranjero es extensa.
“En Brasil te quedas con 1,200 dólares de los 4,200 que al mes paga Dilma Rousseff. Es verdad que es un atraco. Pero con lo ahorrado en tres años, puedes comprarte un apartamento o un auto cuando regreses a Cuba. Es probable que seamos los médicos más pobres del mundo”, confiesa Raciel, anestesiólogo.
Hasta 1989, el sistema de salud en Cuba era una joya. En un país con cartilla de racionamiento y apagones, Fidel Castro se pavoneaba en las tribunas, estadísticas en manos, demostrando el indiscutible nivel de la medicina cubana.
Pero ha llovido mucho desde entonces. Y el retroceso es notable. El programa del médico de la familia, una estrategia del gobierno de situar en cada barriada un galeno y una enfermera para la atención primaria, hoy apenas funciona.
La mayoría de los dispensarios construidos están cerrados o se encuentran inhabitables. Los pocos que funcionan deben atender a un gran número de pacientes.
En los últimos años se comenzaron a reparar hospitales y policlínicos, pero la calidad y lentitud de las obras deja bastante que desear. La carencia de especialistas provoca que residentes de otras provincias tengan que venir a la capital para recibir atención médica.
Luego están las arbitrariedades del régimen. Es el caso de los que prestan servicio en Brasil. Según estipula el plan Mais Médicos, implementado por el gobierno brasileño, los galenos pueden convivir con sus familias. Pero las autoridades cubanas solo les permiten una estancia de tres meses, enojando a los cooperantes en aquel país.
“Dentro del personal médico hay cincuenta o sesenta tipos, a todas luces de la Seguridad del Estado, cuya misión es supervisar lo que hacemos”, cuenta un doctor que por problemas de salud regresó de Brasil.
Actualmente, Cuba tiene personal de salud en 67 naciones y cerca de 50 mil médicos y especialistas prestan hoy sus servicios en el exterior.
En Más Médicos, Más Salud, artículo de Frei Betto publicado el 20 de abril en Cubadebate, el autor del libro Fidel y la Religión, dice que en Brasil hay 18,247 profesionales cubanos diseminados por más de 4 mil municipios de su país, 14 mil de los cuales en las localidades más pobres y distantes de los centros urbanos. Se calcula que en 2015 los médicos cubanos atenderán a unos 63 millones de brasileños.
Mientras, en Cuba existe un déficit importante de especialistas, muchos hospitales se encuentran desvencijados y la calidad de la atención anda en caída libre. La otra cara son las clínicas exclusivas para extranjeros, ministros y generales. Pero ésa es otra historia.
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