A HABANA, Cuba.- Muchos cubanos de la Isla, aquellos de a pie, atrapados entre sus fobias, sus esfuerzos cotidianos por sobrevivir y su lucha por escapar, comienzan a ver con recelo la soberbia que muestran el gobierno y sus acólitos, siempre que se refieren a los grupos disidentes.
Una profesora de historia de 67 años, ya retirada, que impartió clases en un Pre-Universitario durante 46 años, opinó que “es vergonzoso escuchar al Vicepresidente cubano Díaz-Canel calificar a personas que piensan diferente como ‘representantes no legítimos’ de la sociedad civil cubana. ¿Quién se piensa ese señor que es, para decidir qué ciudadano tiene o no representatividad legítima?”.
La profesora retirada considera que cualquier ciudadano tiene derecho a disentir y expresarse conforme a la naturaleza de sus creencias y principios, “siempre que lo haga con respeto y de acuerdo a las normas aceptadas y establecidas internacionalmente”.
Entre las entrevistadas se encuentra una estudiante universitaria de Ciencias Sociales que aceptó ofrecer su testimonio a cambio de que protegiéramos su identidad.
La joven estudiante confesó que “la revolución cubana, con todo su socialismo, es un enorme fraude. El derrumbe moral y ético de nuestra sociedad es consecuencia de la institucionalización de la mentira. El gobierno lleva más de medio siglo aplicando impunemente el chantaje y la coacción física y sicológica para presionar y obligar a los ciudadanos, a todos los niveles, y convertirnos en un eco monocorde de sus intereses políticos”.
“Es tan patético y decepcionante ver a ministros, intelectuales, funcionarios gubernamentales, profesionales de la comunicación y estudiantes universitarios comportarse como una chusma histérica en un evento internacional de tanta magnitud, como lo es la Cumbre de las Américas. Resulta grotesco e insultante, además de un contrasentido, que estos personeros de una ideología sin futuro acusen a un grupo de disidentes de ‘mercenarios del imperio’ cuando el presidente Raúl Castro está tomando champán y dándose la mano con el presidente Barack Obama, el jefe de ese mismo ‘imperio’ que supuestamente le paga a esos ‘mercenarios’. No hay dudas que cuando se pierden los valores fundamentales que nos distinguen como especie, el ser humano se queda en lo esencial de su animalidad básica”, agregó.
Otros entrevistados, de sectores sociales menos favorecidos, confesaron no estar “identificados” con los disidentes y movimientos opositores al gobierno, porque “en realidad no los conocemos”. Sin embargo, consideran que no debe privarse a ninguna persona del derecho a exponer sus diferencias.
Abilio Rodríguez, un señor de 61 años que se ofrece como intermediario para diferentes negocios entre cuentapropistas sin licencia, declaró que “mira, periodista, yo conozco a la mitad de La Habana y te aseguro que la mayoría de los ciudadanos comunes no conocemos quiénes son esos disidentes y opositores; pero de lo que sí puedes estar seguro es de que el pueblo está cansado de que el gobierno utilice la fuerza policial y la violencia de turbas abusivas para callar a las personas que piensan diferente”.
Decenas de opiniones mostraron su escepticismo respecto a los futuros acuerdos a los que puedan llegar el presidente cubano y su homólogo norteamericano Barack Obama.
Algunos piensan que “el pueblo, siempre es el lado más débil, por donde la soga se rompe siempre”, o “a nosotros nadie nos pregunta lo que queremos. Los acuerdos siempre lo toman los poderosos”.
Aunque otros creen que cualquier mínimo cambio que se produzca “puede ser una rendija por donde comience a entrar la luz y circular el aire”.
La VII Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá, pasó. Los ecos de sus resultados se pierden en la multiplicidad de otras celebraciones y futuros eventos donde volverán a tomarse acuerdos de los que después nadie se acuerde.
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