En Venezuela, movimiento popular de resistencia procura "tumbar" a Maduro
Un movimiento de "resistencia", amorfo y quijotesco, ha surgido en Venezuela buscando que el presidente Nicolás Maduro abandone el poder. Sus miembros son "amas de casa, comerciantes, estudiantes"...
El cartel subraya la diferencia entre la resistencia radical y la oposición negociadora en Venezuela.
abril 04, 2015
Amas de casa esconden botellas y combustible para cocteles incendiarios molotov. Activistas gestionan una red de casas de seguridad. Jóvenes enmascarados bloquean carreteras. Y, rifle en mano, un general disidente hace un llamado a las armas.
Desde reuniones clandestinas a transmisiones tipo guerrilla, un movimiento de "resistencia", amorfo y quijotesco, ha surgido en Venezuela buscando que el presidente Nicolás Maduro abandone el poder y poner fin a 16 años de gobierno socialista.
Los más tenaces, esporádicamente, levantan barricadas en las calles quemando basura y se enfrentan a pedradas con las fuerzas de seguridad. De cuando en cuando, prenden fuego a vehículos del Gobierno, sobre todo en las regiones andinas occidentales, apodadas "el Salvaje Oeste".
Algunos admiten que intentan contactar a militares con la esperanza de dar un golpe de Estado contra Maduro.
"Queremos tumbar al gobierno. No hay otra salida. No creemos más en elecciones", dijo un ama de casa de unos 50 años, que ayuda a coordinar la "resistencia" en la ciudad central de Valencia, hervidero de las protestas antigubernamentales del año pasado, que dejaron 43 fallecidos.
Ella ha lanzado piedras a la policía, transportado estudiantes y almacenado materiales para fabricar cócteles molotov o mangueras con clavos conocidas como "Miguelitos", colocadas en las vías para perforar los neumáticos de los vehículos de la policía.
Decepcionada por el fracaso de aquellas manifestaciones, ella trata de ayudar a mantener vivo el movimiento, organizando reuniones furtivas y forjando contactos con ex militares.
Recientemente, simpatizantes del gobernante Partido Socialista la amenazaron en internet, publicaron fotos suyas, de sus familiares y la placa de su vehículo. "Vayan por ella", escribió uno. Así que huyó de su apartamento, en un barrio de clase media alta de Valencia, a un "lugar seguro" en Caracas.
"Nos están desarticulando cada vez más", dijo. "Pero no pierdo la esperanza. ¿Cómo puedo taparme los ojos y no hacer nada?"
Las actividades clandestinas de los radicales -ayudados por activistas en Europa y Estados Unidos- son incómodas para los líderes de la oposición que buscan que Maduro abandone el poder por la vía electoral.
Los políticos sostienen que esas formas, inadvertidamente, ayudan a Maduro a pintar a toda la oposición como extremista, y le permiten sostener la tesis de un golpe respaldado desde el exterior. Pero otros dicen que infiltrados del Gobierno son parte de las actividades más extremas.
Entrevistas de Reuters con decenas de involucrados con el movimiento de "resistencia" indican que sus miembros son relativamente pocos y carecen de una estrategia clara.
"La resistencia son amas de casa, comerciantes, estudiantes", insistió un hombre de 30 años en la ciudad universitaria andina de Mérida, que se identificó como Antonio y habló en un carro en movimiento y, otra vez, en la parte trasera de un bar vacío con la música al máximo.
Mostrando subrepticiamente una insignia diciendo "somos la resistencia", dijo que, en un principio, apoyó al fallecido Hugo Chávez cuando se convirtió en presidente en 1999, pero rápidamente se desilusionó con su estilo autoritario y políticas estatistas.
Ahora, que recientemente perdió su trabajo en una planta embotelladora de agua, Antonio ayuda transportando a la gente a reuniones clandestinas.
Divididos en una miríada de grupos, es difícil establecer cuántos venezolanos forman parte de esta oposición radical y nebulosa.
Fuentes del Gobierno hablan, despectivamente, de un núcleo duro de unos pocos cientos de "delincuentes" equivocados y con influencias extranjeras, mientras que los activistas mismos se jactan de decenas de miles de aspirantes a "libertadores". Analistas locales estiman que son unos pocos miles.
Sin importar cuántos sean, los militantes ven a Maduro, escogido por Chávez como su sucesor antes de morir de cáncer en 2013 y refrendado en unas reñidas elecciones, como un títere de los hermanos Castro de Cuba. Además, lo culpan por haber destrozado la economía de la nación miembro de la OPEP.
Muestran desdén por los partidos de oposición, que por años fueron incapaces de vencer a Chávez en las urnas. "La resistencia es producto de los problemas de la oposición", dijo Antonio.
"Psicópata número 12"
La ira es alimentada por la crisis económica y social –enormes colas en supermercados a la caza de productos escasos, la inflación más alta de América y la segunda mayor tasa de asesinatos del mundo-.
La aprobación de Maduro se ha desplomado desde que asumió el poder hace casi dos años y la oposición tiene una buena oportunidad de ganar el control de la Asamblea Nacional en las elecciones de fin de año, aunque los miembros de la "resistencia" están convencidos de que el Gobierno recurrirá al fraude para evitar que eso suceda.
Con las fuerzas de seguridad pisándoles los talones, la mayoría de los militantes que hablaron con Reuters escondieron su identidad. Algunos sólo hablaron al amparo de los árboles, ya caída la noche.
Una activista en Caracas, que ayuda a las personas que están huyendo, lleva una peluca y una maleta de ropa en su carro, lista para escapar rápidamente a casas de seguridad. Ella contó que recibe tantas llamadas ofensivas de los partidarios del Gobierno que almacena sus números en su celular como "psicópata".
"Tengo psicópata uno, psicópata dos... hasta psicópata número 12", dijo.
A pesar de usar mensajería de texto codificada, pseudónimos como "El Especialista" o "Kaiser" y, a veces, hablar en otros idiomas para tratar de evitar la detección, también demuestran una dosis de ingenuidad. Por ejemplo, se toman fotos grupales en cafés y las publican en redes sociales.
Uno de los miembros más destacados, sin embargo, no hace ningún esfuerzo por ocultar su identidad.
En el cenit de las protestas del año pasado, el general retirado del ejército Ángel Vivas, de 59 años, subió a la azotea de su casa en Caracas y, con chaleco antibalas y empuñando un rifle de asalto, desafió una aparente orden de arresto.
Desde entonces, ha publicado vídeos en YouTube azuzando a sus partidarios a tomar las armas.
"El propósito de la resistencia es expulsar al invasor castro-comunista del territorio venezolano, castigar con todo el rigor de la ley a los traidores que están es su servicio", dijo a Reuters en su espaciosa casa, sentado delante de un retrato del héroe independentista Simón Bolívar.
En un escaparate, Vivas atesora figuras de ex presidentes venezolanos. La de Chávez está de cabeza y la de Maduro no existe.
La razón por la que Vivas no ha sido detenido es fuente de conjeturas.
El analista político Miguel Ángel Albujas dijo que es porque el mensaje del general tuvo poco eco y se le ve como un hazmerreír en los círculos oficiales.
En cambio, el líder de la oposición de línea dura, Leopoldo López, tiene ya más de un año en prisión acusado de comandar las protestas antigubernamentales y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, fue puesto tras las rejas en febrero bajo cargos de conspiración para derrocar a Maduro.
"Chávez frenaba con su carisma la resistencia", dijo Albujas, profesor universitario en Caracas. "Maduro no tiene este carisma y por eso tenemos represión"
El golpismo ha sido un elemento básico de la política venezolana en las últimas décadas. En 1992, cuando aún era un joven oficial del Ejército, Chávez encabezó un fallido golpe de Estado y, una década más tarde, ya en el poder, sobrevivió a un breve golpe en su contra.
La autodenominada "resistencia" recibe apoyo de emigrantes venezolanos y otros simpatizantes. Muchos de ellos dirigen sitios web, ejercen presión internacional y ofrecen logística.
Ana Díaz, que abandonó Venezuela en 2004 y vive en Miami, envía máscaras antigás, guantes de protección e, incluso, barras energéticas a los radicales de la oposición en su país de origen. "Los muchachos necesitan proteínas", dijo.
Ulf Erlingsson, un sueco que trabajó en el área de la ayuda humanitaria, ayudó a fundar el sitio web Operación Libertad Venezuela hace cuatro años, tras convencerse de la nefasta influencia de Venezuela.
"Se trata de un régimen criminal dirigido por una potencia extranjera, Cuba", dijo a Reuters. "Así que no hay nada ilegal en la lucha contra ellos".
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