Matthew, la revolución, la solidaridad, el altruismo...
Pero sufrí una brutal decepción. Encontré un litoral de guijarros, seguido de un breve malecón, un bar y un jardín arbóreo, donde una cruz de madera y una tarja revelaba que el almirante Cristóbal Colón desembarcó en la playa de Porto Santo el 28 de octubre de 1492, sitial adonde declaró: "Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto".
Quedé estupefacto, porque según los cálculos, los manuscritos y las bitácoras, Bariay es el lugar del descubrimiento. Sin embargo, sondear entre los pobladores la autenticidad del afanado desembarco, fue divertido, al escuchar cómo se burlaban y preguntaban con risotadas: "¿quién es ese tipo?", en referencia al descubridor de América. Igualmente descifraron que la panorámica que estimuló al Almirante a pronunciar tal aseveración "fue una india en cueros", puesto que el paisaje estaba de truco.
Anduve y desanduve la humilde villa, plagada de casas con cubiertas de tejas criollas, francesas y hasta de guano, que coronaban fachadas de tablas o mamposterías. En una plazoleta descubrí un busto del cacique Hatuey —idéntico al logo de la cerveza— cuya postura parecía desafiar con fiereza a los conquistadores.
Lo más impresionante de Baracoa fue el carácter de su gente: nobles, dicharacheros y jodedores, como el de todos los guantanameros que tuve la dicha de conocer a lo largo de mi recorrido por la provincia más oriental de Cuba.
A través del televisor —hará poco más de una semana— presté atención a las imágenes, donde los alegres y bonachones habitantes de la "Ciudad Primada" deambulaban como fantasmas con la incertidumbre dibujada en sus rostros, después que la furia del huracán Matthew demoliera sus casas.
Entre tanta calamidad, la buena noticia fue que no hubo pérdidas de vidas humanas, gracias a las precauciones tomadas por los órganos territoriales de la Defensa Civil.
La solidaridad de otras provincias se hizo patente con brigadas de linieros, soldados, constructores y otros trabajadores que han reparado una parte significativa de los cuantiosos daños. Restableciendo, en alto porcentaje los servicios energéticos, agua potable, viales y telefonía.
Raúl Castro visitó las regiones afectadas y estrechó las manos de algunos vecinos que vitoreaban y proclamaban "que la revolución no los abandonaría". El Programa Mundial de Alimentos (PMA) hizo una importante donación, al igual que la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Varios días después, Matthew, Baracoa, Maisí, Imias, Yateras y San Antonio Sur dejaron de ser comidilla para la prensa oficial y el sistema informativo de la televisión cubana. Continuar divulgando los reclamos de los vecinos "de no ser abandonados por la revolución" resonaba discordante y cansón.
Para qué tanto recordatorio —comentarían desde arriba— después que el Estado condonó el 50% de los costos de los materiales de construcción, que los empobrecidos damnificados tendrán que adquirirle al propio Gobierno para reparar sus casas.
No obstante, los seguidores del serial que ambicionan conocer lo que ocurrirá en la segunda temporada. Tendrán que preguntarle a los santiagueros por qué, a cuatro años de los embates del ciclón Sandy, muchos de ellos no han logrado recuperar el techo y las pérdidas materiales que sufrieron.
Algo significativo, tirado a mondongo por los medios, fue la donación de un millón de dólares para los damnificados haitianos, hecha por el astro jamaicano Usain Bolt. Gesto solidario que en Cuba, no ha tenido repercusiones y, mucho menos tentativas de copiar y pegar.
Silvio Rodríguez, Buena Fe, Omara Portuondo, Eliades Ochoa, Buena Vista Social Club, Vicente Feliú, Kcho, Miguel Barnet, Abel Prieto, Eusebio Leal, Paulito FG, Haila, X Alfonso, Habana de Primera, Los Van Van, Elito Revé y su Charangón, Antonio Castro Soto del Valle, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas y agreguen los que faltan. Son el inventario de artistas y personalidades que en los protestódromos o en cualquier evento antimperialista son capaces de tragarse un tractor de frente y escupirlo en piezas defendiendo la revolución. Pero en esta jugada, se pasaron con fichas ante el sufrimiento de las víctimas del huracán Matthew.
"Si revolución", como sentenció Fidel Castro, "es desinterés, solidaridad, altruismo, heroísmo" (y todo lo que venga detrás) por qué estos tacaños de campeonato no levantan el bloqueo brutal a sus billeteras, tarjetas de créditos y cuentas bancarias, para ayudar a esta pobre gente.
Tampoco me extrañará que en el recodo del malecón baracoense, donde permaneció por muchos años la cruz, el monolito y la tarja —quizás ya destruidos por la furia de Matthew— algún día hallaremos otra inscripción exponiendo una verdad histórica: "En esta playa de Porto Santo, la revolución nos abandonó".
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