Trabas de la empresa privada en Cuba
El régimen cubano, lejos de favorecer a su pueblo y permitirle que desarrollen todo su potencial, les pone trabas
Ser dueño de un pequeño negocio en Cuba significa estar siempre cuesta arriba, con la mayor parte de las operaciones en la ilegalidad y con el sobresalto constante de poder perderlo todo de la noche a la mañana.
La falta de seguridad jurídica, los altos impuestos y la inexistencia de un mercado mayorista son solo algunos de los factores con los que tienen que lidiar estos empresarios que por el escenario en que se desarrollan se semejan más a unos malabaristas que a negociantes.
El régimen cubano, lejos de favorecer a su pueblo y permitirle que desarrollen todo su potencial, les pone trabas bajo el pretexto de que los principales medios de producción deben permanecer en manos del estado y que ningún particular concentre riqueza.
Un paso hacia adelante y tres hacia detrás: permitieron el trabajo por cuenta propia pero ahora no dejan que los profesionales ejerzan por su cuenta ni que las paladares tengan más de 50 sillas. Por si fuera poco ahora suspendieron temporalmente la emisión de nuevas licencias de restaurantes privados en La Habana y en otras provincias.
¿Por qué no permiten que los cubanoamericanos inviertan en Cuba? ¿Por qué no se permite la contratación directa sin tener al estado como intermediario?
El cubano es muy emprendedor y tal y como dijo el presidente Barack Obama, lo han demostrado con todo lo que han logrado en Estados Unidos, en especial en la ciudad de Miami. Si el régimen cubano dejara de frenar todo el potencial que tienen sus hijos hoy Cuba sería un país diferente, con más progreso y con mucho que ofrecer para sus nativos y el resto del mundo.
Las pequeñas y medianas empresas en Cuba pueden llegar a desempeñar un rol muy importante en la economía del país pero eso solo sucederá cuando crezcan libremente, sin trabas.
Los cubanos merecen progresar pero el desarrollo requiere menos controles y más apertura, dos condiciones que ahora mismo no se cumplen en su realidad cotidiana.
La falta de seguridad jurídica, los altos impuestos y la inexistencia de un mercado mayorista son solo algunos de los factores con los que tienen que lidiar estos empresarios que por el escenario en que se desarrollan se semejan más a unos malabaristas que a negociantes.
El régimen cubano, lejos de favorecer a su pueblo y permitirle que desarrollen todo su potencial, les pone trabas bajo el pretexto de que los principales medios de producción deben permanecer en manos del estado y que ningún particular concentre riqueza.
Un paso hacia adelante y tres hacia detrás: permitieron el trabajo por cuenta propia pero ahora no dejan que los profesionales ejerzan por su cuenta ni que las paladares tengan más de 50 sillas. Por si fuera poco ahora suspendieron temporalmente la emisión de nuevas licencias de restaurantes privados en La Habana y en otras provincias.
¿Por qué no permiten que los cubanoamericanos inviertan en Cuba? ¿Por qué no se permite la contratación directa sin tener al estado como intermediario?
El cubano es muy emprendedor y tal y como dijo el presidente Barack Obama, lo han demostrado con todo lo que han logrado en Estados Unidos, en especial en la ciudad de Miami. Si el régimen cubano dejara de frenar todo el potencial que tienen sus hijos hoy Cuba sería un país diferente, con más progreso y con mucho que ofrecer para sus nativos y el resto del mundo.
Las pequeñas y medianas empresas en Cuba pueden llegar a desempeñar un rol muy importante en la economía del país pero eso solo sucederá cuando crezcan libremente, sin trabas.
Los cubanos merecen progresar pero el desarrollo requiere menos controles y más apertura, dos condiciones que ahora mismo no se cumplen en su realidad cotidiana.
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