viernes, 22 de mayo de 2015

Montaner acusa de excéntrico al papa Francisco

Montaner acusa de excéntrico al papa Francisco

En un artículo innecesariamente irrespetuoso, el amigo Carlos Alberto Montaner vuelve a la carga contra la Iglesia Católica y el papa Francisco.
El papa Francisco conversa con Raúl Castro.
El papa Francisco conversa con Raúl Castro.

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Una dictadura con rascacielos

Pese a esa oportunista promesa de recuperación de la fe, en realidad se trataba de la reunión entre dos Jefes de Estado, no entre correligionarios.
Termina Carlos Alberto su pieza comparando a la dictadura cubana con el cuerpo colegiado del Estado Vaticano. ¡Vaya desprecio a una institución que ha dado tanto por la salvación moral del ser humano!
¿Qué tendrá que ver la declaración de Raúl Castrode volver a rezar y hasta de asistir a misa, que es un asunto netamente coyuntural o hasta personal, con acusar al papa Francisco de excéntrico y hacedor de rascacielos?
Una persona excéntrica, implica que es rara, extravagante, loca. Nada más lejano a la personalidad y en la conducta del papa Francisco, que es una persona humilde; de profundas creencias religiosas; siempre pidiendo que recemos por él; que no le gustan los lujos y la pompa; que en ocasiones se cocina su propia cena; que prefiere que su anillo sea de plata y no de oro; que ha combatido con justeza a los corruptos de la banca Vaticana; que le ha ido cerrando el camino siniestro a los curas pedófilos; que insiste en poner a los pobres en el centro del trabajo apostólico de la Iglesia Católica; que se desvela por el drama de los inmigrantes en Lampedusa y en todas las fronteras donde la pobreza impulsa movimientos migratorios masivos; que respeta y perdona a los pecadores; que confiesa no sentirse con poder moral para juzgar a las personas gais y/o lesbianas; que quiere que los divorciados vuelvan a la Iglesia; que pide soluciones pacíficas en las zonas de violencia del mundo en base al diálogo y al perdón, como ocurrió en España, después de la sangrienta Guerra Civil del siglo pasado, y en la Suráfrica del apartheid y de Nelson Mandela.

Eso explica la mediación reciente del papa Francisco para que se reconozca a los dos Estados de Israel y Palestina. Que, por cierto, vale la pena decir que no solamente es la posición de Francisco, sino de la Iglesia Católica, pues desde 1994 el papa Juan Pablo II estableció relaciones diplomáticos con el Estado Palestino.
Por supuesto que la Iglesia Católica ha cometido errores en su larga historia, como todos y como toda institución con enormes responsabilidades. No nos molesta, como católicos, que se hablen y discutan. Ese es el carisma de la libertad que viene de la mano de Dios con la creación.
¿O es que acaso no han cometido errores los Estados Liberales que defiende con tanta pasión nuestro amigo Carlos Alberto?
No tendría sentido histórico ni sería justo, que pretendamos disminuir la grandeza de Suecia –el país liberal por excelencia– por la etapa imperialista de Gustavo Adolfo II en el siglo XVII; ni sería inteligente herir a esa otra gran nación liberal, Canadá, por la batalla de Ticonderoga (1758) en la Guerra sangrienta de los Siete Años del siglo XVIII. Hay cosas en la vida que no vale la pena decir, porque hieren con poco sentido y no construyen ni un minúsculo cantero para que crezcan las plantas.
Nuestro amigo y colega Carlos Alberto siempre anda utilizando el Tratado de Letrán (1929), donde Mussolini, como Primer Ministro reconoció al Estado Vaticano. Justo evaluar y hasta discernir cómo ese tratado resolvió un encono histórico entre Italia y la Iglesia Católica. Además de haber sido un acuerdo unificador.
No fue negativo ni destructor que el liberal Winston Churchill, ese gran hombre del siglo XX, visitara en 1927, como ministro de Hacienda de Gran Bretaña, al Primer Ministro Benito Mussolini en Roma.
La historia es maestra, aunque tenga coordenadas curiosas y hasta molestas o criticables. Como bien dijo la sabiduría de El Quijote, "en todas las casas se cuecen habas, y en la mía calderadas".

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