sábado, 2 de mayo de 2015

“En Cuba no llovía desde hace meses ahora cayó demasiada agua”

“En Cuba no llovía desde hace meses ahora cayó demasiada agua”

Los aguaceros del mes de mayo se adelantaron en La Habanapero en la región oriental la extensa sequía mantiene encendidas las alarmas en el Instituto de Recursos Hidraúlicos. Varias presas y manantiales están secos o en mínimos

CLIMA COMPLICADO
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Un vehículo cruza por una calle inundada hoy, miércoles 29 de abril de 2015, en La Habana (Cuba). (EFE) 
LA HABANA.- IVÁN GARCÍA
Especial
Hasta que el miércoles 29 de abril, intensas lluvias cayeron sobre La Habana, desde que el sol se asomaba en el horizonte, Agustín, campesino privado que cosecha acelgas, lechugas y pepinos en un trozo de tierra agrietada en las afueras de la capital, miraba el cielo para ver si descubría nubes que anunciaran chubascos.
“Por culpa de la escasez de agua tuve bajas cosechas. He tenido que desechar cientos de kilogramos de verduras por no tener tamaño ni coloración adecuados. No llovía desde hacía meses”, dice Agustín, ahora preocupado porque cayó demasiada agua sobre sus hortalizas.
José Rubiera, meteorólogo nacional, había declarado que los registros de calor constituyeron un récord histórico en Cuba para el mes de abril. Y todo parecía indicar que por las lluvias habría que esperar.

Los tradicionales aguaceros de mayo se adelantaron un par de días en el occidente y centro de la Isla, pero en la región oriental la extensa sequía mantiene encendidas las alarmas en el Instituto de Recursos Hidraúlicos. Varias presas y manantiales están secos o en mínimos.
En barrios pobres de Santiago de Cuba, Mayarí o Guantánamo, llega el agua desde el acueducto cada nueve días. Tomás, residente en la provincia Granma, 800 kilómetros al este de la Habana, comentó que están recibiendo agua mediante camiones cisternas.
“Al mediodía no hay quien salga a la calle. La ciudad parece un desierto. La tierra está dura como una piedra. Si en Oriente no comienza a llover en mayo, el gobierno va a tener que decretar emergencia nacional”, dijo vía telefónica.
En Cuba, infinidad de viviendas no disponen de agua en sus grifos las 24 horas del día y lo normal es que las familias se vean obligadas a almacenarla para beber, cocinar, lavar, limpiar y bañarse.
“Suelen guardarla en tanques plásticos que antes contenían productos industriales. Esto trae como consecuencia que se pueda contaminar el agua potable utilizada para beber. Al no tener esos reservorios las condiciones adecuadas, aumentan los focos de mosquitos Aedes Aegypti que trasmiten dengue, chikungunya y enfermedades diarreicas”, explica un funcionario de epidemiología.
Al igual que Agustín, Leticia, bodeguera en un barrio habanero, miraba al cielo, esperanzada de que acabara de caer la bendita lluvia. Sentada en una banqueta de madera, rodeada de sacos de arroz vietnamita y azúcar prieta cubana, intentaba aliviar la canícula abanicándose con un trozo de cartón.
“Es insoportable el calor cuando no llueve. Y lo peor, llegas a la casa y vas a darte una ducha y el motor del edificio está roto o aún no ha entrado el agua a la cisterna. El ventilador es un chorro de aire caliente y seco. Cuánto envidio a los que tienen aire acondicionado”, decía un día antes de que el 29 de abril lloviera con fuerza en La Habana.
Moraima, jubilada, ya no tiene que sentarse en el portal de su casa a escuchar novelas de radio, a ver si corría el aire. “Pensaba que nunca iba a refrescar. Es que el calor te quita hasta el apetito. Lo que deseas es comer frutas y tomar batidos. Dos mangos grandes me costaron 25 pesos. La gente se pregunta si también el dichoso bloqueo (embargo) es el culpable que no haya frutas baratas, como siempre hubo en Cuba”, comenta con enojo.
Del calor, la lluvia o los huracanes no se puede culpar al imperialismo yanqui. Aunque Fidel Castro, en algunos de sus cíclicos delirios, acusó al capitalismo moderno de alterar el medio ambiente con emisiones desproporcionadas de óxido de carbono a la atmósfera.
El aire acondicionado todavía sigue siendo un lujo en Cuba. Solo los autos de ministros, generales o turistas están climatizados. Es una osadía viajar en una guagua o un taxi colectivo, cualquier día y a cualquier hora. Bajo un sol de fuego o un diluvio, inspectores estatales con pinta de Luca Brasi (personaje de la novela El padrino) salen a la calle, a ver qué dinero pueden ganar mediante sobornos y corruptelas.
“Esta gente (inspectores y policías) son unos corruptos. Pasan varias veces por mi punto de venta a 'jinetear' (sacarte) unos pesos. Nada los detiene”, señala Arnaldo, dueño de una carretilla que oferta viandas y vegetales en la barriada de La Víbora.
En un país donde las buenas noticias se administran con gotero, el 20 de abril el periódico Granma anunciaba la distribución de 80 mil cocinas de inducción a familias atendidas por la Asistencia Social. Son fabricadas en China, costarán 500 pesos y podrán pagarse a plazos.
“Estas cocinas disminuyen el consumo energético con respecto a las hornillas eléctricas”, argumentó un burócrata del Ministerio de Comercio Interior. En 2006, Fidel Castro lideró su última campaña, que bautizó con el nombre de Revolución Energética y comprendía el reparto a escala nacional de neveras, ollas arroceras y la sustitución de aires acondicionados rusos.
Entonces, el Estado concedió facilidades de pago. Nueve años después, los morosos se cuentan por miles. “Solamente de mirarlos se averiaban. Además, si el Estado lleva 56 años robándonos, mi venganza es no pagarle un centavo por los tarecos que me dieron”, expresa Raudel, quien aún debe dinero al banco por el crédito concedido.
El campesino Agustín y muchos habaneros esperaban ansiosos la llegada de mayo, mes de los aguaceros en Cuba. Pero la climatología se adelantó y el miércoles 29 de abril cayó un aguacero de espanto, con el saldo de tres fallecidos, inundaciones, derrumbes y otros daños.
"Queríamos que la lluvia aliviara el calor, pero no de esa manera. Es que la naturaleza no se puede administrar", dice la bodeguera Leticia.

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