jueves, 7 de mayo de 2015

El castellano nos pertenece tanto a los latinoamericanos como a los españoles'

El castellano nos pertenece tanto a los latinoamericanos como a los españoles'

  • La escritora colombiana Carolina Sanín habla de su nuevo libro 'Los niños'.

La escritora colombiana Carolina Senín.
La escritora colombiana Carolina Senín. EFE

     
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Madrid, 6 de mayo 2015. 11:30 de la mañana. Una mirada dulce y un espíritu tajante. La voz de inequívoca sinfonía latina. Los labios entreabiertos como no queriendo contarlo todo. El idioma español, la expresión de los dos lados del Atlántico. Vive en Bogotá, Colombia, una ciudad que alguna vez odió. Se desenvuelve prudente, pero tierna. Carolina Sanín (Bogotá, 1973) cuenta que sus pilares están en "fijarse en elementos familiares como si fueran extraños", para luego combinarlos a través de la tinta y el papel. Habla de cómo un niño vive el mundo; asegura que es "un misterio de la humanidad". Su último libro ('Los niños' 2015, editorial Siruela) refleja pinceladas de ese enigma que tanto le inquieta.

¿Qué fuerza tienen las letras?
La fuerza incalculable. Escribir tiene el don de crear memoria. Decir algo y escribirlo es diferente. Al escribir puedes pasar más tiempo con una idea, sacarla de ti, volverla otra cosa... volverla un texto, verla desde afuera como si fuera otro ser. Escribir es vivir con una idea por mucho tiempo mientras obtienes lo que quieres.

En su última publicación, 'Los niños', cuenta cómo se forma un vínculo entre una mujer ociosa y un niño huérfano, que aparece misteriosamente en la casa de ésta señora. ¿Por qué su protagonista es un infante?
Me interesa mucho el tema de la infancia. Los niños son desconocidos. La experiencia del cómo un niño vive el mundo es una incógnita, él no lo puede decir mientras lo está viviendo y cuando ya no somos niños ya no nos acordamos. Siempre están en traducción. Esto me parece un verdadero misterio de la humanidad. Me parece muy inquietante, de hecho tiene que ver que muchos de los clásicos de terror sean niños. Es el personaje que da miedo.

¿Y Fidel (nombre del niño en el libro) genera terror?
[Se detiene a pensar unos instantes...]SÍ. Es similar a un fantasma, puede que esté poseído. Él significa lo desconocido. Significa además la entrada de lo público. Él no tiene padres, es el hijo de nadie pero también de todo el mundo. Es como la entrada de una realidad social al espacio doméstico. Es terrorífico. Es la irrealidad como en los cuentos de fantasmas y la mezcla de la realidad del abandono.

¿Hubo un episodio en su vida que marcó el inicio o el fin de 'Los niños'?
Hubo un episodio con un perrito que en el cuento se convirtió en el niño del relato. Un perro llegó a mi casa tal cual como cuenta en el libro. Una noche mí perra salchicha Dalia comenzó a ladrar y al asomarme a mi balcón vi que había un perrito enfrente de la puerta de mi edificio. Es verdad que los perros no miran mucho hacia arriba, pero éste lo hizo. Finalmente bajé y lo cuidé, aunque no vivo él, finalmente le encontré un dueño.

Escribía columnas en el diario 'El Espectador' y ahora lo hace en la revista 'Arcadia'. ¿ Pretende cambiar Colombia a través de sus textos?
Con mis columnas lo qué quisiera es señalar imágenes y realidades que se pasan por alto. En Colombia, hay mucha in conciencia. La gente hace las cosas sin pensar. Es el país del 'como sí', así lo llamo es decir, como sí la gente hace las cosas como si se hiciera realidad. La gente no se fija. Como profesora también me inquieta mucho. En mis escritos demuestro como todos podemos detenernos en actitudes, mirarlas un rato.

¿Podría definirme el mínimo comúm múltiplo de sus escritos?
Esa intención de fijarse en elementos familiares como si fueran extraños. También esa intención de decir y demostrar la convivencia de muchos mundos en un momento especifico.

Cuando renunció a 'El Espectador' usted escribió una columna que fue muy polémica en su país. Señalaba que odiaba Bogotá, la ciudad que le vio nacer. ¿Va mejor la cosa?
¿Por qué se siguen acordando de esa columna si tengo otras 200 más? [Ríe] Bueno, es verdad que esa columna a la gente le chocó muchísimo. ¿Sabes que me impresiona? Que la gente cree que mi intención fue odiosa y antagonica y fue todo lo contrario. Fui autocrítica de algo que es mío. Yo lo hice como algo amoroso. Decir odio es decir amor, lo otro es ser indiferente. Era una reacción visceral amorosa de donde soy y donde escogí vivir. Después de 15 años de no vivir en Colombia decidí volver.

Algunos de sus lectores la comparan con el escritor Fernando Vallejo. ¿Cree qué están acertados?
No. Me dicen que soy muy intensa y yo si me consideró así. Es inocencia. Yo comencé en el espacio de opinión sin saber que había límites y que tenía que ser más suave. Por inocencia terminé ofendiendo ciertos estándares.

¿Quiénes escriben mejor los cachacos (de Bogotá) , los costeños o los paisas (de Antioquia)
Qué buena pregunta... Pues el mejor escritor que ha habido en Colombia y me atrevo a decir del mundo es Gabriel García Márquez (Arataca,1927) y él era costeño...Si hay una región de tradición literaria esa Antioquia.

¿Es el idioma español de alcance universal?
Lo más fascinante del español es que suceda en dos lados del mundo.El castellano nos pertenece tanto a los latinoamericanos como a los españoles. Es la lengua de todos. Esa condición de que es la lengua del otro nos hace vivirla de una manera particular, tanto a los españoles como latinoamericanos.

¿Cree usted en el proceso de paz en Colombia?
Soy optimista. Todos hemos sido castigados en Colombia. La impunidad no existe ni la habrá.Todos somos victimas. La única manera que haya la paz es haciendo una reconciliación nacional. Yo sí creo en el proceso de paz de Santos. Ahora que sea el fin de la violencia en Colombia no creo. Es el fin de una guerra pero no de la batalla. La solidaridad social está profundamente herida.

Próximo libro...
Un libro infantil y una colección de ensayos narrativos y autobiográficos. Una especie de cruce entre géneros.

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