domingo, 30 de noviembre de 2014

Venezuela se acerca a la hiperinflación

Venezuela se acerca a la hiperinflación

EFE
Divisas compras Venezuela
Un grupo de personas espera para poder entrar a una de las tiendas de electrodomésticos de la red Daka en la ciudad de Caracas (Venezuela).
30/11/2014 - CARACAS, Venezuela (AFP). -Los venezolanos sufren hora a hora el desplome de su moneda: el desbocado aumento de precios, que afecta sobre todo a familias tratando de comprar alimentos y medicinas, acerca a la hiperinflación al país con las mayores reservas petroleras mundiales.
Aunque el Banco Central violó sus normas y no reporta la inflación desde hace tres meses (el último dato fue publicado a fines de agosto, de 63.4% anualizado) los venezolanos sienten día a día cómo el bolívar se vuelve humo en sus bolsillos y se intercambia por cada vez menos productos, en una economía dependiente de las importaciones.
La popular hamburguesa Big Mac de Mc Donald´s refleja la espiral inflacionaria: en septiembre de 2013 costaba 125 bolívares (aproximadamente 19.81 dólares) con su combo de papas fritas y bebida gaseosa, mientras que en noviembre 2014 casi duplicó su precio a 245 bolívares (38.83 dólares).
La elección de un plato de comida chatarra para clarificar la escalada de precios tiene varias causas: es popular en el país, mal que le pese a la Revolución Bolivariana que supo acometer contra los apodados “pitiyanquis”.

Pero además, hasta ahora no ha sufrido desabastecimiento, mientras que la mayoría de los productos de consumo básico (frescos o procesados) desaparecen... a veces durante meses.
Una empleada de la cadena de comida rápida, que solicitó no ser identificada, contó a la AFP que “prácticamente cada mes cambiamos el menú y subimos los precios. Este año es cuando más los hemos subido”. Henkel García, director de la firma Econométrica, dijo que la inflación entre septiembre y diciembre puede rondar el 5% cada 30 días, un cálculo a tono con el de muchos otros economistas.
A la par de los aumentos de precios la prolongada sequía cambiaria –que dura ya casi dos años– ha incidido en una caída de la producción nacional, lo que unido a los controles en la economía ha provocado una escasez de al menos uno de cada cuatro productos básicos como aceite comestible, leche, harina de maíz, papel higiénico, desodorante, afeitadoras, champú o detergente.
El avance inflacionario ha llevado al gobierno de Nicolás Maduro a aumentar el salario mínimo tres veces en 2013 y otras tres veces en 2014, para redondear 64% este año.
Con alta inflación y tasas de interés para depósitos bancarios siete veces menores, los venezolanos se lanzan a comprar rápido todo lo que puedan en una carrera contra los precios.
Y al acabarse los productos –en parte por esas compras desaforadas– el único refugio es el dólar paralelo. Pero además de movimientos de pánico o especulación, incide sobre el dólar la menor asignación de divisas como consecuencia del control de cambio.
Esto se une a que Venezuela –que obtiene 96% de sus divisas de las ventas petroleras– ha visto caer un tercio la cotización de su petróleo en el segundo semestre de 2014, lo cual mina las expectativas de conseguir divisas, en un país que importa –entre otros productos– más de la mitad de sus alimentos y medicinas.
La presión es tan fuerte que en el mercado ilegal en un año el dólar pasó de 40 a 150 bolívares y solamente en el último mes trepó de 100 a 150. Al mismo tiempo la tasa oficial del dólar sigue clavada –tal como lo prometió hace un año el presidente Nicolás Maduro– en 6.30 bolívares.
“El deterioro de las expectativas cambiarias, por la caída de precios del petróleo, tradicionalmente se traduce en presiones sobre el dólar. Eso obliga al gobierno a reducir el acceso a las divisas (preferenciales) y a la gente a acudir al mercado paralelo”, explica el economista Pedro Palma a la AFP. “Esto genera una incertidumbre muy grande” y lleva a fijar costos de reposición según el mercado negro, lo que realimenta la inflación, agregó.
De acuerdo con José Guerra, exgerente de Investigaciones del Banco Central, el directorio del ente emisor maneja una propuesta para cancelar la difusión pública de datos inflacionarios y solo entregarlos eventualmente “por solicitudes directas” y tras analizar la pertinencia del pedido.
Pedro Palma advierte que ocultar la estadística aumenta la desconfianza en la moneda y realimenta el riesgo hiperinflacionario. Para Henkel García “el escenario de la hiperinflación va ganando espacio si el desorden monetario sigue o se amplifica, si hay una caída abrupta de la oferta disponible y si hay desconfianza hacia la moneda”.
Aunque a menor ritmo que en 2012 y 2013, la masa monetaria ha seguido ampliándose, y según consultoras locales podría cerrar el año con un alza de 55%.
Pero los expertos pronostican incluso un recalentamiento de las imprentas de billetes en 2015, año en que Maduro –cuya popularidad ha caído a 30%–enfrentará elecciones legislativas.

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