Una de las víctimas, Darill Corona, de 29 años, contó a Martí Noticias detalles del incidente en el hotel Dos Laredos y la constante incertidumbre y temor con que vive, por su situación migratoria y por la posibilidad de que el ataque se repita.
Un grupo de unos 30 migrantes cubanos varados en un hotel en la frontera de México con Estados Unidos sufrieron el lunes en la noche un intento de secuestro en el hotel donde se hospedan.
Una de las víctimas, Darill Corona, de 29 años, contó a Martí Noticias detalles del incidente en el hotel Dos Laredos y la constante incertidumbre y temor con que vive, por su situación migratoria y por la posibilidad de que el ataque se repita.
“Nadie salió herido, pero tenemos un temor muy grande que dichas bandas puedan regresar a cumplir su cometido. Para nadie es una sorpresa que estas bandas criminales secuestran a cubanos y comienzan a pedir rescates de hasta $10 .000 dólares, son torturados y muchos mueren a manos de estas bandas”, insiste.
Los secuestradores entraron al hotel pasadas las 8 p.m. Muchos estaban en sus habitaciones; otros en el segundo piso, donde acostumbraban a conectarse a la red Wi-Fi con más facilidad.
“Escuchamos los ruidos, pero pensamos que era algo normal. A esa hora siempre llegaban unas señoras que nos llevaban comida gratis. Nos ayudaban de caridad. Son mexicanas y estamos muy agradecidos”, comienza a contar Corona.
Pero los ruidos continuaron y no tardaron en subir dos personas armadas, que les gritaban: “Bajen, bajen, que somos Emigración y se van de aquí”. Los cubanos solo atinaban a preguntar qué sucedía, pero los fingidos oficiales no estaban dispuestos a responder preguntas.
“A mi amigo, que estaba a mi lado, le ponen la pistola en la cabeza y solo le decían: ‘Baja, baja, que te mato’, y automáticamente lo golpeaban en la espalda”, detalla.
En el lobby del hotel junto a la puerta, ya cerrada, les esperaba otro de los secuestradores. Llevaba el rostro encapuchado y un arma larga y con la misma actitud de urgencia, les alineaban contra la pared. Otros dos se encargaban de buscar al resto de los cubanos en las habitaciones tras presionar al encargado del hotel por sus unicaciones.
“Realmente nunca mencionaron: ‘Queremos dinero’ ni celulares, señala el cubano. “Solo decían: “Somos de Emigración y nos los vamos a llevar”.
Junto cuando parecía que irremediablemente serían conducidos a la camioneta y los tres autos de los secuestradores, pasó frente a la salida del hotel un auto patrullero de la policía militar mexicana.
“Al ver las luces le dije: ‘Vienen los militares’, y el que estaba bloqueando la puerta se asustó y nos dice: ‘Suban, suban’, para cuando pasaran los militares no vieran a nadie en el lobby del hotel”, cuenta el cubano.
Ante la oportunidad de escapar, los cubanos corrieron en desbandada a sus habitaciones a buscar refugio y alguna forma de salir de allí.
“Yo conseguí llamar a un amigo que estaba en una iglesia y le expliqué lo que estaba pasando y al momento llamaron a los militares”.
Afortunadamente, algunos cubanos lograron saltar por una ventana trasera y salieron a la calle hasta donde estaban los militares del Puente #1 que da la entrada a Estados Unidos. En cuestiones de minutos estaba el sitio lleno de militares, recuerda Corona aliviado.
Salvo un video que grabaron a escondidas y dos o tres detalles del asaltante, los cubanos no pudieron dar otros datos a las autoridades. Sin otro lugar a donde ir, el grupo de cubanos permanece en el hotel, temeroso de que el evento se repita y de esta vez no les acompañe la buena fortuna
Una de las víctimas, Darill Corona, de 29 años, contó a Martí Noticias detalles del incidente en el hotel Dos Laredos y la constante incertidumbre y temor con que vive, por su situación migratoria y por la posibilidad de que el ataque se repita.
“Nadie salió herido, pero tenemos un temor muy grande que dichas bandas puedan regresar a cumplir su cometido. Para nadie es una sorpresa que estas bandas criminales secuestran a cubanos y comienzan a pedir rescates de hasta $10 .000 dólares, son torturados y muchos mueren a manos de estas bandas”, insiste.
Los secuestradores entraron al hotel pasadas las 8 p.m. Muchos estaban en sus habitaciones; otros en el segundo piso, donde acostumbraban a conectarse a la red Wi-Fi con más facilidad.
“Escuchamos los ruidos, pero pensamos que era algo normal. A esa hora siempre llegaban unas señoras que nos llevaban comida gratis. Nos ayudaban de caridad. Son mexicanas y estamos muy agradecidos”, comienza a contar Corona.
Pero los ruidos continuaron y no tardaron en subir dos personas armadas, que les gritaban: “Bajen, bajen, que somos Emigración y se van de aquí”. Los cubanos solo atinaban a preguntar qué sucedía, pero los fingidos oficiales no estaban dispuestos a responder preguntas.
“A mi amigo, que estaba a mi lado, le ponen la pistola en la cabeza y solo le decían: ‘Baja, baja, que te mato’, y automáticamente lo golpeaban en la espalda”, detalla.
En el lobby del hotel junto a la puerta, ya cerrada, les esperaba otro de los secuestradores. Llevaba el rostro encapuchado y un arma larga y con la misma actitud de urgencia, les alineaban contra la pared. Otros dos se encargaban de buscar al resto de los cubanos en las habitaciones tras presionar al encargado del hotel por sus unicaciones.
“Realmente nunca mencionaron: ‘Queremos dinero’ ni celulares, señala el cubano. “Solo decían: “Somos de Emigración y nos los vamos a llevar”.
Junto cuando parecía que irremediablemente serían conducidos a la camioneta y los tres autos de los secuestradores, pasó frente a la salida del hotel un auto patrullero de la policía militar mexicana.
“Al ver las luces le dije: ‘Vienen los militares’, y el que estaba bloqueando la puerta se asustó y nos dice: ‘Suban, suban’, para cuando pasaran los militares no vieran a nadie en el lobby del hotel”, cuenta el cubano.
Ante la oportunidad de escapar, los cubanos corrieron en desbandada a sus habitaciones a buscar refugio y alguna forma de salir de allí.
“Yo conseguí llamar a un amigo que estaba en una iglesia y le expliqué lo que estaba pasando y al momento llamaron a los militares”.
Afortunadamente, algunos cubanos lograron saltar por una ventana trasera y salieron a la calle hasta donde estaban los militares del Puente #1 que da la entrada a Estados Unidos. En cuestiones de minutos estaba el sitio lleno de militares, recuerda Corona aliviado.
Salvo un video que grabaron a escondidas y dos o tres detalles del asaltante, los cubanos no pudieron dar otros datos a las autoridades. Sin otro lugar a donde ir, el grupo de cubanos permanece en el hotel, temeroso de que el evento se repita y de esta vez no les acompañe la buena fortuna
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