Cuba-EEUU: embajadas y cubanos de a pie
El aumento del número de cubanos que llegan sin papeles a Estados Unidos, debido al anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas, es tan elevado que los servicios de asistencia social en la Florida no dan abasto.
julio 19, 2015
Para el 20 de julio, Norge piensa estar bebiendo café cubano en Versalles mientras funcionarios de la autocracia de Castro con sus guayaberas blancas y estadounidenses con cuello y corbata, escuchan sus himnos nacionales y observan cómo izan las respectivas banderas en sus sedes diplomáticas de Washington y La Habana.
Desde hace un par de meses, junto a un grupo de amigos traman una salida ilegal por la costa norte de la isla. Días antes de tirarse al mar en una chalupa de metal con motor diesel, Norge consultó con su santera si la suerte estaba de su lado. En un tablero de madera la mujer tiró varios caracoles y le dijo: “Ahora es el momento”. Entonces los balseros aceleraron sus planes.
“Después que se restablezcan las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la Ley de Ajuste tiene los días contados. Hay que apresurarse. Yo no tengo familia en la ‘yuma’. Pero ya la naranja aquí no suelta zumo. Esto está en candela, como siempre. Para el 20 de julio espero estar jugando dominó en Miami”, señala Norge con optimismo.
Él y sus amigos gastaron los últimos cartuchos. “Algunos vendieron autos y cosas de valor para reunir dinero y construir una embarcación lo más segura posible. También adquirimos un GPS y en el grupo hay personas con conocimiento de marinería”, acota.
Justo después que el presidente Obama y el general Raúl Castro, ofrecieran una alocución simultáne el 17 de diciembre de 2014 mostrando su voluntad de restablecer relaciones diplomáticas, los cubanos que pensaban emigrar a la ‘yuma’, legal o ilegalmente, apresuraron sus viajes.
Si usted conversa con personas que desde las primeras horas de la madrugada esperan una entrevista consular en el parque colindante a la futura Embajada de Estados Unidos, en El Vedado, notará que el nuevo giro diplomático les infunde más dudas que alegrías.
Un segmento significativo de los cubanos que pretenden emigrar definitivamente o solicitar visas temporales opina que Estados Unidos va a cerrar el grifo.
“Ya se está viendo. De cada 10 personas que son entrevistadas para pedir visas de turismo, a 9 les dan el bate (se las niegan). Creo que después del 20 de julio, cuando se restauren las relaciones diplomáticas, únicamente aprobarán los viajes de reunificación familiar. Las visas temporales les serán otorgadas a funcionarios del gobierno y disidentes, asegura Servando, quien a pesar que dos veces le ha sido denegada la visa para visitar a su hija, lo sigue intentando.
Las estadísticas hablan por sí solas. Según los Servicios de Inmigración de Estados Unidos, desde el inicio del año fiscal el 1 de octubre, han ingresado al país casi 19 mil cubanos, por vía marítima o por la frontera con México, una cifra equivalente al total de llegadas el año anterior. Después del anuncio del deshielo, llegaron dos tercios de esa cifra.
El aumento del número de cubanos que llegan sin papeles a Estados Unidos, debido al anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas, es tan elevado que los servicios de asistencia social en la Florida no dan abasto, han colapsado y tienen una lista de espera de casi dos meses de atraso, ha informado la prensa.
Esta situación dilata el asentamiento de personas en otros Estados, el recibimiento de permisos de trabajo y la ayuda monetaria de emergencia. Los recién llegados temen que la reanudación de relaciones diplomáticas a nivel de embajador pueda acabar con las leyes migratorias excepcionales.
Según analistas, los pasos tomados por Obama no alteran la Ley de Ajuste Cubano y no está en peligro de que a priori se pueda derogar por un decreto presidencial. Esencialmente, es una Ley de Derecho Público (Public Law 89-732/1966, que fue aprobada por el 89º Congreso estadounidense y con rango de Ley Federal). Al tener el rango público y ser de interés general -a diferencia de las Private Law-, debe ser solo enmendada, revisada o revocada por el Congreso de los Estados Unidos de América.
Varios políticos cubanoamericanos piden derogarlas o al menos adaptarlas a los nuevos tiempos. Un número significativo de cubanos que se acogen a la Ley de Ajuste, a los pocos meses, visitan la Isla en plan de juerga. Curiosamente, su visión coincide con la del añejo régimen verde olivo. Cuba es el único país del planeta que pide anular una ley que perjudicaría las facilidades migratorias y federales de sus emigrantes.
Si para aquéllos que sueñan con emigrar hacia Estados Unidos las perspectivas les resultan preocupantes, para los nuevos emprendedores privados el giro político de dos naciones agazapadas en su particular Guerra Fría se les antoja promisorio.
Onelio, dueño de una flota de cuatro autos y dos jeeps utilizados como taxis colectivos, cree que con el restablecimiento de las relaciones se presenta una oportunidad de oro para futuros negocios. “Si el gobierno tiene la voluntad de que la gente viva mejor, las cosas van a cambiar. Primero hay que levantar el bloqueo interno a los pequeños propietarios y no tener miedo de que los cubanos podamos hacer mucho dinero. Luego habrá que diseñar una estrategia para que se hagan efectivas las propuestas de Obama y que el pueblo se pueda beneficiar. Si siguen con su muela jorobada (discurso desfasado) se les caerá la careta y el mundo verá quién es el verdadero culpable de la pobreza en Cuba”, subraya Onelio.
Es mayoría el segmento de la población que aplaude el nuevo guión político. “Es mejor vivir en paz y armonía. La gente está cansada del discurso del miedo contra Estados Unidos. Los americanos son nuestros vecinos y siempre han sido un referente para el ciudadano común. Antes de la revolución y ahora. Lo demás es politiquería barata”, dice un taxista habanero.
Los cubanos de café sin leche se mueven a una velocidad diferente en comparación con sus gobernantes. Siete meses después del histórico acuerdo, la población en la Isla aspira a más que un cambio de nombre para la sede diplomática de Estados Unidos.
“Las personas quieren ver cosas concretas. Más comida, arreglo de la ciudad y las viviendas, mejoras en el transporte, banda ancha de internet, llamadas internacionales baratas, vuelos menos costosos y que los negociantes privados puedan importar directamente desde Estados Unidos. Nada de eso está sucediendo. No queremos más teques (palabrerías), queremos ver avances”, apunta Rosario, ingeniera.
Incluso la disidencia local está dividida. Un grupo apoya las nuevas políticas y otro considera que se le otorgó demasiado a cambio de nada a una autocracia aferrada al pasado. Los gobernantes viven en otra galaxia. Sienten temor al vértigo. Apuestan por la parsimonia para no perder el control.
De momento, los beneficios del cambio solo existen en análisis y conjeturas de académicos, políticos y periodistas. Por eso, balseros como Norge apresuran sus planes. “Si Dios quiere, la ceremonia de las embajadas la veré por televisión. Desde Miami”.
Publicado en el blog Desde La Habana el 19 de julio del 2015
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