lunes, 2 de marzo de 2015

Hito histórico: el doble juicio de los aviadores cubanos

GUILLERMO ESTÉVEZ Y DE ARCOS: Hito histórico: el doble juicio de los aviadores cubanos

GUILLERMO A. ESTÉVEZ Y DE ARCOS
02/28/2015 2:00 PM 
 
 02/28/2015 7:00 PM
Muy poco después de Fidel Castro llegar al poder, 43 miembros de la Fuerza Aérea Cubana (19 pilotos escogidos al azar más artilleros y mecánicos) fueron absueltos de toda culpa por un tribunal revolucionario nombrado por el propio Fidel Castro. Sin embargo, en vez de ser puestos en libertad como ordenó el tribunal, a los acusados no se les permitió abandonar la Sala de la Audiencia de Santiago de Cuba por las tropas que los custodiaban. Es más, todos los que habían sido absueltos de todos los cargos, fueron llevados y retenidos en la prisión de Boniato en Santiago de Cuba. Esa misma noche, Castro, ante la prensa escrita, radial y televisada anuló la sentencia absolutoria (¡monstruosidad jurídica!) y dijo que los aviadores eran enemigos potenciales de la Revolución y que ésta no se podía dar el lujo de absolverlos y dejarlos en libertad. Declaró que nombraba a un nuevo Tribunal Supremo compuesto por cinco comandantes de su círculo íntimo y el Ministro de Defensa de aquel momento como Fiscal. ¡Contra Lega! (Contra la Ley). Non bis in ídem (No caben dos juicios sobre el mismo hecho. Se prohíbe juzgar la misma cosa dos veces). Nulla poena sine previa legem (ninguna pena si no existe una ley previa)). Castro rompió y violó el principio de la santidad de la cosa juzgada. No hay que olvidar que Fidel Castro era abogado y conocía estos básicos principios. Este es el instante, el hito histórico que convierte a Castro en tirano-dictador y a la Revolución en tiranía.
El nuevo supremo tribunal estaba formado por seis comandantes. Cinco miembros de este supremo tribunal eran títeres de Castro: el presidente era el comandante Manuel Piñero Losada, alias Barbarroja; los vocales eran el comandante Pedro Luis Díaz Lanz, jefe de la aviación; el comandante Carlos Iglesia Fonseca, alias Nicaragua; el comandante Demetrio Montseni Vila; y el comandante Belarmino Castilla, alias Aníbal. Como fiscal, actuaba el ministro de Defensa, comandante Augusto Martínez Sánchez.
Solo uno de los 6 miembros del supremo tribunal no fue un títere: el comandante Pedro Luis Díaz Lanz, jefe de la aviación, quien no estuvo de acuerdo con el nuevo juicio. Había estado presente en Camagüey el 4 de enero cuando Castro se entrevistó con los aviadores y recordaba las palabras de Castro (“ustedes son oficiales pundonorosos; no tienen problema”). Por eso y por el dictamen absolutorio del primer tribunal, Díaz Lanz consideraba que los aviadores absueltos eran inocentes. El decía que los Castro lo habían engañado política y personalmente. Apenas cinco meses después, el 29 de junio, Díaz Lanz escapó a la Florida y se suicidó en el exilio.
El decoro de los abogados dignos de la época fue salvado por las cartas de enérgica protesta del Colegio Provincial de Abogados de Santiago de Cuba y del Colegio de Abogados de La Habana dirigidas a Fidel Castro y a la opinión pública cubana, publicadas en la prensa escrita y radial. Inmediatamente, el pleno del Colegio Nacional de Abogados, bajo la firma de su presidente, el Dr. Enrique Llansó Ordóñez, se solidarizó con los Colegios de Santiago de Cuba y La Habana. Por esta acción, muchos de estos abogados sufrieron expulsión de sus cátedras de las Universidades de Santiago de Cuba y La Habana, muchos fueron perseguidos y humillados; algunos fueron presos; otros tuvieron que abandonarlo todo (casa, propiedades y familias) precipitadamente y escapar al exilio, aunque muchos de ellos eran simpatizantes de la Revolución y otros eran declarados revolucionarios.
El 5 de marzo, tres días después del Primer Juicio, a las 8 p.m., comenzó el Segundo Juicio Sumarísimo que terminó a las 4 de la madrugada (¡Non bis in ídem!). El títere fiscal no pudo presentar en este Segundo Juicio nuevos cargos ni nueva evidencia, aunque los buscó: no los había. Los acusados no estaban presentes. El títere fiscal llenó la sala de turbas preparadas que abuchearon, empujaron y hasta golpearon y expulsaron a los abogados defensores hasta que solo quedó uno, el Dr. Carlos Peña Jústiz (destacado líder revolucionario de Santiago de Cuba que había defendido a muchos revolucionarios anteriormente), quien valientemente siguió sus argumentos hasta el final de la farsa, del espectáculo político que fue el segundo juicio. Al terminar su alegato dijo al tribunal: “Si ustedes condenan a estos muchachos que ya han sido absueltos, convertirán a Fidel Castro en el Napoleón del Caribe y a la Revolución en una tiranía”. Tiempo después, el Dr. Peña Jústiz fue arrestado, vejado, humillado, torturado y finalmente condenado a 20 años de prisión en represalia por su valiente defensa y lo que dijo. El Segundo Tribunal títere no dictó sentencia, caso insólito. El ya tirano Castro lo hizo en persona.
El 8 de marzo, tres días después del Segundo Juicio títere, otra vez Fidel Castro se presentó en conferencia ante la prensa escrita, radial y televisada y anunció la masacre judicial: “Pilotos: 30 años; Artilleros: 20 años; Mecánicos: 2 años. Condenados todos a trabajo forzado” (La pena de trabajo forzado había sido abolida en Cuba desde la instauración de la república en 1902 y también abolida internacionalmente el 28 de junio de 1930, y después ratificada en 1957 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra por inhumana y cruel).
Los tres miembros del Tribunal del Primer Juicio que nos absolvió recibieron en distintas formas las aciagas consecuencias de su legal, histórica y justa decisión: represalia por no haber cumplido las órdenes de condenarnos. El presidente del Tribunal, el comandante rebelde Félix Pena, fue hallado muerto de un balazo en el pecho en la mañana dentro de un automóvil estacionado en el campo de aviación de Columbia después de haber tenido una acalorada discusión con los hermanos Castro en el Estado Mayor del Ejército el día anterior. Por la noche del día del encuentro con los Castro, el comandante Pena visitó a su amigo, el juez comandante Michel Yabor y le contó lo sucedido con los Castro. La versión de su familia, de los otros miembros del tribunal y de los abogados defensores fue de asesinato; la versión oficial fue de suicidio. El comandante piloto rebelde Michel Yabor, al verse amenazado y en peligro, escapó a Estados Unidos. El primer teniente rebelde abogado Adalberto Parúas pasó años humillado, perseguido y varias veces preso. Le tomó más de 35 años poder salir de Cuba. Los dos fallecieron en el exilio en Miami.
El engaño ha sido es una poderosa y efectiva arma usada por los Castro y el partido para conseguir sus propósitos. Lo han usado desde que estaban en la Sierra Maestra y después de la toma del poder contra amigos, potenciales enemigos, aliados, partidarios, periodistas imparciales, adversarios y oponentes. El engaño lo siguen usando hoy en las negociaciones con Estados Unidos: ellos no excarcelaron a 53 presos políticos porque 7 de ellos no estaban presos; habían cumplido ya su sentencia o estaban en retención ilegal represiva sin juicio y así y todo sus nombres aparecían en la lista de los 53.
Con respeto, Sra. Embajadora Roberta Jacobson: a usted y a su equipo y al presidente Obama los van a engañar también en las negociaciones. Los Castro y el partido no se han ganado la acción ejecutiva presidencial (relaciones diplomáticas), ni la suspensión del embargo. “Cuba Libre” no es solo un trago, ¡es el clamor de un pueblo por su libertad!
Piloto aviador, ex-preso político cubano.

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