Las FARC y el Gobierno colombiano firman el nuevo acuerdo de paz
La sobria ceremonia, que se desarrolló en un teatro de Bogotá en medio de gritos de "sí se pudo", marca el inicio de la cuenta atrás para que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejen las armas en seis meses y sus 7.000 combatientes formen un partido político para acabar el conflicto que dejó 220.000 muertos y millones de desplazados.
El acuerdo fue enviado al Congreso para que lo refrende en el curso de la próxima semana.
"Quiero invitarlos a que, con la mente y el corazón abiertos, le demos la oportunidad a la paz", dijo Santos después de firmar el nuevo acuerdo con un bolígrafo hecho de una bala.
"Quiero invitarlos a (...) trabajar juntos por la reconciliación, alrededor de ideales compartidos de paz, de convivencia, y de respeto", agregó.
Después de cuatro años de negociaciones en Cuba, Santos y Londoño, alias "Timochenko", sellaron un acuerdo en septiembre, pero el pacto fue rechazado en octubre por los colombianos en una consulta, obligando al Gobierno a hablar con la oposición y a volver a la mesa con la guerrilla para hacer ajustes.
Pero las modificaciones no atendieron las dos principales reclamaciones de la oposición liderada por el expresidente Álvaro Uribe: que los jefes de la guerrilla paguen con cárcel por sus delitos y que no puedan postularse a cargos de elección popular.
Tras romper el diálogo con el Gobierno, la oposición anunció marchas y criticó la decisión de refrendar el pacto en el Congreso, donde el partido de Uribe es minoría. Por eso no descartó convocar a un plebiscito para sepultar el acuerdo.
Llamado a la unidad de las FARC
Según el reporte de Reuters, Londoño invitó a todas las fuerzas políticas a unirse alrededor de la paz.
"Nadie debe quedarse por fuera. Con este acuerdo no se deponen posiciones ideológicas, políticas o de conciencia, solo ponemos fin de manera definitiva a la guerra para confrontar civilizadamente las contradicciones", aseguró Timochenko quien de nuevo pidió perdón a las víctimas del conflicto.
"Creemos indispensable, que para el bien del país, la palabra sea la única arma que nos permitamos usar los colombianos", agregó el jefe máximo de las FARC.
Pero el pacto ha dividido a la nación de casi 49 millones de habitantes, una sociedad conservadora donde todavía está arraigado el rechazo a la organización insurgente por su pasado criminal y donde muchos aún no están dispuestos a perdonar.
Santos, ganador del Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para acabar el conflicto armado interno, no solo tiene mayoría en el Congreso para lograr la aprobación del acuerdo, sino también para pasar los proyectos de ley necesarios para implementarlo.
El acuerdo incluye complejos temas como el acceso a la tierra para los campesinos pobres, lucha contra el narcotráfico, administración de justicia, compensación a las víctimas, desminado, la implementación de los pactos y un cese bilateral y definitivo al fuego supervisado por la ONU.
A pesar de todo, la firma del acuerdo con las FARC no garantiza el fin de la violencia en Colombia. Las conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional están estancadas, mientras el Gobierno combate a bandas dedicadas al narcotráfico integradas por exparamilitares de ultraderecha.
El Gobierno estima que el acuerdo de paz impulsará la desacelerada economía del país productor de petróleo, carbón y café para lograr un crecimiento adicional anual de hasta dos puntos porcentuales en el PIB, que el año pasado se expandió un 3,1%.
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