HA MUERTO EL DESTRUCTOR DE CUBA
Por: Ariel
Clavijo.
La muerte de un
tirano siempre genera controversias, y
una de ellas es el dolor de sus seguidores por la desaparición física de su líder.
Esto puede traer consecuencias entre las masas de opositores y seguidores. El
dolor por la pérdida se reflejara en los rostros de aquellos que han idolatrado
al tirano durante cincuenta y tantos años, aunque su estómago se encuentre
pegado a sus espaldas debido al hambre, la miseria, las epidemias, aunque sus
casas se estén destruyendo, aunque sus hijas esta noche vayan a jinetear al malecón
habanero con lágrimas en los ojos. Ese es su dolor, su pena y sufren por lo que
ellos aman; aunque desconozcan que les tiene reparado el destino en el futuro
venidero. Muchos de ellos dejaran de ser fidelistas por la desaparición ocurrida,
otros lo recordaran como aquel que prometía muchas cosas y no cumplía nada, el
de los kilométricos discursos, el de decisiones apresuradas con consecuencias fatídicas
y contradictorias, al que sembró el sentimiento anti-imperialista en el pueblo,
el que movía un millón de ciudadanos a la plaza de la Revolución.
La parte más
dolida, recordara que bajo su mandato ocurrieron miles de fusilamientos, miles
de años de prisión entre aquellos que discrepaban de su política, la perdida de
propiedades, la salida de industriales y la clase media con sus capitales al
exterior en busca de una estabilidad y seguridad que conllevo al colapso económico
que se ha mantenido hasta el día de hoy. Invasiones fallidas a otros países, el
mantenimiento logístico y económico de grupos guerrilleros a lo largo y
ancho de varios continentes. Muerte y desolación
se han ido apoderando de nuestra patria otrora prospera. Implanto sistema de
terror y miedo como política y adopto el ateísmo como religión y logro convertir
a la América Latina en la representación anti imperialista gracias a los fondos
otorgados por el amo Ruso que ocupo nuestra isla.
Es lamentable su
muerte, si, es lamentable porque no pudimos pararlo frente a un tribunal que lo
juzgara y lo hiciera pagar por tanto crimen, por tanto odio, por tanta miseria,
por tanta hambre, por exportar una ideología criminal a otros países, por
alimentar las guerrillas en Venezuela, Colombia, Bolivia, Perú y otros países,
por enviar a nuestros hijos a matar a ciudadanos en Angola, Etiopia y otros países
Africanos, por causar dolor en miles de madres que perdieron a sus hijos en
enfrentamientos contra sus tropas asesinas y otras miles que perdieron sus vidas
tratando de buscar la libertad en el Estrecho de la Florida. Lamentamos su
muerte por no poder ver el miedo reflejado en su rostro ante la justicia al
escuchar la sentencia de muerte por los crímenes cometidos, por eso estamos
tristes.
Y para aquellos
que derraman lágrimas de dolor por la desaparición física del mayor asesino que
ha tenido Cuba, les decimos hoy, ese, al que ustedes lloran, en ningún momento sintió
compasión por su pueblo hambriento y solo supo alimentar su Ego para ser
comparado por otros asesinos como Marx y Lenin, como Stalin y Hitler que ya
tienen su reconocimiento en la historia, como CRIMINALES DE LA HUMANIDAD.
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