¿Por qué se van los maestros de las aulas en Cuba?
Las historias pueden tener tonos más personales e inciertos. El final es común en muchos casos: Los que una vez asumieron las aulas con amor, se marchan resentidos
MARÍA MATIENZO PUERTO.-DIARIO DE CUBA
Padres, alumnos y autoridades se quejan del déficit de maestros en las aulas, pero no existe una discusión pública de las razones. Las relaciones entre personas que, aun cuando les guste su profesión, se sienten y se muestran frustradas por los bajos salarios, las condiciones paupérrimas de trabajo y las exigencias de directivos desconectados de la realidad, son razones que esgrimen algunos exeducadores.
Mayra intentó regresar al aula porque quería comenzar su maestría en Ciencias Pedagógicas en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, en La Habana. Ella es graduada de Español y Literatura y dejó de ejercer hace 15 años porque había comenzado el programa de Maestros Integrales en el que un profesor debía dar todas las asignaturas, sin importar la especialidad en la que se hubiese graduado.
"Era el mismo salario para decir disparates, porque no por gusto yo soy maestra de Español. Qué hacía dando clases de Química, por ejemplo", recuerda. "Ahora regresé y me encuentro con un fenómeno parecido. Debo dar 24 horas lectivas, lo que significa que tengo que tener al menos cinco grupos y dar clases todos los días; debo hacer guardias obreras y guardias docentes, llevar un registro, ser profesora guía de un grupo, revisar controles sistemáticos y libretas, mi día de preparación ajustarlo a las necesidades de la escuela y, si falta alguno de mis compañeros, cubrirlo", enumera.
Como hay tanta escasez de especialistas, a Mayra le propusieron en el municipio trabajar de metodóloga de su especialidad. Tendría más tiempo de libre y sí le respetarían su idea de superación.
"Si estoy directamente en el aula puedo contratarme horas extras lo mismo en la escuela que doy clases como en otra, y me pagarían 40 pesos (1,66 dólares) por cada grupo que tenga, además de los míos. O sea, menos tiempo por unos quilos más. Me estoy replanteando hasta la idea de la maestría porque eso no hay cuerpo que lo resista", dice.
Un metodólogo del municipio de Habana del Este, que pidió no ser identificado, se refiere a los problemas para encontrar personal capacitado que enviar a las aulas.
"Ya no aceptamos a cualquiera como en otros tiempos, pero seguimos desesperados", reconoce a DIARIO DE CUBA. "La resolución de pagar los 40 pesos por lo que se haga extra es solo por este curso, el que viene nadie sabe qué pueda pasar porque, cuando se trata de dar dinero, nosotros los maestros somos los últimos en percibir algo".
"En Alamar faltan maestros en casi todas las secundarias ", agrega sin precisar datos. Algunos alumnos aseguran que en la Secundaria Básica 26 de Julio hay grados con solo dos profesores.
La estrategia del Gobierno para solucionar la estampida de los docentes hacia otras profesiones con mejores condiciones de trabajo y remuneración sigue siendo política y no económica.
"Y me hice maestro, pero ahora trabajo en el puerto de La Habana. Al final de día la dignidad y los diplomas que me gané no me daban de comer ni a mí ni a mi familia y tuve que escoger, tristemente", comenta Fabián. "Todavía me encuentro por ahí con algunos exalumnos y me duele el pecho", añade.
"Mis zapatos estaban remendados y mis alumnos tenían teléfonos celulares con los que yo no podía soñar", se queja Marta, quien no quiere recordar esos momentos de angustia. Otros esgrimen como argumentos las relaciones humanas y el burocratismo.
Tanya es graduada de Pedagogía y trabaja de promotora cultural en una Casa de Cultura.
"Me sacaron de quicio, pero no los alumnos como la mayoría de la gente suele pensar que pasa en las secundarias. Los alumnos son adolescentes, con conocimientos y metodologías uno los controla. Fueron las autoridades del municipio con sus exigencias tan alejadas de la realidad de un aula y la dirección de la escuela, que no sabe ponerse del lado correcto, los que hicieron que yo tomara la decisión de alejarme".
Mauricio es profesor particular de Inglés e intentó, con el sueño de recuperar años para su jubilación, entrar a dar clases en una secundaria básica. No resistió más de un curso.
"Me machacaron todo lo que quisieron", cuenta. "Lo de menos eran los alumnos que por momentos se volvían incontrolables y que no tenían ningún interés después de haber estado medio curso sin profesores. Lo de más era la cantidad de controles, registros, evaluaciones que tenía que entregar, las visitas de metodólogos cuestionándomelo todo sin saber el idioma. Y al final prácticamente me obligaron a aprobar a unos alumnos para no afectar las estadísticas... Por eso prefiero ser cuentapropista".
Adriana estuvo impartiendo clases de Español y Literatura en el preuniversitario de Alamar (al este de La Habana) durante el curso 2013-2014 y recuerda cómo el acoso de una profesora de Marxismo fue decisivo para que pidiera la baja. Un día la profesora le dijo sobre un estudiante que se oponía abiertamente al Gobierno: "Suspende a ese que es contrarrevolucionario".
"Entraba a tus turnos de clases para ver de qué estabas hablando y te interrogaba por los pasillos como si fuera una policía, además de cuestionar cualquier ropa que ella considerara inapropiada", relata.
Las historias pueden tener tonos más personales e inciertos. El final es común en muchos casos: Los que una vez asumieron las aulas con amor, se marchan resentidos.
Yailyn y Marianela quienes se sienten utilizadas. La primera fue profesora de la Escuela Primaria 60 Aniversario y ahora trabaja en una cafetería. "La directora me puso a escoger entre mi trabajo, que me gustaba mucho, y la salud de mi hija", es lo que le dice a cualquier padre que se le acerca con la idea de convencerla de que regrese.
Marianela era auxiliar pedagógica en un escuela primaria de Centro Habana y, por la experiencia que tenía, terminó asumiendo la responsabilidad de un aula de segundo grado, "con preparaciones metodológicas, incluidas".
Un día enfermó y cuando regresó había sido sustituida, sin previo aviso, pero el déficit de maestros en la escuela continúa. "Conmigo no pueden contar más porque me utilizaron como si yo fuera un medio básico", lamenta.
Publicado originalmente en Diario de Cuba
EDUCACIÓN
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Imagen tomada de Internet de un aula provisional en una escuela cubana. (CAPTURA DE PANTALLA)
Padres, alumnos y autoridades se quejan del déficit de maestros en las aulas, pero no existe una discusión pública de las razones. Las relaciones entre personas que, aun cuando les guste su profesión, se sienten y se muestran frustradas por los bajos salarios, las condiciones paupérrimas de trabajo y las exigencias de directivos desconectados de la realidad, son razones que esgrimen algunos exeducadores.
Mayra intentó regresar al aula porque quería comenzar su maestría en Ciencias Pedagógicas en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, en La Habana. Ella es graduada de Español y Literatura y dejó de ejercer hace 15 años porque había comenzado el programa de Maestros Integrales en el que un profesor debía dar todas las asignaturas, sin importar la especialidad en la que se hubiese graduado.
"Era el mismo salario para decir disparates, porque no por gusto yo soy maestra de Español. Qué hacía dando clases de Química, por ejemplo", recuerda. "Ahora regresé y me encuentro con un fenómeno parecido. Debo dar 24 horas lectivas, lo que significa que tengo que tener al menos cinco grupos y dar clases todos los días; debo hacer guardias obreras y guardias docentes, llevar un registro, ser profesora guía de un grupo, revisar controles sistemáticos y libretas, mi día de preparación ajustarlo a las necesidades de la escuela y, si falta alguno de mis compañeros, cubrirlo", enumera.
Como hay tanta escasez de especialistas, a Mayra le propusieron en el municipio trabajar de metodóloga de su especialidad. Tendría más tiempo de libre y sí le respetarían su idea de superación.
"Si estoy directamente en el aula puedo contratarme horas extras lo mismo en la escuela que doy clases como en otra, y me pagarían 40 pesos (1,66 dólares) por cada grupo que tenga, además de los míos. O sea, menos tiempo por unos quilos más. Me estoy replanteando hasta la idea de la maestría porque eso no hay cuerpo que lo resista", dice.
Un metodólogo del municipio de Habana del Este, que pidió no ser identificado, se refiere a los problemas para encontrar personal capacitado que enviar a las aulas.
"Ya no aceptamos a cualquiera como en otros tiempos, pero seguimos desesperados", reconoce a DIARIO DE CUBA. "La resolución de pagar los 40 pesos por lo que se haga extra es solo por este curso, el que viene nadie sabe qué pueda pasar porque, cuando se trata de dar dinero, nosotros los maestros somos los últimos en percibir algo".
"En Alamar faltan maestros en casi todas las secundarias ", agrega sin precisar datos. Algunos alumnos aseguran que en la Secundaria Básica 26 de Julio hay grados con solo dos profesores.
La estrategia del Gobierno para solucionar la estampida de los docentes hacia otras profesiones con mejores condiciones de trabajo y remuneración sigue siendo política y no económica.
"Y me hice maestro, pero ahora trabajo en el puerto de La Habana. Al final de día la dignidad y los diplomas que me gané no me daban de comer ni a mí ni a mi familia y tuve que escoger, tristemente", comenta Fabián. "Todavía me encuentro por ahí con algunos exalumnos y me duele el pecho", añade.
"Mis zapatos estaban remendados y mis alumnos tenían teléfonos celulares con los que yo no podía soñar", se queja Marta, quien no quiere recordar esos momentos de angustia. Otros esgrimen como argumentos las relaciones humanas y el burocratismo.
Tanya es graduada de Pedagogía y trabaja de promotora cultural en una Casa de Cultura.
"Me sacaron de quicio, pero no los alumnos como la mayoría de la gente suele pensar que pasa en las secundarias. Los alumnos son adolescentes, con conocimientos y metodologías uno los controla. Fueron las autoridades del municipio con sus exigencias tan alejadas de la realidad de un aula y la dirección de la escuela, que no sabe ponerse del lado correcto, los que hicieron que yo tomara la decisión de alejarme".
Mauricio es profesor particular de Inglés e intentó, con el sueño de recuperar años para su jubilación, entrar a dar clases en una secundaria básica. No resistió más de un curso.
"Me machacaron todo lo que quisieron", cuenta. "Lo de menos eran los alumnos que por momentos se volvían incontrolables y que no tenían ningún interés después de haber estado medio curso sin profesores. Lo de más era la cantidad de controles, registros, evaluaciones que tenía que entregar, las visitas de metodólogos cuestionándomelo todo sin saber el idioma. Y al final prácticamente me obligaron a aprobar a unos alumnos para no afectar las estadísticas... Por eso prefiero ser cuentapropista".
Adriana estuvo impartiendo clases de Español y Literatura en el preuniversitario de Alamar (al este de La Habana) durante el curso 2013-2014 y recuerda cómo el acoso de una profesora de Marxismo fue decisivo para que pidiera la baja. Un día la profesora le dijo sobre un estudiante que se oponía abiertamente al Gobierno: "Suspende a ese que es contrarrevolucionario".
"Entraba a tus turnos de clases para ver de qué estabas hablando y te interrogaba por los pasillos como si fuera una policía, además de cuestionar cualquier ropa que ella considerara inapropiada", relata.
Las historias pueden tener tonos más personales e inciertos. El final es común en muchos casos: Los que una vez asumieron las aulas con amor, se marchan resentidos.
Yailyn y Marianela quienes se sienten utilizadas. La primera fue profesora de la Escuela Primaria 60 Aniversario y ahora trabaja en una cafetería. "La directora me puso a escoger entre mi trabajo, que me gustaba mucho, y la salud de mi hija", es lo que le dice a cualquier padre que se le acerca con la idea de convencerla de que regrese.
Marianela era auxiliar pedagógica en un escuela primaria de Centro Habana y, por la experiencia que tenía, terminó asumiendo la responsabilidad de un aula de segundo grado, "con preparaciones metodológicas, incluidas".
Un día enfermó y cuando regresó había sido sustituida, sin previo aviso, pero el déficit de maestros en la escuela continúa. "Conmigo no pueden contar más porque me utilizaron como si yo fuera un medio básico", lamenta.
Publicado originalmente en Diario de Cuba
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