¿Bajo costo para quién?
Desde un año antes de la celebración de su medio siglo, en julio de 2015, Santiago de Cuba está envuelta en un fervor constructivo que no cesa. No solo se han reparado múltiples inmuebles del Casco Histórico de la ciudad, sino que se han implementado y reanimado negocios gastronómicos y artesanales, algunos de ellos
rentados al cuentapropismo.
Pero sin dudas las construcciones más vistosas son los edificios de viviendas que se levantan por todos lados. Sobresalen por sus diseños y colorido, su construcción es acelerada, utilizando para ello la introducción de tecnologías de rápido montaje y materiales no convencionales como el sistema VHICOA: estructura de acero y zinc, con exterior de placas de cartón atornillado.
Barrios pobres como San Pedrito y la Playita están siendo trasladados poco a poco a estos edificios multifamiliares. Las autoridades están orgullosas de mostrar el trabajo que vienen realizando, así lo hicieron el pasado febrero durante la visita mediática de Raúl Castro a la ciudad.
Los vecinos acogen la entrega de estos apartamentos con entusiasmo, no les importa que unos de los requisitos para recibirlos sea demoler sus paupérrimas casas con lo que tengan a mano. Lo importante es mejorar las condiciones de vida.
Para acelerar el proceso de entrega, se ha creado la modalidad de bajo costo, que consiste en entregar la vivienda con parte de la obra sin terminar.
"Los primeros apartamentos se entregaban completos", comenta Jesús, vecino de Micro 9, que recibió su vivienda hace un año. "Recuerdo que para los edificios construidos por las brigadas ecuatorianas trajeron hasta los muebles; pero, finalmente, como todo en este país, los muebles tomaron otro camino".
Jesús, como otros muchos moradores, está a la espera de la propiedad y de la estimación del precio de la nueva vivienda. El valor de la propiedad demolida no se tomará en cuenta, pero al menos esperan que se valoren los gastos de obra que deben hacer en su nueva casa: Enchapar todo el suelo, enlosar baño y cocina, poner las puertas interiores de las habitaciones, y falso techo en los sistemas VHICOA, trabajos que la mayoría no puede costearse.
El costo mínimo por enchapar el suelo es de 500 pesos convertibles (CUC), y es un trabajo que debería ser prioritario. La endeble capa de cemento que los recubre es propensa a las rajaduras que ya se muestran en algunos apartamentos, por lo que está vedado limpiar con excesiva agua.
Para Sonia, ama de casa recién mudada en un edificio VHICOA, terminar la construcción sería una tarea imposible. Ni siquiera posee muebles, los colchones en los cuartos están en el suelo.
"Al fin salí de la cuartería", dice, no obstante. "Nosotros éramos propietarios, pero no toman nada de eso en cuenta. No creo que pueda poner baldosas en el piso con el sueldo de barrendero de mi marido, pero intentaremos enlosar la meseta de la cocina con retazos de azulejos".
Es una opción viable. Se recolectan trozos de azulejos desechados en otras obras para crear un enlosado multicolor, solución que permite prescindir de la compra de las costosas losas disponibles solo en CUC.
Los flamantes edificios multifamiliares padecen de malas terminaciones. El cumplimiento de los plazos de entrega y los constantes robos de materiales repercuten en ello. Los moradores, conscientes, tratarán de minimizar los daños y mejorar sus apartamentos, pero sin el establecimiento de una venta de materiales asequibles les resultará difícil.
Lo sentenció Andrés, otro nuevo vecino, sentado frente a su apartamento: "Serán de bajo costo, solo para las inversiones del Gobierno".
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