Neocastrismo: dinastía tropical
Los sistemas dictatoriales terminan por asumir el ejercicio público como una empresa privada. Nadie parece confiable para la elite, los vínculos familiares y personales resultan la unica garantía. Fidel Castro, el fundador de la dinastía castrista, en su larga estancia en el poder, acaparó los primeros puestos del país.
Consistentemente trabajó para que su hermano menor Raúl fuera la segunda figura del régimen, su cartera sería la de Defensa, posición clave en la estructura del sistema.
En 2006, cuando Castro I sufre de incapacidad, Castro II pasa a primer plano, y el régimen comienza a promocionarse como la obra de Fidel y Raúl. Este último se hace acompañar de altos oficiales, que le secundaron en la configuración del Segundo Frente durante marzo de 1958. Sin embargo, el tiempo también se agota para él. Necesita dar paso a otros que sean capaces de mantener en pie el entramado. Y es ahí donde la familia resulta la garantía. Por ello, el mandato raulista se ha caracterizado por conceder visibilidad a la familia. Poco a poco, los vástagos del clan han pasado a desempeñar roles públicos en parcelas de poder.
El último de ellos en alcanzar visibilidad ha sido el coronel del MININT Alejandro Castro Espín, hijo del dictador de turno. Con una tenue participación en la guerra de Angola, pasa durante el mandato del padre a asistente personal y jefe de la Comisión de Seguridad de la Asamblea del Poder Popular. Fue presentado en sociedad durante la Cumbre de las Américas. Desde entonces acompaña al padre en diferentes viajes al exterior, construyéndole así una imagen pública. En el ordenamiento del tránsito dinástico, los últimos pueden llegar a ser los primeros.
Alejandro es el delfín del raulismo. Para que le sea entregado formalmente el poder, resulta necesario ir desplazando a toda una serie de figuras de larga trayectoria, a los cuales les debe resultar difícil aceptar órdenes de un advenedizo. Hemos visto la jubilación de muchos jerarcas, sobre todo militares, lo cual no solo obedece a la necesaria renovación, sino también a la estructuración de un equipo más dócil al heredero. Aunque probablemente este no ejercerá el poder desde la vida civil.
Nadie puede saber, exactamente, cuál es la verdadera estrategia que se aplicará para mantener en pie el sistema. Por tanto, no resulta descartable el hecho de que una figura incolora a lo Díaz-Canelasuma el mando formal después de Raúl. El verdadero poder quedaría en la sombra, terminando de construirse un historial que permita al heredero posesionarse con las armas bajo su mando.
El control de sectores vitales del país por parte de la familia no resulta nada oculto ni misterioso.Mariela Castro Espín, ha terminado designada primera sexóloga del país. Es una especie de "Primera Dama", encargada del trabajo social a favor del sistema. Es miembro de la Asamblea Nacional del Poder Popular y toda su gestión se ha dirigido a encubrir y blanquear la responsabilidad del régimen por los tantos años de homofobia y represión en nombre de la denominada moral socialista.
El desempeño de Mariela no solamente pretende presentar una cara liberal del sistema, puesto que el sexo significa un sector económico importante. La industria turística asociada al sexo parece despuntar en la realidad de la Isla, controlada por el Gobierno. En un pasado viaje a Holanda, la sexóloga valoró de manera muy positiva la prostitución. Esto contrasta con el discurso oficial durante todos estos años, que ha justificado el triunfo del régimen por la necesidad de erradicar el negocio del sexo como lacra del pasado.
El primogénito del hermano mayor, Fidel Castro Díaz-Balart, luego de ser destituido de su cargo al frente del programa nuclear cubano, pasó un tiempo con un bajo perfil público. Resurgió recientemente, como una figura con autoridad dentro del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, en específico en los sectores de la energía nuclear y la nanotecnología. El interés de Castro Díaz-Balart por la ciencia apunta al valor económico que puede representar la misma.
El otro hijo del viejo Castro, Antonio Castro Soto del Valle, paso de ser un médico desconocido a dirigir la medicina deportiva. En la actualidad se desempeña como una autoridad en el béisbol. Los intereses del médico rebasan el marco del deporte nacional. El golf y la pesca también caen en la esfera de sus negocios. Tal vez en un futuro se convierta en el zar del deporte cubano, con lo que esto implica en términos de ganancias.
Otro actor importante es Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, quien controla el grupo empresarial militar GAESA. El protagonismo de este hombre nace del matrimonio, hoy disuelto, con la hija mayor de Raúl Castro, Deborah. Se comenta que para lograr buenos resultados en los negocios en Cuba, es necesario estar en buenas con el señor. Los yernos también tienen su correspondiente cuota de poder en el reinado.
El panorama nos muestra a una familia que se asume predispuesta genéticamente al poder. Dos factores serán necesarios en el escenario que desea construir. Primero, una oposición dócil, que acepte como válida la maniobra, o que al menos no resulte un reto incómodo. Segundo, una comunidad internacional dispuesta a aceptar a la pretendida elite, enmascarada en un supuesto ambiente de cambios y apertura.
A partir del congreso del Partido Comunista que comienza mañana las piezas de este tablero serán movidas con más visibilidad. Lo que ocurra en los próximos meses dirá cómo se perfila esta confrontación entre el pueblo cubano y el clan de los Castro.
Este artículo es de la autoría de Adrián Sosa y Antonio G. Rodiles.
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