Estudiantes universitarios trabajan con cuentapropistas para enfrentar sus gastos
Paladares, salones de belleza, cafeterías son algunos de los negocios "por cuenta propia" en los que buscan trabajo universitarios santaclareños para enfrentar sus gastos.
Según la resolución 353 de 2013 del Ministerio de Finanzas y Precios, cualquier persona mayor de 17 años tiene derecho a ser
contratado por un cuentapropista. Esto ha facilitado que estudiantes se empleen en el pequeño sector no estatal para aliviar las cargas de sus familias.
"Últimamente es más factible ir a la UCLV (Universidad Central Marta Abreu de Las Villas) en una motoneta que en ómnibus, pero son cinco pesos (moneda nacional) diarios… Si no trabajara en el Chaplin Café no sabría cómo asumir mis gastos de transporte. Mi familia no puede sufragarme ese gasto", señala Yelena Orosco, estudiante de tercer año de Economía.
Las "motonetas" son motocicletas adaptadas para agregarle un espacio en el que puedan viajar pasajeros. Las gestionan los transportistas privados.
El transporte no es el único gasto para los universitarios. Se suman los de alimentación —tanto para becados como para externos—, recreación y vestuario.
Cristian Bravo Ramírez, quien cursa el primer año de Estomatología, afirma que gracias a su trabajo en El Patio de Belkis puede pagarse una pizza u otro alimento cuando el almuerzo de la Universidad de Ciencias Médicas Dr. Serafín Ruiz de Zárate Ruiz, de Villa Clara, no es el mejor, algo bastante frecuente.
Pero los estudiantes necesitan además recreación y momentos de esparcimiento. A espacios como Los Caneyes, El Tope (del Hotel Santa Clara Libre), o el Carishow, no se accede con los dos pesos cubanos de El Mejunje. Mínimo se requieren dos CUC (50 pesos moneda nacional) para la entrada, porque el consumo… esa es otra historia.
"A mí me gustan las fiestas, el baile e impresionar a mi novia con un lugar de calidad. El Mejunje es barato, pero si quiero beber ya necesitaría, por lo menos, 11 pesos para comprar un vino decente", comenta Alejandro Tamayo, de cuarto año de Cultura Física.
Tamayo trabaja "en una compañía danzaria de Los Cayos" y, aunque es agotador llevar el binomio de actividades, esto le "permite ser independiente y ayudar" a su familia.
Otro problema es el vestuario. Los estudiantes universitarios necesitan adquirir prendas de vestir a lo largo de sus cinco años de estudio. Usualmente, la ropa se vende a altos precios y este es otro gasto para el cual los jóvenes sacan recursos del trabajo para cuentapropistas.
Pese a las ventajas económicas, trabajar tiene su precio. Resta tiempo al estudio, aumentan las llegadas tarde, las ausencias a clases y la atención se disipa por el agotamiento físico.
"En ocasiones duermo en clases, porque estoy muy cansado, laboro de 5:00 a 8:00 pm, incluso hasta las 10:00 pm, según la cantidad de trabajo por hacer. Tengo que volverme maga para llevarlo todo al mismo tiempo", confiesa Diana Lorenzo, estudiante de primer año de Enseñanza Primaria, que funge como dependiente en la Paladar del Gordo.
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