Como fichas de dominó
¿Terminó la euforia izquierdizante en América Latina? Después de casi dos décadas de que el virus del Socialismo del Siglo XXI hiciera metástasis en nuestro continente, se ha hecho evidente el agotamiento del discurso populista de Fidel, Hugo y compañía. Los resultados económicos de los dos países que encabezan el bloque no inspiran a su seguimiento, de ahí la tendencia creciente entre el resto, de cambiar discretamente a un modelo socialdemócrata donde la palabra comunismo es casi una obscenidad.
Los pueblos latinoamericanos fueron arrastrados por algunos líderes atiborrados de nacionalismo, ambiciones personales, antimperialismo y confusas ideas marxistas totalmente divorciadas de la realidad, pero que aprovecharon circunstancias propicias a las promesas de más pan en la mesa, educación y salud para todos.
Al final, el pan en la mesa es cada vez más escaso, y la educación y salud para todos no es gratis, sino que sale del bolsillo de los propios trabajadores. Una gran estafa, al decir del peruano Eudocio Ravines, y todo a cambio de haber entregado su libertad a algún iluminado mesías. Realmente el socialismo resultó ser un mal negocio.
Derrotados en las parlamentarias de Venezuela, las presidenciales de Argentina y por último, en el plebiscito de Bolivia, los socialistas del siglo XXI están contra las cuerdas y a punto de tirar la toalla. De Cuba ni hablar, entre anuncios de crecimiento y besos y caricias prodigados con los históricos enemigos del norte, la confusión en las filas comunistas es total. ¿Hacia dónde vamos?, se preguntan. Conmigo no han contado, declara el otrora líder máximo, hoy objetivo turístico de papas y presidentes.
Nicolás Maduro continúa con la práctica de aumentar los salarios, crear empresas estatales improductivas y más ministerios, esto es, más burocracia corrupta. A estas medidas las llama radicalizar la revolución socialista. ¿Otra Cuba? La inflación, la improductividad, el desabastecimiento, el mercado negro, la corrupción y el delito es lo único que crece con estas medidas, ya eso quedó demostrado desde la extinta URSS.
En Argentina los movimientos de izquierda hacen resistencia a las medidas de Mauricio Macri que buscan subsanar el derroche y la corrupción kichnerista; sindicalistas, burócratas, amamantados y el resto de la fauna revolucionaria-peronista-socialista, quieren seguir viviendo del erario público, los prohombres de las ideas llamadas progresistas.
En Bolivia ya le sonó la campana a Evo Morales. A pesar de los buenos resultados de su gestión, otra reelección es demasiado. Ya comienzan a ver la luz los casos de corrupción en su entorno más cercano, es natural que el sentimiento de impunidad se imponga y, aunque no llegue a convertirse en una dictadura, cada vez los círculos de poder querrán más y las instituciones saldrían perdiendo al final, los ciudadanos dejarían de serlo y pasarían a ser súbditos de un líder y su partido. Todo lo logrado por el pueblo boliviano en estos últimos años se convertiría en cartillas de racionamiento y dirigentes corruptos.
Los comentaristas de la televisión cubana, muestran cuán poco conocen de cómo funciona el mundo real al cuestionar los sistemas electorales de los países que deciden abandonar el sendero luminoso ofrecido por el socialismo. Estos comentaristas achacan la pérdida de votos de sus favoritos a las campañas de la derecha, la presión del imperio, las guerras económicas y mediática, las conspiraciones internacionales y cualquier otra justificación tonta. Por último, confiesan que si la izquierda quiere mantenerse en el poder, debe echar a un lado los mecanismos democráticos siguiendo el ejemplo de Cuba.
Estos criterios, propios del salvajismo político propugnado por los revolucionarios cubanos, no son adecuados para estos tiempos de las nuevas tecnologías de lainformática y las comunicaciones. Eltotalitarismo, que es la propuesta, nunca ha sido solución para los problemas sociales de ningún lugar en el mundo, ni de derecha ni de izquierda. Los regímenes totalitarios han fracasado siempre porque van contra la naturaleza humana. Sin libertad no hay desarrollo posible.
Este es el principal error de los dictadores o aspirantes a serlo. Si su programa de gobierno es tan bueno y exitoso, por qué todo tiene que centrarse en la permanencia de su persona al frente de la primera magistratura. Los que supuestamente se deben al pueblo no creen que el pueblo por sí mismo sea capaz de no votar por ellos, con lo que muestran todo lo arrogantes que pueden ser.
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