miércoles, 6 de julio de 2016

Cumpleaños feliz y corrupto

Cumpleaños feliz y corrupto

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Preparativos para festejo del Partido Comunista de China. (ABC)
Después de 95 años de fundado el Partido Comunista Chino (PCCh), aquel país muestra logros que lo colocan como la segunda economía mundial. Los primeros 45 años transcurrieron entre hambrunas, cacerías masivas de gorriones, fundición doméstica de acero, revoluciones culturales, planes quinquenales y más hambrunas.
Claro está que en todo ese tiempo tuvieron un gobernante que cruzó a nado el Río Amarillo, escribió poemas y amenazó a todos sus vecinos mientras manifestaba su convencimiento de que EEUU era un tigre de papel.

Mao Tse Tung, máximo líder de aquel país falleció finalmente el 9 de septiembre de 1976, no en una acción heroica o víctima de algún atentado del enemigo imperialista, sino de una razón más vulgar, casi prosaica: vejez.
Fue a partir de 1978 que Deng Xiaoping, compañero de ruta capitalista al decir de Mao, comenzó una tímida reforma económica que continuó definiéndose cuando en septiembre de 1988 el secretario general del PCCh, Zhao Ziyang, invitó al economista liberal Milton Friedman para terminar de ajustar el tránsito de China hacia la economía de mercado. No tuvieron reparos los gobernantes chinos en pedir consejo al hombre que contribuyó a que Chile dejara atrás los errores económicos del Gobierno comunista de Salvador Allende y de los generales pinochetistas.
Fue entonces que China comenzó a despegar y no antes, cuando los experimentos maoístas hacían retroceder lo que se hubiera avanzado. Los compañeros de ruta capitalistas, a los que Mao les tenía tanta ojeriza, acabaron por imponerse y encarrilar a al país en el sendero del desarrollo.
En realidad, si un mérito tienen los comunistas chinos es que dejaron de pensar y actuar como comunistas y lo hicieron más como chinos. A pesar de eso, arrastran la pesadilla de los regímenes autocráticos, la corrupción.  Según el periódico Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba (PCC), "Recientemente el secretario general de su Comité Central, Xi Jinping, llamó a aumentar los esfuerzos para eliminar ese flagelo, el cual describió como la más letal fuente de contaminación para el ambiente político al interior del PCCh".
En otras palabras, a pesar de toda la corrupción congénita que padece el PCCh, el país funciona, y lo que a todas luces lo hace funcionar es la existencia de una economía de mercado abierta hacia afuera y hacia dentro. Podría funcionar mejor aquel país si hubiera transparencia, si la prensa fuera libre y los políticos no gozaran de la impunidad que les otorga su pertenencia al partido gobernante. Pero sin todo esto, los esfuerzos para "eliminar ese flagelo" van a ser inútiles.
En la pasada reunión del Consejo de Ministros de Cuba se destacaron dos puntos. Uno fue el incumplimiento de todos  los programas y el otro lo aportó la ministra anticorrupción Gladys Bejerano: la lucha contra la corrupción no avanza.
Cuando al fin los comunistas cubanos se den cuenta que la ruta capitalista es la única posible, con acumulación de riquezas en manos privadas y el consecuente desarrollo del país, llegarán a las mismas conclusiones que los comunistas chinos; lo que les faltará entonces es acabar con la corrupción, que es como decir con ellos mismos.
El PCCh no ha llevado a China al lugar que hoy ocupa en el mundo, son los trabajadores, los inversores, los emprendedores de ese país los que crean las riquezas, porque el sistema de economía estatal planificada no funcionó y aquellos de los que Mao Tse Tung desconfiaba por sus ideas capitalistas fueron los que salvaron el país que hoy le ponen como ejemplo a los cubanos de las bondades del comunismo.
En China no rige siquiera el monstruoso socialismo de mercado que se pretende ensayar en Cuba, es sencillamente economía de mercado a pulso con un gobierno que se hace llamar comunista,  pero no dudó en buscar la ayuda de un Premio Nobel liberal y demócrata que antes había asesorado nada menos que a Augusto Pinochet y a Ronald Reagan con excelentes resultados para las economías de sus países.
Después de todo, la China comunista siguió los pasos de la vecina y escindida Taiwán y del otrora enclave colonial de Hong Kong. Cuantas vueltas tuvieron que dar los chinos para caer sin más en el repudiado sistema que obliga a cada uno a dar lo mejor de sí.
Incluso los dirigentes chinos se han inventado un lema que establece las reglas para colaborar con los antiguos camaradas. "Ganar/ganar", dijo sin miramientos un alto representante de aquella nación durante una visita oficial  a la isla baluarte del comunismo mundial.

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