Turismo por la Habana Vieja: historia, música, ron y estafas
Un periodista de AP continúa relatando sus impresiones como turista en Cuba.
junio 03, 2015
En muchos sitios turísticos, las grandes atracciones son un mundo aparte, alejado de la realidad cotidiana de un lugar. Pero quienes recorran la Habana Vieja se llevan una buena idea de lo que es la vida diaria en Cuba.
Se ven niños con uniformes escolares, vendedores callejeros que ofrecen frutas coloridas y pimientos desde sus carritos, ropa que cuelga en los patios y perritos tomando sol en las aceras. Hay colas en las oficinas del Gobierno que lidian con el servicio telefónico y en los bancos, y bicicletas que transportan gente de un lado a otro por calles estrechas. De vez en cuando se escucha algún gallo, el trino de pájaros enjaulados, música de salsa o el ruido del motor de un auto viejo. Atención con los tubos que asoman por las ventanas: puede bañarse con agua que está siendo usada en la limpieza de una casa.
Casi todas las calles parecen tener algún cartel anunciando un sitio con valor cultural o histórico. Lacalle O'Reilly, por ejemplo, nombrada en homenaje a un irlandés que gobernó las colonias españolas y que se casó con una mujer de una prominente familia cubana, tiene una placa con una alusión bastante poética a las historias de Irlanda y Cuba: "Dos pueblos de isla en el mismo mar de lucha y esperanza".
Muchos edificios se encuentran en un estado terrible. No es inusual ver el cielo a través de construcciones sin techo, de las que la fachada es casi lo único que queda, o pilas de escombros en las calles. Pero otros sitios han sido meticulosamente restaurados, especialmente los que se encuentran alrededor de las plazas del sector oriental del barrio, que se extiende hasta el agua.
Pase algunas horas caminando por la Plaza Vieja, la Plaza de Armas, la Plaza San Francisco y la plaza de la Catedral. Allí encontrará numerosos museos y otras atracciones, incluidos el Museo del Ron, que ofrece al visitante un traguito al concluir el paseo, y el Hotel Ambos Mundos, donde se puede hacer una rápida visita a una habitación en la que se alojó y escribió Ernest Hemingway.
Hay otro puñado de atracciones en la parte occidental del barrio, cerca del Prado o Paseo de Martí, un boulevard que divide la Habana Vieja del centro de la ciudad. El Prado bien vale un paseo, especialmente los domingos, en que hay un mercado al aire libre. Pegado al Prado se encuentra el Parque Central, con una estatua de José Martí. A una cuadra, entre Agramonte y la Avenida de Las Misiones, se ubica el Museo Nacional de Bella Artes, con una colección extraordinaria de arte cubano en un edificio y de arte internacional en otro, y el Museo de la Revolución, con un tanque y la famosa embarcación "Granma", usada por Fidel Castro para regresar a Cuba desde México y lanzar la revolución. En su interior hay un muro lleno de caricaturas llamado "Rincón de los cretinos", con burlas a los presidentes estadounidenses Ronald Reagan y George Bush padre e hijo.
Ojo con los estafadores que pululan por la zona del Parque Central. Resista las invitaciones de extraños que lo quieren llevar a un bar o a comprar puros. Si quiere tomar un trago, hay muchos lugares adonde ir, incluidos tres bares históricos. Hemingway frecuentaba El Floridita, la Bodeguita del Medio y Sloppy Joe's fue donde se filmó la cintaNuestro hombre en La Habana, basada en una novela de Graham Greene.
Más agradables que los mojitos aguados y las multitudes de turistas de La Bodeguita son los cafés al aire libre que abundan en la Habana Vieja. Nada mejor que tomarse una cerveza Cristal en la Plaza San Francisco o la Plaza Vieja cuando cae la tarde, se va el calor y se escucha a una banda de tres músicos tocando "Guantanamera".
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