¿Quiénes, cómo y cuándo vamos a construir el socialismo?
La broma vino a mi mente tras leer los informes en la clausura del VIII Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en la VIII Legislatura, en el Palacio de Convenciones, el 27 de diciembre de 2016. En una secuencia de intervenciones que pudiesen desmenuzarse en sus intrínsecas y muy visibles contradicciones, las informaciones de los Ministerios de Economía y Planificación y de Finanzas y Precios tratan del más o el menos de los fósforos y el petróleo, poco del hombre que debe encender el fuego.
Así, Ricardo Cabrisas Ruiz, vicepresidente del Consejo de Ministros y ministro de Economía y Planificación tiene una frase de una falta de originalidad antológica: "somos de la opinión que tendremos una solución definitiva a estos ya tradicionales déficits en nuestros planes, solo si producimos más mercancías y servicios, tanto para el mercado nacional como para el externo y reducimos los gastos en todo lo que sea posible". Al estilo más propio de Tres Patines que del experimentado oficial de inteligencia y diplomático Cabrisas, concluye: "El plan que presentamos hoy a esta Asamblea es tenso y no sin riesgos, con gestiones en marcha aún pendientes de definición, pero estimamos que lo podemos cumplir".
La intervención de Lina Pedraza, ministra de Finanzas y Precios es titulada por Juventud Rebelde como "La exigencia del deber y el control, allí, en cada puesto de trabajo". En su informe, esta frase que parece no haber sido suficientemente entendida en toda su implicación futura: "la inversión extranjera continúa siendo muy baja en su participación respecto a la inversión total, representando solo el 6,5% del Plan… no se logra que la inversión extranjera desempeñe un papel fundamental en el desarrollo económico del país, según el Lineamiento 78".
A pesar de eso, las comisiones de Asuntos Económicos y Asuntos Constitucionales y Jurídicos, refrendaron como positivos ambos informes y para sellarlos con frases harían las delicias del mejor Cantinflas, por ininteligible, promulgan: "El proyecto que se presenta, expresa los avances programados en el proceso de perfeccionamiento del Sistema de Administración Financiera del Estado en correspondencia con el pronunciamiento de esta Asamblea Nacional, el mismo está compatibilizado con los niveles de actividad planteados en el Plan de la economía y garantiza la sostenibilidad de las políticas públicas que se aplican en la actualización del modelo económico. Se planifica a partir del incremento de la eficiencia empresarial, en el uso de los inventarios como fuentes del plan y su mayor control y gestión".
El caso cubano era sui géneris hasta la llegada de Venezuela, quien emula ser peor ejemplo porque allí no se sabe ni qué sistema gobierna. Nuestra idiosincrasia latina, aderezada con esa brisa de suave tropicalidad, tiende al choteo, a la falta de profundidad que muy bien describió Jorge Mañach. A ello se suma el tradicional irrespeto por las instituciones y la idolatría del caudillo, típico rasgo del continente socialmente inmaduro que habitamos. Nos volvemos mansos e improductivos en ambientes de excesivo control, de institucionalidad programática, de la misma manera que somos creativos y luchadores en ambientes de libertad y de oportunidades.
No era necesario —aunque fue muy sano— que Obama lo dijera en la misma Habana: "En una economía global, impulsada por las ideas y la información, el mayor recurso de un país es su gente. En Estados Unidos, tenemos un claro monumento a lo que el pueblo cubano es capaz de construir: se llama Miami. Aquí en La Habana, vemos ese mismo talento en los cuentapropistas, las cooperativas, los autos antiguos que todavía ruedan… El cubano inventa del aire".
Los documentos y aprobaciones unánimes de la Asamblea Nacional pueden ser recortados y pegados en diciembre del 2006, 1996, o 1976. Tienen la virtud de la no obsolescencia, de no tener fecha de caducidad. Y los nombres de los ministros podrían ser cambiados por Humberto Pérez, José Luis Rodríguez o Francisco Soberón.
No se trata de que el modelo socialista de economía planificada sea el fracaso que ha demostrado ser en todo lugar y toda época, por inoperante, anticientífico e inaplicable. Es que es inhumano. No tiene en cuenta la naturaleza cambiante y particular de cada cultura, de cada sociedad. El hombre está pensado para el modelo, y no el modelo para el hombre.
Y ese parece ser el mayor fracaso. No solo que no haya fósforos o petróleo, sino que el hombre que debe prender el fuego no existe, no ha existido, ni existirá porque no es esa la naturaleza humana. A pesar de eso, el presidente cubano ha alertado en la Asamblea Nacional de que "no vamos ni iremos al capitalismo, eso está totalmente descartado". Ante esa máxima, cualquier cubano de a pie diría okey, pero por fin… ¿quiénes, cómo y cuándo vamos a construir el socialismo?
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