El declive del azúcar en Cuba
La información, similar a la de años anteriores, se acompanó con el anuncio de la nueva meta: la molienda 2016-2017 está llamada, desde ya, a dejar en el pretérito los errores de su predecesora y se proyecta con crecimientos, tanto en los volúmenes de la gramínea como de azúcar en el acápite productivo, se plantea fijar la varilla de crecimiento al 45%, con el concurso de 54 ingenios.
Lo novedoso es que, a diferencia de las competencias deportivas, donde la varilla se eleva en la medida que los atletas vencen la altura anterior, en la producción de azúcar se eleva sin ese requisito, como puede constatarse con un breve repaso a la historia, a los hechos y a los datos.
La historia
Hacia el azúcar de origen mediterráneo trasladada a Canarias y luego a América por los hispanos enfocó todas sus fuerzas la naciente oligarquía criolla en Cuba. Desde el siglo XVII ocupó el primer lugar en el valor total de las transacciones comerciales del país. Entre 1740 y 1758 la producción saltó de unas 2.000 a 5.484 toneladas, pero todavía era superada en azúcar y esclavos por seis de las pequeñas Antillas, hasta que en 1792 se sucedieron dos acontecimientos que convirtieron a Cuba en el tercer productor mundial: la toma de La Habana por los ingleses y la revolución de Haití. Ambos acontecimientos fueron hábilmente aprovechados por los hacendados cubanos.
La naciente plantación contó con todas las condiciones para un desarrollo vertiginoso: la labor de Francisco de Arango y Parreño resultó determinante. Su Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla fue, además de "la más acabada obra de pensamiento azucarero escrita en Cuba", como la calificó el historiador Manuel Moreno Fraginals, la brújula para la acción práctica. Su obra se materializó en la proliferación de ingenios que desde los caminos trazados por las vegas tabacaleras convirtieron a Cuba en una gran plantación. Ese avance fundador de pueblos en todas direcciones transformó a la Isla, de un conjunto de núcleos sociales diferenciados y vida autónoma, en unidad insular: en Cuba.
En 1894 Cuba producía un millón de toneladas. A pesar de la destrucción causada por la tea incendiaria durante la Guerra de Independencia, en 1904 se sobrepasó el millón de toneladas. De ahí en lo adelante tenemos que la producción alcanzó: 1,3 millones en 1907; 1,8 en 1912; 4 en 1919; 5,16 en 1925; 6 en 1948 y en 1952 estableció el récord de 7,13 millones.
Los hechos
A partir de 1959, la estatización, la subordinación de la economía a la política, el desmontaje del asociacionismo de propietarios y trabajadores y el voluntarismo generaron el declive azucarero. En 1970, con un esfuerzo que dislocó toda la economía, se produjo algo más de 8,5 millones. Desde entonces comenzó un declive que redujo la producción en el año 2001 a 3,5 millones de toneladas, una cifra inferior a la de 1919. En este punto el Gobierno se propuso detener el decrecimiento sin acometer los cambios estructurales necesarios.
En ese año 2001, el general de división Ulises Rosales del Toro —designado ministro del ramo— planteó una "nueva arquitectura del azúcar" basada en dos medidas: la "reestructuración de la industria azucarera", dirigida a extraer de cada 100 toneladas de caña 11 de azúcar (históricamente ese dato en Cuba rondó el 12%); y la "Tarea Alvaro Reynoso" para alcanzar un rendimiento mínimo de 54 toneladas de caña por hectárea (el promedio mundial rondaba las 70). El objetivo declarado era producir los seis millones de toneladas alcanzados en 1948.
Al siguiente año, en 2002, se cerraron 100 de los 156 ingenios existentes y se pasó a otros cultivos más del 60% de las tierras destinadas a las plantaciones de caña. Los resultados no se hicieron esperar. La zafra 2002-03 produjo 2,1 millones de toneladas. La de 2003-04 aumentó ligeramente para descender en la de 2004-05 hasta 1,3 millones de toneladas: un monto similar al producido en 1907.
Ante el fracaso, el Gobierno creó las Delegaciones Municipales de la Agricultura para controlar más cerca de la base productiva. Sin embargo las zafras concluidas en 2009 y 2010 no reportaron ningún avance.
Los datos
En 2011, en uno de los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista (PCC), se planteó aumentar de forma gradual la producción de azúcar y derivados de la caña hasta lograr los ingresos en divisas que permitan financiar los gastos totales de operación, más el valor de las inversiones que se ejecuten, realizando finalmente un aporte neto para el país. Y se sustituyó al Ministerio del Azúcar por el Grupo Empresarial AZCUBA, el cual proyectó un crecimiento productivo anual del 15% hasta el año 2016.
Ninguna de las zafras concluidas entre el año 2011 y el 2015 cumplió con el plan. La producción anual a duras penas se aproximó a la lograda en 1907. Incluso la mejor de ellas, la de 2013-2014, incumplió el plan de 1,8 millones. La de 2015-2016 —inferior a la anterior— no pudo sobrepasar los 1,6 millones de toneladas, una cifra muy inferior a la producida en 1912.
Durante cinco años consecutivos AZCUBA no logró que se cumplieran la cifra planificada de azúcar crudo. A pesar de ello, para la próxima zafra 2016-2017, aunque en el último quinquenio el ritmo de crecimiento no superó el 5%, se ha fijado un incremento del 15%, por tanto, el tropiezo con la nueva altura de la varilla está anunciado de antemano.
El cambios de dirigentes, la "reestructuración de la industria azucarera", la Tarea Álvaro Reynoso, el cierre de unas 100 fábricas de azúcar, la redistribución para otros cultivos de un alto por ciento de las tierras destinadas a las plantaciones de caña, la sustitución del MINAZ por AZCUBA, un variado paquete de medidas económicas y estructurales, los Lineamientos y los llamamientos ideológicos, no lograron la cantidad de caña por hectárea ni el rendimiento industrial planificados. ¿Por qué?
Porque en ninguno de los proyectos dirigidos a revertir el declive productivo se ha contemplado la estructura de la propiedad, los bajos salarios en la industria y la agricultura, ni la falta de autonomía de los productores. Es evidente que el desinterés de los productores está presente tanto en los resultados de la actual zafra como en los fracasos de las anteriores.
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