Afrodescendientes miran la visita de Obama con escepticismo
Los afrodescendientes cubanos están acostumbrados a ver en la Isla a políticos africanos o caribeños negros, pero la circunstancia de queBarack Obama, el líder de la nación más poderosa del mundo y único negro que la ha gobernado, llegue a La Habana, ha hecho que algunos guarden esperanzas de que se ponga sobre el tapete el tema del racismo en Cuba.
Otros, sin embargo, miran el panorama con apatía y creen que el evento los "sobrepasa".
"Hay que portarse bien y no opinar tanto", afirma Venancio, quien se describe como "un cederista de los buenos".
Juan Antonio Madrazo Luna, coordinador nacional del opositor Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR), opina que Obama puede sensibilizar para que "determinados agentes de intereses de la sociedad civil estadounidense empiecen a construir un intercambio con la sociedad civil cubana, con todos sus actores, pero particularmente con los emergentes".
Recuerda cómo en su primera candidatura Obama tuvo "mucha simpatía, particularmente con la comunidad negra cubana", pese a la propaganda racista disfrazada de antimperialismo.
"La visita de Obama puede reforzar la autoestima de la población negra, sobre todo si se establece una política de ventanas abiertas entre la sociedad civil estadounidense y la cubana, donde algunos actores de cambio, particularmente del sector empresarial, creen la oportunidad de desarrollar programas de superación que palien la situación de desventaja que tiene la población afrodescendiente cubana, y que ellos saben que tenemos", razona Madrazo.
"Ellos saben perfectamente que los afrodescendientes cubanos están subrepresentados en los principales sectores de la economía emergente, tanto privada como estatal. Entonces, si se abre una avenida después de esta visita, eso pudiera empoderar a algunos grupos o proyectos en este campo", añade.
A juicio del líder del CIR, Obama debería viajar a Cuba con una delegación del Black Caucus. "Hemos tenido algún que otro contacto con algunos de sus representantes pero este puede ser el punto de partida para establecer una comunicación horizontal".
Intelectuales que han alzado la voz contra la discriminación racial en Cuba han preferido no dar su criterio.
Uno de ellos, que pidió mantenerse en el "más absoluto anonimato", recordó las críticas que recibióRoberto Zurbano cuando se atrevió a decir en The New York Times que la revolución no ha acabado con el racismo en Cuba.
A Alfredo, joven escritor, la visita de Obama le es indiferente. "Es un presidente negro, pero él representa a los Estados Unidos, al Premio Nobel que es, no a la negritud, ni mucho menos. Y me parece bien, mientras más nos regodeemos en el tema de la raza menos avanzamos".
Harold, ilustrador y recién graduado de la escuela de diseño, tiene un punto de vista diferente.
"Obama tiene que recordarnos, solo con su visita, que se puede ser negro y llegar lejos, muy lejos", dice. "Aquí, cuando no estas viviendo de ser negro, que puede ser lo mismo jineteando que escribiendo sobre el tema, te la pasas acomplejado porque la mayoría de los que acceden al arte, a las galerías o a las plazas interesantes son blancos. Pero no hables muy alto del tema porque el acomplejado es el que se da cuenta".
El criterio de Harold coincide tangencialmente con el de un desconocido que regresaba en un taxi de bailar en Salón Rosado de la Tropical, con una caja de ron en la mano y dispuesto a compartir sus sentimientos con el resto de los pasajeros.
"Ayer se lo dije a una 'blanquita' en el agro: 'se acabó el querer, viene a Cuba el hombre más poderoso del mundo y es negro, como yo'. Y ella se me rió en la cara", relata. "¿Pero no es verdad?".
Un negro pobre de San Miguel del Padrón que afirma que lo único que ha podido hacer en su vida es "comer basura", dice casi con lágrimas en los ojos: "Si me dan la oportunidad, lo abrazo, coño".
"Con el cuento de que en Cuba no hay racismo, no se ha implementado ninguna política que nos favorezca", critica un estudiante de Economía de la Universidad de La Habana. "En 1959 se hizo borrón y cuenta nueva y se olvidaron de que nosotros, los negros, llevamos encima 500 años de esclavitud. Así que cada vez que alguien dice que he tenido oportunidades porque la revolución me las ha dado, me dan ganas de tirarme para el monte… pero recuerdo que tengo que ser un negro fino para no desentonar".
"Y como no he escuchado de la Administración Obama que ese haya sido uno de sus discursos, entonces qué te hace pensar que va a cambiar algo para los cubanos, di tú para los negros", concluye.
Mady, pequeña empresaria en la Habana Vieja, no cree que la visita de Obama tenga alguna repercusión en los negocios de los afrodescendientes ni en el empoderamiento de la mujer negra.
"Porque te pones a ver y ¿cuántos somos?", pregunta refiriéndose a los afrodescendientes que logran tener pequeños negocios. "Yo estuve en Cuba Emprende, pasé el curso, y éramos tres negros: mi madre, yo y el propietario de una panadería. Aquí la gente se piensa que Obama va a resolver algo, pero no lo creo, la verdad".
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