El gran paquete de 1959 acabó con la democracia y las libertades en Cuba
El canciller Bruno Rodríguez, en su encuentro con periodistas de más de 50 países en vísperas de lavisita de Obama, preguntado si Cuba preparaba algún tipo de paquete de medidas, respondió: "Nosotros pasamos el gran paquete de medidas en 1959. En este periodo hemos realizado las trasformaciones que exige la sociedad cubana".
Bruno Rodríguez no detalló el contenido de dicho paquete.
Entre 1960 y 1962 el Gobierno cubano efectuó la incautación forzosa sin indemnización de todos los centrales azucareros. La mayoría eran propiedad de cubanos, y en segundo lugar, de norteamericanos. El régimen les llamó nacionalizaciones, cuando no era otra cosa que apropiarse con el uso de la fuerza de algo que no era de ellos.
Luego, el régimen se adueñó de los diarios, las revistas, las agencias de publicidad, y las estaciones de radio y televisión. Desde ese momento y hasta hoy, en Cuba no existe el derecho de libertad de información y de expresión.
Pasaron a manos del Estado cubano las refinerías de petróleo, las empresas de trasporte ferroviario y terrestre, los bancos nacionales y extranjeros, las sociedades de seguros, las empresas agrícolas y ganaderas, las productoras de níquel y de petróleo, los hoteles, las compañías aéreas, la industria alimenticia, los laboratorios farmacéuticos, y las fábricas de refrescos, cervezas y ron, entre otras.
El canciller cubano dijo a la periodista de la AP: "Cuba es un país en permanente cambio, en permanente trasformación, hacia una economía más competitiva, más productiva".
¿De qué permanente trasformación y cambio habla Bruno Rodríguez?
Los actuales gobernantes, que llevan 57 años en el poder, nunca han sido elegidos por el voto popular.
La Constitución vigente, que le concede el total poder al Partido Comunista, por tanto, no reconoce el pluripartidismo.
Tampoco la Constitución reconoce el derecho de los emprendedores privados a establecer sus negocios.
Resulta un chiste de mal gusto que Bruno Rodríguez diga que Cuba avanza hacia una economía más competitiva, cuando las empresas estatales no gozan de ninguna autonomía, están sujetas a los planes que verticalmente les impone el Ministerio de Economía y Planificación, y por tanto sus actividades productivas y comerciales no están sujetas a las leyes del mercado.
El canciller cubano sabe perfectamente que los dueños de los pequeños negocios privados legalmente son personas naturales, no jurídicas, lo cual es una aberración económica, porque no gozan de los mismos derechos de las entidades con personalidad jurídica. Las tasas impositivas que tienen que abonar al fisco mensual y anualmente son leoninas, abusivas, desestimuladoras, dirigidas a que no puedan acumular fortuna e impedir que conviertan en una clase media adinerada e influyente.
El titular de Exteriores cubano le aseguró a Andrea Rodríguez que "Cuba acaba de hacer cambios importantes en materia de su política de inversión extranjera". Pero los cubanos residentes en la Isla, aunque dispongan del dinero no tienen derecho de asociarse con inversores foráneos y fundar una empresa. Si esa prohibición, contenida en la Ley 118 de Inversión Extranjera existe, ¿de qué cambio habla Bruno Rodríguez?
Resulta risible que este hable de los Lineamientos Económicos aprobados en abril de 2011 en el VI Congreso del PCC. Bruno Rodríguez sabe perfectamente que de los 313 lineamientos aprobados, transcurridos cinco años solo se han implementado 67, una señal clara de que la conceptualización y actualización del modelo económico, que descansan precisamente en esos lineamientos, no han logrado los objetivos que se habían fijado.
Bruno Rodríguez llama "sociedad cambiante" al inmovilismo continuista, la permanencia de los militares en poder por más de medio siglo, una constitución de naturaleza ideológica que es el soporte legal del Estado militar totalitario y corporativo vigente hoy en Cuba, una Carta Magna a la que le hicieron enmiendas en 1992 y posteriormente fue modificada en junio de 2002, pero en esencia es la misma.
En Cuba, el pueblo no tiene voz ni voto. Es una burla y una ofensa a la inteligencia de los cubanos que Bruno Rodríguez haya dicho que el pueblo se propone "cambiar todo lo que deba ser cambiado".
El canciller cubano se atrevió a decirle a la periodista de AP que "las políticas sociales del Gobierno cubano son cada vez más inclusivas para asegurar la plena garantía de los derechos políticos y civiles y los derechos económicos, sociales y culturales a todo nuestro pueblo".
Bruno Rodríguez sabe perfectamente que desde hace 11 años se está a la espera de que el Gobierno de Raúl Castro ratifique los pactos políticos, económicos, sociales y culturales de la ONU, que él deliberadamente eludió mencionar por su nombre. El canciller de la dictadura sabe que su puesta en vigor sería la única manera de que el pueblo cubano pueda disfrutar de esos derechos y se comience a dar pasos hacia un Estado democrático.
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