El dueño de Pan de París advierte sobre fiasco de invertir en Cuba
Su libro “Mi socio Fidel Castro. Cuba, un desvío en el paraíso” , narra cómo puso en marcha una empresa teniendo como socio al mismísimo Comandante en Jefe
miércoles, octubre 8, 2014 | Cubanet | 4 Comentarios
Michel Villand, el empresario francés que desde 1994 hasta 2007 manejó “Pain de París” en Cuba, ha donado el 10 por ciento del dinero recaudado por la venta de su libro “Mi socio Fidel Castro. Cuba, un desvío en el paraíso” a un centro de salud en Granada, Andalucía, donde vive desde que salió de la isla.
El dinero fue entregado al Centro Ocupacional para Discapacitados Intelectuales La Pirámide, de Huétor Tájar, específicamente para el tratamiento de pacientes con parálisis cerebral.
”Mi socio Fidel Castro. Cuba, un desvío en el paraíso” cuenta cómo fundó Pan de París: con 3 millones de dólares montó dos fábricas de pan, trece establecimientos y dio empleo a más de 300 cubanos.
“Pensé en la repostería de mi país como un buen filón empresarial allí. La cocina francesa tiene más de 14.000 recetas de dulces y planteé la empresa como proveedora de pan y repostería para el sector de turismo cubano, muy fuerte en la isla”, recuerda de su llegada a Cuba en 1994.
“Fundar una empresa mixta en Cuba para una pequeña o mediana empresa extranjera es lo mismo que ponerse una soga al cuello”, relató el empresario con motivo del lanzamiento de su libro.
“Mis problemas llegaron cuando Fidel enfermó, entonces repentinamente llegó la carta por la que perdía todos mis derechos sobre la empresa. Habíamos sido precavidos y en el contrato que firmamos en su día quedamos sometidos al arbitraje de la Corte Internacional de Londres, pero nunca pensé que saldríamos victoriosos y se llegaría a un acuerdo”.
Según relata el propio Villand, su ex socio, Fidel Castro, le pagó una suma millonaria que debe mantenerse en secreto hasta que pasen 15 años del acuerdo, es decir en 2025.
El libro pretende también servir de aprendizaje: “Muchos empresarios de buena fe que se van para Cuba, Corea del Norte o China no tienen la menor idea de lo que arriesgarán allá. Van con su dinero, con todo su entusiasmo, y las barreras son tales que, si no eres del tamaño de una multinacional, nunca puedes ganar”.
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