El rostro de un país
Que el rostro de Cuba (primera plana del periódico Granma del pasado 29 de febrero) se vea reflejado en los participantes en el próximo congreso del Partido Comunista (PCC), es pretender hacer pasar una caricatura por una foto. Nuestro país tiene un poco más de 11 millones de habitantes dentro y algo más de dos millones del otro lado de las fronteras. En total, los cubanos y sus descendientes nacidos en el exterior son alrededor de 14 millones. De esa cifra, los militantes del PCC rondan el millón. Hay menos comunistas que la cantidad de cubanos en la diáspora.
Si de ese millón de pensamiento uniforme solo mil van al VII Congreso, de qué rostro estamos hablando, no ya el rostro del país, ni siquiera el del PCC podrá verse en su real dimensión. De todos modos, ni mil ni un millón de comunistas van a resolver nada en otro evento caracterizado por el acatamiento y la sin moral.
En la vida política cubana, si es que se le puede llamar vida, todo gira alrededor de las decisiones tomadas en el seno de un partido y por ende, de acuerdo con los intereses de sus dirigentes; el resto del pueblo se conforma con asistir al espectáculo desde las gradas y, como de todos modos no va a ser escuchado, prefiere guardar silencio y no opinar.
Vamos para seis décadas de congresos, concentraciones y marchas sin que lo esencial que debe ser cambiado cambie: seguimos sin libertad. Siempre hay justificaciones para no tocar este tema: la amenaza imperialista, aquí nadie quiere cambios, los que dicen eso son la gusanera del exilio y sus cómplices internos, y así por el estilo como si todo el pueblo cubano fuera un gigantesco circulo infantil.
Previo a la celebración del congreso de los comunistas cubanos, visitará La Habana el presidente de EEUU. Quizás termine de quitarle las justificaciones que permitieron a la dictadura mostrarse como víctima todo este tiempo, quizás no, pero a fin de cuentas los gobernantes cubanos se las arreglarán para mantener el mismo libreto socialista, ahora de mercado, el cual no lleva a ninguna parte.
Los inversores inicialmente entusiasmados con la posibilidad de hacer algunos dólares en un lugar donde falta todo, se irán desanimando cuando vean que las leyes cubanas no les dan seguridad ni libertad para operar sus negocios; que la mano de obra, aunque calificada, no está motivada, por ser en la práctica mano de obra esclava, con las características conocidas de trabajar lo menos posible y carecer de iniciativa en su desempeño.
El Estado es el único empleador, fijador de precios, único importador y exportador, gigantesco monopolio que provocaría la envidia de cualquier empresario de principios del capitalismo, pero que en los tiempos modernos es un freno al desarrollo del comercio y la industria.
Todo eso será ratificado en el VII Congreso del PCC. La obsesión por el control total tiene al país trabado y eso tiene mucho que ver con la costumbre de decidir unos cuantos por muchos, asumiendo que las mejores ideas parten de los líderes porque para eso están ahí; el resto, en el mejor de los casos, están confundidos por la propaganda liberal.
El rostro de Cuba, si vamos a estar de acuerdo con el periódico Granma, estuvo en cada uno de los anteriores seis congresos del PCC y eso no significó nada. No son los rostros los importantes, sino las mentes de los hombres y mujeres del pueblo sin voz ni voto porque no son comunistas.
El comunismo es excluyente, absolutista, sin transparencia, negado a la evolución y el cambio, enemigo de la propiedad privada, de la libertad de expresión y de la libre empresa. Nada de esto se va a discutir en el venidero congreso del PCC. Si cambian alguna de estas premisas dejarían de ser, y es una lástima que no aprovechen la oportunidad para decirle adiós a una época que trajo muchas promesas y muy pocos logros, demasiados exiliados, demasiados presos políticos, demasiados muertos en los paredones de fusilamiento y en el Estrecho de la Florida. En fin, el mal.
Lo que harán, en cambio, será regodearse en los supuestos éxitos en la salud y la educación, lo cual se ha logrado a expensas de esquilmar a los trabajadores de la nación y las donaciones y préstamos no pagados, nunca buscando el desarrollo propio, sino la ayuda de otros. Ese será el rostro que los comunistas cubanos mostrarán al resto de los cubanos y al mundo.
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