jueves, 30 de junio de 2016

Platón en la OEA

Platón en la OEA

Archivado en
Estatua de Platón. (PROTOTHEMA.GR)
Luis Almagro, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), cita a Platón en el inicio de su informe del 23 de junio ante la Asamblea General. Dice: "La justicia es la principal y la primera de las instituciones sociales, como se ha dicho. . ." (hace una pausa antes de completar la frase) ". . .ya desde Platón."

¿Desde Platón? ¿Que significa Platón en el contexto de unas truculentas repúblicas bananeras? ¿Acaso cree el secretario Almagro que lo que se traiciona en Venezuela es el espíritu ateniense? La respuesta a esta interrogante puede encontrarse en cualquier manual de filosofía griega, pues es un dato bastante manoseado que en 404 A.D., siendo un joven de 23 años, Platón vivió en carne propia el problema chavista.
Así va el cuento: un grupo de oligarcas hace la revolución y toma el poder en Atenas. Entre los líderes figuran varios parientes del filósofo, que lo invitan a participar en la vida pública como funcionario del nuevo régimen. En una de sus cartas de la vejez, Platón rememora aquellos días y evoca su estado de ánimo: "No es de asombrarse que siendo yo tan joven, imaginara que ellos conducirían el Estado desde una situación de iniquidad a otra de buen vivir".
No es tanto el candor juvenil como la subsiguiente desilusión platónica lo que nos aproxima al hijo de Aristón y Perictione, convirtiéndolo en nuestro contemporáneo: "Lógicamente, comencé a observar lo que se traían entre manos. Al poco tiempo me di cuenta de que esos hombres hacían lucir el antiguo régimen como un paraíso".
En el caso de Venezuela no se trató de un golpe de la oligarquía sino de lo que Ortega y Gasset llamó la "hiperdemocracia": el gobierno de las turbas, la acción directa de la chusma. La profecía orteguiana se hizo carne en Latinoamérica y, de cierta manera, con la revolución castrista, se cumplió en Cuba el destino de España.
Es su destino hispano lo que condenó a Latinoamérica a repetidos gobiernos de leguleyos, caciques, lumpens y pasionarias. Tampoco es un dato superfluo que en la hacienda de los padres del Che Guevara, en Alta Gracia, se reunieran los exiliados republicanos, y que el Che niño recibiera su formación política en las tertulias del doctor Juan González Aguilar, socio del presidente Manuel Azaña. "Creo que en esa época comienza en él a desarrollarse la rebeldía contra toda dictadura que oprima a los pueblos", afirma en su libro Mi hijo el Che, el progenitor de la criatura.
A esa fatalidad, y a esa tradición, se refiere el secretario Almagro cuando habla de "la indiferencia y el vaciamiento de contenidos", y también cuando lamenta que "la historia de nuestro continente esté signada por actos de injusticia, de indolencia y de impunidad". Aprendimos de los maestros. Llegamos a entender la política como la mítica "rebeldía contra la dictadura que oprime a los pueblos", e hicimos de "lo ideal un ingrediente de la realidad", como temía Ortega; así terminamos abrazando las consignas guevaristas del hombre-masa, y así nos apresuramos a sellar un compromiso con la mala causa, que no conducía al buen vivir sino de vuelta a la iniquidad. Nos rebajamos a la indiferencia y al vaciamiento ético con tal de seguir creyendo que actuábamos en nombre de "los oprimidos". En fin, arrojamos al basurero los altos principios de la filosofía política platónica. 
Para llegar al chavismo fue necesario desterrar a Platón, eliminar la areté y elevar la ignorancia y la chusmería a un estado orteguiano de falso pluralismo multicultural. En cuanto al honorable Luis Almagro, viene a poner fin —no se sabe por cuánto tiempo— a cuatro décadas de decadencia de una institución que Fidel Castro acusó, acertadamente, de prostituida.
El secretario general concluyó su discurso afirmando que desea ayudar a Venezuela a "volver al camino". Queda sobrentendido que la alternativa es el "mal camino", la ruta del castrismo, el bolivarismo y el antiparlamentarismo chavista, pero también la bifurcación que conduce a la pasividad y el contubernio. La OEA misma se encuentra ahora en un callejón sin salida: o traiciona los ideales platónicos expresados en el informe Almagro, o en algún momento tendrá que volver los ojos hacia el origen del mal, tendrá que interesarse en el problema de Cuba.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Enviar comentarios: