jueves, 26 de enero de 2017

Una inundación inesperada

Una inundación inesperada


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Estragos de las inundaciones. (P. P. MÉNDEZ PIÑA)
Poco antes de las 6:30 de la tarde del 23 de enero, las verdinegras aguas del Malecón invadieron súbitamente las zonas bajas del Vedado hasta calle Calzada, causando considerables afectaciones en el tramo comprendido entre las calles 12 y G. El pronóstico del Instituto de Meteorología alertó de "ligeras a moderadas" penetraciones del mar en el litoral habanero a consecuencia del paso de un frente frío, pero su estimado quedó muy por debajo de la magnitud del evento, pifia que más tarde fuera reconocida por el doctor José Rubiera en el noticiero estelar de la televisión cubana.

Cerca del horario de pleamar, vecinos del consejo popular Carmelo comenzaron a apiñarse en las proximidades de la puerta del Círculo Social Obrero José A. Echeverría, donde las aguas ascendían con rapidez y algunos jóvenes calados hasta a la cintura se tomaban fotos a manera de diversión.
"El agua da al pecho por la calle 1ra", dijo uno de los curiosos que conversaba a través del celular con un vecino de la zona afectada. Más tarde se produjo el inevitable corte de energía, como medida de seguridad, puesto que al sumergirse los módulos eléctricos instalados en los sótanos de los edificios se multiplicaban los riesgos de electrocuciones.
Con la caída de la noche, la oscuridad se adueñó del entorno. Solo los resplandores de la bóveda celeste se reflejaban en las aguas que anegaron los terrenos del Echeverría. Los estruendos de las olas al chocar contra el Malecón, el chapoteo, los bocinazos por embotellamientos y las sirenas de los patrulleros acapararon las resonancias.
"¿Allá están mis dos hijos y mi esposo!" —exclamó una mujer acabada de llegar del trabajo, mientras se disponía a empaparse hasta el cuello para reunirse con su familia.
En la esquina de 12 y Calzada dos rastras de la corporación CIMEX que pretendían evacuar los establecimientos de su cadena de tiendas no pudieron continuar viaje por el riesgo de quedarse varadas.
Niurka, una vecina de la calle 10 y 3ra, recibió la llamada de una amiga, quien le aseguró: "Está penetrando el mar". Al asomarse, vio como el agua avanzaba por el pasillo. En instantes, a través de los desagües y el inodoro, comenzó a inundarse su apartamento. Rápidamente, ella y su esposo lograron elevar el refrigerador y los electrodomésticos, también le dio tiempo a subir algunos muebles al apartamento de los altos. "Adentro las aguas eran claras, pero las del patio estaban negras", se preocupó.
"La altura del agua alcanzó por lo menos los 40 centímetros dentro de la casa —señaló— más otros 60 centímetros sobre el nivel de la calle que tiene el pasillo, totaliza cerca de un metro".
"Al pasar un bus de turismo que evacuaba a un grupo de extranjeros levantó un tren de olas que subió el nivel por lo menos a 1,50 metros. Esto nos pone de coña", comentó.
Recordó que cuando se va a producir una penetración de estas magnitudes, carros de la Defensa Civil alertan a la población de la zona con altoparlantes, pero esta vez no lo hicieron. Tampoco Radio Reloj ofreció información, ni dio orientaciones. Muchos estaban confundidos, creían que la marea bajaría a las 6:00 de la tarde y, por el contrario, subió. "Esta vez la verticalidad del sistema falló —apuntó Niurka— pero nadie habla de esto, solo puntualizan 'el cero pérdidas de vidas humanas', como si hubieran cumplido su misión".
Varios apartamentos de la calle 5ta números 723 y 725 esquina a 10 quedaron inundados totalmente, pues forman parte del sótano y se encuentra por debajo del nivel de calle. "El agua entró súbitamente por los ventanas y las puertas —dijo Jacqueline, un residente en el inmueble— tuvimos tiempo para salir, pero no para salvar electrodomésticos, computadoras, muebles, colchones".
"Mi abuela vive en la esquina de la calle 12 y en lo que vino a visarnos el agua le subió hasta la rodilla. Esto ha sido un desastre. No nos explicamos por qué la Defensa Civil no avisó con tiempo para prepararnos", añadió.
Al día siguiente
El mar comenzó a retirarse en horas de la madrugada, más tarde fue restablecida la energía eléctrica y temprano en la mañana trabajadores de los Servicios Comunales y de Aguas de La Habana laboraban en la limpieza y destupían los alcantarillados. Las calles estaban llenas de arena y suciedad. Vecinos limpiaban sus casas y botaban basuras. Muebles y colchones mojados eran expuestos al sol y la ventolera alborotaba un fuerte olor a salitre y excrementos.
Por la calle Paseo, aún el agua daba al tobillo y la marejada que se estrellaba contra el Malecón levantaba inmensas columnas de espuma. Desde allí observamos los mayores estragos de la penetración: porciones de pavimentos levantadas y arrancadas por las aguas; un Peugeot con matricula tur fue lanzado contra los muros de la Fuente de la Juventud; en otro parqueo varios vehículos estaban volcados y mostraban innumerables abolladuras. El Cupet Riviera y el complejo de tiendas Galerías Paseo permanecían cerrados, al tiempo que sus trabajadores esperaban en las afueras. Ninguno tenía respuesta sobre la magnitud de los daños.
Un Yutong de turismo arrimó y turistas bajaron apresuradamente cámara en mano para fotografiar las secuelas del evento. Desde un establecimiento cuentapropista se escuchaba música a alto volumen. Al ritmo de "hasta que se seque el Malecón", un grupo de trabajadores baldeaba y limpiaba. "Eh, muchachones, ¿están contenticos con la desgracia?", preguntó un miembro de la vecindad; a lo que respondieron: "Al mal tiempo buena cara, compadre, de jodidos no vamos a pasar".

FOTOGALERÍA: Fuertes vientos y marejadas provocan intensas inundaciones en el litoral habanero

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Inundaciones en La Habana. (LUIS MIGUEL CABRERA)

El agua llegó a cubrir alrededor de 400 metros hacia dentro desde el muro del Malecón, según la información oficial. Decenas de familias sufrieron afectaciones y se quejan de los erráticos pronósticos del INSMET y la falta de previsión de la Defensa Civil.

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