La ola de indignación popular desbanca a los candidatos electorales
Las elecciones generales están marcadas por la incertidumbre y ningún candidato capitaliza la revuelta
El voto indeciso crece y hace temer un aumento de la abstención
JOSÉ ELÍAS Ciudad de Guatemala 6 SEP 2015 - 03:52 CEST
Los guatemaltecos amanecieron este sábado, en la jornada de reflexión propia de la víspera de unas elecciones generales, con más incertidumbre que nunca en lo referido a quién elegir para gobernar su país durante el periodo 2016-2020. Ninguno de los 14 candidatos convence a la ciudadanía, escaldada de votar por décadas por "el menos malo", con resultados nada alentadores.
En estos comicios generales, se elegirán presidente y vicepresidente; 158 diputados al Congreso (unicameral) y corporaciones edilicias en los 338 municipios del país.
Todo indica que el voto indeciso se decantará por el castigo. “Iré a votar muy temprano, para quedarme en casa el resto del día siguiendo la jornada por la televisión”, dice Ernesto, vecino de San Lucas Sacatepéquez —ciudad dormitorio a 33 kilómetros al este de la capital—. "Todavía no sé a quién elegir. Ninguno me convence". Su acompañante, Luis, apostilla: “Inicialmente habíamos pensado anular la papeleta, pero eso sería favorecer a Manuel Baldizón, un candidato que con su prepotencia y nulo respeto por la ley, se ha ganado nuestra repulsa. Votaremos en contra suya”, comentó mientras se surtían de cerveza y pasabocas en un supermercado a pocas horas de la entrada en vigencia de la ley seca, que vencerá el lunes al mediodía.
Las Iglesias católica y evangélica, de innegable ascendencia en la población, también han llamado a acudir a las urnas, pero a rechazar a los corruptos. “Hacemos un llamado a no votar por candidatos que tengan señalamientos de corrupción”, dice un comunicado de la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG). Álvaro Ramazzini, uno de los obispos más influyentes del país, matiza; “Para que las futuras autoridades tengan legitimidad, pero también el compromiso de actuar en forma correcta, apegadas a la ley, y buscando el bien común”.
En Guatemala, un candidato solo gana la presidencia si en la primera elección alcanza el 50% más uno de los votos válidos
Lo anterior es un retrato de lo que han sido las elecciones enGuatemala desde el fin de las dictaduras militares en 1985. Para empezar, no se puede hablar con rigor de la existencia de partidos políticos. Son organizaciones que surgen alrededor de un líder sin ideología alguna y sin más carisma que tener el dinero para impulsar su persona con el único propósito de expoliar los recursos del Estado. Tampoco se rodea de personas dispuestas a trabajar por el país. Lo que necesita son ‘cómplices’ que le guarden fidelidad.
A la incertidumbre se suma que, a pocas horas de que se abran las urnas, una candidata a la presidencia, Zury Ríos y un aspirante a la vicepresidencia, Edgar Barquín, podrían enfrentar problemas legales para asumir sus cargos en caso de ganar. La primera es hija del golpista Efraín Ríos Montt y por ello vetada constitucionalmente, mientras que sobre Barquín pesas acusaciones de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y la Fiscalía, de delitos como asociación ilícita.
Barquín es el compañero de fórmula de Manuel Baldizón, candidato favorito en las encuestas hasta el destape de los escándalos que le costaron el poder a Otto Pérez, y en caída libre en las últimas semanas.
Si bien los sondeos daban tres favoritos hasta principios de mes, Baldizón, un millonario excéntrico; Jimmy Morales, un cómico de la televisión apuntalado por los militares más rancios, y Sandra Torres, exesposa del Álvaro Colom, presidente entre 2008 y 2012, los últimos acontecimientos hacen prever que dos de ellos podrían caerse, pero existe una incertidumbre absoluta sobre quien podría sustituirlos. En Guatemala, un candidato solo gana la presidencia si en la primera elección alcanza el 50% más uno de los votos válidos, algo que nunca ha ocurrido, lo que obliga a una segunda votación entre los dos mayoritarios. Esta segunda, casi segura, está programada para el 25 de octubre.
A lo anterior se suma la posibilidad de disturbios en algunos municipios de Chimalteango, Quetzaltenango (oeste) y Quiché (norte), donde el padrón electoral sobrepasa, con mucho, el censo poblacional. Una vieja práctica mafiosa de los partidos. Avecindar seguidores en comunidades donde tienen poca presencia. En El Tejar (Chimaltenango, a una hora de la capital), esta mañana los vecinos colocaron una manta gigantesca donde se advierte que los “acarreados” serán linchados por los vecinos. La policía ha sido declarada en alerta.
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