sábado, 23 de enero de 2016

Irse, una obsesión nacional

Irse, una obsesión nacional

Un emigrante cubano en Costa Rica. (YAHOO NEWS)
Ver la transición hacia un modelo presumiblemente más racional encaramado en los hombros del Tío Sam no es una simple metáfora para ilustrar el deseo de miles de cubanos de asentarse con carácter definitivo en cualquier ciudad de Estados Unidos.

Estamos ante una irremediable obsesión nacional. Cada semana parten de diversos puntos de la Isla las expediciones formadas por hombres y mujeres que se hartaron de las promesas del poder, rara veces cumplidas, de mejoras en la calidad de vida, y otros éxitos, que los gerifaltes del Partido repiten en sus aburridos discursos.
En la mente de los aspirantes a situarse bajo los ámbitos del american dream, no hay cabida para el pesimismo. Les da lo mismo intentarlo por tierra que sobre una endeble balsa.
Temen que progresen los planes de los legisladores cubanoamericanos Marco Rubio y Carlos Curbelo en reformar la Ley de Ajuste Cubano.
"Tengo la impresión de que la van a eliminar. Por eso antes de junio, pienso estar allá con la ayuda de los santos. Creo que es mejor la vía terrestre, aunque la cosa no está fácil con el lío que se armó en la frontera de Costa Rica con Nicaragua. De todas formas, con dinero todo se resuelve." Esta es la opinión de Leonardo, un joven capitalino que se gana la vida reparando teléfonos celulares y se jacta de tener familiares en la Florida, Nueva Jersey y Pensilvania.
La sospecha de que la disposición congresional que otorga beneficios a los cubanos que logren tocar tierra estadounidense tiene los días contados es uno de los motivos que aseguran la constancia de las fugas.
A esto habría que agregar la ausencia de señales en relación a cambios que saquen del estancamiento a una economía sin posibilidades de crecer al ritmo que demandan las circunstancias.
El 2% del PIB previsto para el 2016, la mitad del alcanzado durante el año precedente, asegura la continuidad del racionamiento, la inflación y los bajos salarios, entre otras dificultades no menos perniciosas y extendidas por todo el territorio nacional. Así que las tensiones migratorias prevalecerán, incluso con un hipotético giro a favor de una ampliación de las transformaciones económicas e incluso cuando los Castro no estén en el poder.
Por otro lado debe puntualizarse que se ha perdido totalmente la fe en que el General-Presidente llegue a convertirse en el líder de una apertura sin los lastres de las imprecisiones, las pausas y los retrocesos.
Irse es un deseo instalado en el imaginario del cubano nacido bajo el estigma de una revolución que perdió la brújula en su anunciado viaje a la excelencia.
Si algo ha enseñado la historia es que el socialismo real actúa como una fuerza centrífuga que termina arrojando hacia el exterior a gran parte de sus súbditos. En realidad, pocos son los que logran controlar sus miedos y encuentran las maneras de sobrevivir en sus dominios. El resto (la mayoría) imagina o materializa un escape, casi siempre temerario. 
Las estadísticas develan las aristas de una crisis migratoria que pudiera agravarse en los próximos meses.
El castrismo ofrece las causas con serena puntualidad. Parece que los éxodos les convienen a sus "ilustres" representantes. Sobran evidencias para pensar que no se trata de una mera especulación.

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