La selva y el acoso de las autoridades, la odisea de los emigrantes cubanos
Obaldía, el principal puerto fronterizo panameño con Colombia en el océano Atlántico, tiene una población de 700 habitantes. El puerto es una localidad de vida apacible y tranquila. Ningún vehículo o motocicleta recorre los pequeños senderos peatonales del pueblo y fumar cigarrillo en lugares públicos es penalizado con una multa de 500 dólares.
Lo primero que ha hecho el emigrante cubano Yusman La Rosa González, al ingresar a cada uno de los cinco países que ha cruzado desde que salió de La Habana hace cuatro meses, es conseguir una nueva tarjeta para su teléfono celular y poder así comunicarse con su familia. Pero esta vez le fue imposible, en Puerto Obaldía le tocó esperar varias horas un turno en la pequeña sala de internet, donde por dos dólares pudo acceder a una computadora por una hora.
"Hay gente al borde de la locura, acaba de llegar el último grupo de La Miel y no tienen un solo peso para seguir, ni para comer. Yo al menos me pude comunicar y ya me va a mandar plata un familiar desde Estados Unidos, pero cobran el 10% por el giro, fuera de eso me toca esperar hasta el lunes, hay gente con turno adelante", explicó.
"Solo hay dos formas de salir de aquí, por avión hasta Ciudad de Panamá, pero el pasaje antes de la llegada de los cubanos valía 80 dólares, ahora vale 250, y la otra es por mar hasta Colón y de ahí seis horas hasta la capital, esa ruta vale 200 dólares. Todo lo suben, la comida, los hospedajes. Es un negocio el que tienen montado desde que se ha entrado a Panamá", lamentó el emigrante cubano.
Poco antes de escuchar una voz que decía, "señor se le acabó la hora", La Rosa alcanzó a decir a DIARIO DE CUBA, antes que la videollamada se cortara, que "hay cubanos durmiendo en las entradas de las casas, otros como en La Miel armaron sus tiendas de campañas en un pequeño parque. No hay ningún albergue como en Turbo. Los cerca de 300 que quedan, la policía los acosa para que salgan". Entre ellos, el estrevistado.
Un reducido grupo de los emigrantes cubanos que se encontraban varados en La Miel logró llegar desde Obaldía a Ciudad de Panamá el 20 de agosto. Su deseo era poder dormir por fin en una cama al menos una noche, para continuar su viaje a Costa Rica, primer país de los cuatro que aún les falta por recorrer para llegar a Estados Unidos.
La suerte de los emigrantes cubanos que se internaron en la selva del Tapón del Darién
El pasado 11 de agosto un grupo de cerca de 200 cubanos, entre los que iban mujeres embarazadas, niños y ancianos, ante el temor de una deportación se separaron del grupo y decidieron internarse en la selva.
Cansado de andar por 10 días por la selva, con los pies destrozados y con llagas, llegó el cubano Yoel Ortiz a la localidad de Metetí, Panamá. Desde el bus que lo trasladaría a Ciudad de Panamá, el señor Ortiz se comunicó con DIARIO DE CUBA y relató de forma corta su travesía.
"Nos demoramos más de lo debido porque no dejamos a nadie atrás; ayudamos a subir la 'Loma de La Muerte' a niños, mujeres, embarazadas y ancianos, por eso llegamos todos vivos. Eso es algo muy duro y feo, no se lo deseo ni a mi peor enemigo, no entiendo por qué los gobiernos no nos permiten pasar, solo queremos unirnos a nuestras familias, entiendan que si hacemos esto es porque huimos de una dictadura que ha gobernado mi patria por casi 60 años".
Igual suerte corrieron los trece cubanos que en la madrugada del 13 de agosto se internaron en la selva ante el temor de una deportación. Entre ellos se encontraban el padre Henry García y su hijo de 17 años. Henry García, hijo, envió un mensaje de voz a DIARIO DE CUBA a las 11 de la noche, hora de Panamá: "Ya pasamos la selva, salimos todos vivos, estamos en la carretera, llegamos a Ciudad Panamá en seis horas".
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