La llegada del primer crucero desde los Estados Unidos ha movilizado a los habaneros, conscientes de estar viviendo un momento único.
"Después de 50 y tantos de años, al fin nos acordamos de que los pueblos no tienen la culpa", vocea un muchacho. "Hasta los perros vinieron a recibir a los americanos", comenta, haciendo referencia a las varias personas que paseaban a sus mascotas por la Avenida del Puerto y se quedaron para ser testigos del acontecimiento.
Algunos fueron al malecón para ver la entrada del crucero en la bahía de La Habana. Otros, esperaron en la Plaza de San Francisco, frente a la terminal Sierra Maestra, hasta que bajaron los turistas norteamericanos.
Ya desde antes de que comenzaran a desembarcar, los habaneros saludaban a los turistas norteamericanos desde el malecón. La prensa extranjera preguntaba a los presentes sus opiniones y todos querían participar.
"¡Telemundo!", llamaba una señora a los periodistas de esta cadena. "Yo quiero salir por Telemundo".
"A mí me entrevistaron los de Univisión", decía una muchacha muy satisfecha.
Una vecina de la Habana Vieja, que fue hasta la Plaza de San Francisco, no compartía el mismo entusiasmo: "Sí, pero los policías están ahí con las orejas paradas detrás de la gente para que nadie diga nada incómodo. A mí mejor que no me entrevisten".
Es cierto que el cordón policial en la Avenida del Puerto contaba con varias patrullas y policías a razón de uno por cada cinco metros, pero esto no impidió que los cubanos recibieran entusiasmados a los turistas, incluso traspasando el cordón.
Según un vecino del lugar, nunca antes había visto tantas personas esperando el desembarco de un crucero. "Siempre hay policías y gente vendiendo cosas, pero es la primera vez que viene tanta gente".
Había personas de todo tipo: con publicidad de restaurantes, cafeterías, mapas. No faltaban las omnipresentes "habaneras", mujeres vestidas de vivos colores con tabacos y flores, que cobran por posar en fotos con los turistas. La mayoría de los presentes no vendían nada ni estaban trabajando, eran simplemente cubanos curiosos y ávidos de dar la bienvenida a los norteamericanos.
La conga organizada para el recibimiento dentro de la terminal Sierra Maestra indicó la inminente salida de los primeros norteamericanos, quienes cruzaron el paso peatonal frente a la Lonja del Comercio en medio de los aplausos y los gritos de los cubanos presentes. "Welcome to Cuba", decían algunos. Los teléfonos móviles grababan y las cámaras fotográficas no pararon de disparar en ambos sentidos.
Aunque los policías intentaron mantener contenidas a las personas tras las cadenas que rodean la plaza, no pudieron evitar que tomaran la acera y hasta la calle. "No pueden estar de este lado", decían, pero nadie les hacía caso. Uno de ellos dijo: "No se pongan nerviosos", lo que causó risas entre los que lo escucharon. "No te pongas nervioso tú", le contestó una muchacha riendo. "Nosotros lo que queremos es tirar fotos, no le vamos a hacer nada a los americanos".
Los norteamericanos caminaban hacia el tumulto sin timidez alguna y saludaban diciendo "Hola" y "Hola Cuba". Algunos agitaban banderitas de ambos países y parecían tan entusiasmados como los que los esperaban en la plaza.
También se escuchaba corear algunos nombres de personas conocidas por los cubanos, como el caso del periodista de Univisión Tony Dandrades, que demostró ser más popular entre el pueblo que los del Sistema Informativo de la Televisión Cubana. La gente gritaba "Tony, Tony, Tony". Alguien le dijo incluso: "Tony, ven acá", a lo que él respondió como disculpa: "Es que tengo que trabajar". Lo siguieron, tomándole fotos y vídeos, hasta la puerta de la Lonja del Comercio y algunos entraron tras él hasta el lobby, donde se sacó unas fotos rápidas con sus admiradores.
En la Plaza de San Francisco, los turistas se fotografiaron con las "habaneras" y obtuvieron las marcas de sus creyones de labios, disfrutaron de una de las estatuas humanas tan comunes ya en la Habana Vieja y del recibimiento de la tropa de zanqueros con su conga multicolor.
"Mira que los cubanos somos parejeros", decía una señora entre risas. "Parece que estamos recibiendo a alguien de la familia".
"Pero los americanos son igualitos", le respondió un señor. "Si ellos también nos están saludando, y en español y todo".
En medio de la bienvenida, no faltaron los comentarios de quienes se alegraban porque los cubanos pudieran finalmente viajar a la Isla en estos cruceros. "Dice mi hija que eso fue una batalla que armaron ellos allá en Miami", aseguraba un señor. Tampoco fueron pocos los niños que pedían a sus padres que los subieran "al barco". Uno de ellos, un pequeñito de seis años le dijo a su abuela: "Yo quiero vivir en un crucero, abuelita". Otros convenían entre sí la importancia del momento. "Esto es histórico", decían.
Una señora de 65 años, que se acercó al puerto para llevar a sus nietos, observa: "Este mismo entusiasmo que hay aquí lo hubieras visto cuando vino Obama, si no fuera porque cerraron todas las calles y metieron policías en todas partes".
Para ella, no hay acontecimiento más importante para los cubanos en estos tiempos que la reanudación de las relaciones con los Estados Unidos. "El cumpleaños 90 de ese señor lo estamos festejando por la televisión desde noviembre pasado como si no fuera a llegar a agosto", comenta. "Mucho Congreso del Partido y hasta nos ha dado por volver a cantar la Internacional a estas alturas. Pero esto es lo que saca a la gente para la calle sin que nadie la mande. El acontecimiento de verdad es este".
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