Advierten que el diálogo puede salvar a Maduro
A juicio de Marcos Carrillo, experto en negociación y resolución de conflictos, el objetivo central de la oposición debe ser fortalecer su posición sin condescendencias
CRISIS POLÍTICA
CARACAS.- PEDRO PABLO PEÑALOZA
@pppenaloza
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Lo piden todos. Desde el Vaticano hasta la Casa Blanca. Para conseguirlo, algunos ya ejercen como mediadores. Allí destacan por sus esfuerzos los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos. Los actores –en teoría- no lo rechazan. Ni el Gobierno, ni la oposición. Pese a todo esto, el diálogo no logra abrirse paso en medio del conflicto político que azota a Venezuela.
Luego de reunirse con Rodríguez Zapatero el jueves 19 de mayo en la sede de la Asamblea Nacional, la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) emitió un comunicado en el que ratificó su “disposición a participar en toda iniciativa de diálogo que sea útil al país y que no sea simplemente una ‘operación de distracción’ del Gobierno dirigida a ‘ganar tiempo’, porque tiempo que ‘gane’ el Gobierno es tiempo que pierde el pueblo venezolano, hoy urgido de soluciones frente al flagelo del hambre, la escasez de medicinas, la inflación galopante y la terrible inseguridad”.
La MUD señaló que, a su juicio, el “diálogo nacional” debe conducir a la celebración de un referendo revocatorio para que el pueblo dicte veredicto sobre la permanencia del presidente Nicolás Maduro en el palacio de Miraflores. “En consecuencia, el primer punto de la agenda de todo proceso de diálogo serio en la Venezuela actual debe ser, precisamente, como quitar los obstáculos y triquiñuelas que intentan interferir, sabotear o postergar el ejercicio de ese derecho constitucional”, enfatizó la coalición.
Distintos portavoces del oficialismo, incluido Maduro, han declarado que es imposible realizar la consulta popular este año. “El referendo que pretende ser revocatorio y que alimenta la oposición con odio contra este humilde obrero es una opción, no es una obligación”, indicó el mandatario venezolano el 30 de abril.
Balanza inclinada
“La primera pregunta que debe hacerse la oposición es: ¿para qué se negocia? No se negocia solo para llegar a acuerdos. Se negocia por muchísimas razones: para ganar tiempo y legitimidad, para fortalecer una posición, para saber qué está pensando el adversario”, explica Marcos Carrillo, jefe de la cátedra de Resolución de Conflictos de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
El profesor de la UCAB estima necesario analizar qué busca el Gobierno de Maduro cuando dice estar dispuesto a negociar con sus adversarios. “El marco institucional que ofrece la democracia es fundamental para un proceso de diálogo y, en estos momentos, el Gobierno está bloqueando las salidas de la institucionalidad democrática”, advierte.
Carrillo sostiene que los procesos de diálogo ensayados en el pasado, entre 2002 y 2003 y en 2014, terminaron con el “fortalecimiento” de la posición del Ejecutivo Nacional. El primero se desarrolló en el marco de la Mesa de Negociación y Acuerdos, auspiciada por la Organización de Estados Americanos (OEA), y arrojó una serie de pactos que jamás se cumplieron, como el desarme de los grupos civiles. “Allí no hubo seguimiento y al final se llegó al revocatorio, que ganó el difunto presidente Hugo Chávez. Es decir, el ese proceso les sirvió para reorganizar sus filas y ganar la consulta del 15 de agosto de 2004”, acota.
El último acercamiento ocurrió en abril de 2014. Los líderes del Gobierno y la oposición se vieron las caras en Miraflores, mientras en las calles se registraban protestas que exigían la salida de Maduro y que se saldaron con más de 40 muertos y centenares de detenidos. “Ese diálogo fue, en realidad, una conversación, allí no hubo nada y eso solo fortaleció al Gobierno”, apunta el experto de la UCAB.
“Llamar a diálogo para fortalecer a una de las partes es la antítesis del diálogo, es utilizarlo como una herramienta de poder”, precisa Carrillo, quien subraya que “el diálogo es una herramienta, no un fin en sí mismo”.
Pasos previos
El académico manifiesta que si fuera “dialogar por dialogar, para eso te tomas un café”. Con esto intenta hacer ver que un proceso de diálogo requiere definir unas condiciones previas, que inyecten legitimidad al proceso y sienten las bases de una agenda clara para las partes involucradas.
En cuanto a esas “condiciones”, el abogado cree que la MUD podría plantear la liberación de los presos políticos, la renovación del Tribunal Supremo de Justicia desde el Parlamento y el cese de los ataques contra el sector empresarial, para medir la intención del Gobierno. “Si tiene voluntad, debería aceptarlas”, opina.
Antes de tenderle la mano al Gobierno, Carrillo expresa que la oposición debe hacerse otra pregunta: “¿Qué tan fuerte eres tú fuera del proceso de negociación?”. Resalta que las “alternativas al diálogo” son muy importantes. “El proceso de diálogo puede desmontar la fortaleza de la oposición. Ahora su objetivo central es seguir fortaleciéndose fuera del diálogo, apuntalar el rol institucional de la Asamblea y las manifestaciones públicas de la sociedad civil junto con los liderazgos políticos, para que el Gobierno entienda que puede haber una resistencia pacífica y civil”.
Partiendo de la premisa de que la negociación sería “un proceso a largo plazo”, el catedrático apuesta por activar distintos canales y actores que permitan un diálogo de “abajo hacia arriba”. “En algunos procesos de paz, el diálogo comunitario ha sido sumamente fructífero. Personas aliadas por intereses comunes y tangibles, generan tolerancia y respeto mutuo que construyen un diálogo para la pacificación del país”, concluye.
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