Dr.
Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Medalla Presidencial de la Libertad
En 1997, la Fundación Lawton de Derechos Humanos decidió poner en práctica los fundamentos teóricos de la lucha cívica no violenta, y tomó como escenario el encuentro que había de efectuarse en la Plaza Cívica José Martí, donde el Papa Juan Pablo II ofreció una homilía al pueblo cubano. El objetivo de nuestra organización no gubernamental es promover entre los ciudadanos cubanos la idea de que es posible librarse del régimen tiránico de los Castro a través del desafío político no violento con menor costo en sufrimiento para los mismos ciudadanos.
Cuando el
Papa hizo su entrada en la plaza habanera hacía ya una hora que los miembros de
la Fundación Lawton habíamos izado un estandarte con la inscripción “Acuérdense
de los presos y de los que sufren” y por el reverso rezaba “libertad para los
preso políticos y de conciencia”. Esta última frase estaba acompañada de una
lista de nombres de prisioneros, entre ellos los de la “Patria es de Todos”.
Fuimos
expulsados violentamente del recinto, cinco minutos antes de la entrada del
mandatario Fidel Castro. Gracias a la protección de unos sacerdotes franceses y
de dos periodistas de la Fox News pudimos salir de la plaza, muy preocupados
pero sin males mayores.
Desde
entonces la Fundación Lawton de Derechos Humanos ha trabajado con decoro,
inteligencia, amor altruista y perseverancia por el respeto a la vida del niño
no nacido y de los derechos humanos del pueblo cubano.
Este bello e
intenso trabajo de la Fundación ha hecho que sus méritos hayan sido reconocidos
a nivel nacional e internacional. Sin embargo la mayoría de su labor se ha
ejecutado en silencio y fuera de toda publicidad con matices de protagonismo.
Por eso felicito a todos sus miembros y los estimulo a que sigan desarrollando
esta digna obra.
Nos
proponemos promover la estrategia de la resistencia no violenta como el arma
mas idónea que debe utilizar el movimiento democrático opositor cubano en su
búsqueda del respeto de los derechos humanos y de la libertad de todo nuestro
pueblo. Y las valientes, amorosas, sabias y patrióticas palabras del arzobispo
de Santiago de Cuba, Pedro Meurice, nos llenaron de un intenso amor patriótico
que nos estimuló a desafiar el terror de estado impuesto en este infortunado
país. Aquellas palabras fueron:
“[…] Cuba es
un pueblo que tiene una entrañable vocación a la solidaridad, pero a lo largo
de su historia, ha visto desarticulado o encallados los espacios de asociación
y participación de la sociedad civil, de modo que le presento el alma de una
nación que anhela reconstruir la fraternidad a base de libertad y solidaridad”.
“Deseo
presentar en esta Eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no
encuentran sentido a sus vidas, que no han podido optar y desarrollar un
proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del
paternalismo”.
“Le presento
además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un
partido, la nación con una ideología. Son cubanos que, al rechazar todo de una
vez sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran
todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una causas más profundas del
exilio interno y externo”.
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