Por Ariel Clavijo -
Todos los cubanos en el exterior y
muchos dentro de Cuba hemos estado
soñando durante cincuenta y dos años con el retorno de la Democracia, una
economía de mercado y un sistema judicial justo donde se pueda plantear y
obtener justicia de los miles de problemas que se derivan de una prolongada
tiranía que como base de un sistema judicial ha tenido solo el capricho del
tirano de turno.
La balanza de la
justicia durante más de medio siglo ha estado inclinada hacia un solo lado y
hemos visto como se les ha arrancado la vida a muchos hijos de la patria frente
al paredón y en los campos de lucha por no existir un entendimiento y un
reconocimiento a las fuerzas de oposición. La nulidad de los partidos
políticos, los sindicatos y la libre empresa ha sido más que suficiente para
ver como cada día ha aumentado la pobreza en la otrora floreciente isla
caribeña; pero más triste aun ha sido ver cómo el sistema judicial de Cuba ha
formado parte del sistema represivo de un tirano que, con un plumazo, elimino
todo vestigio de justicia y donde sólo impera la voluntad de ese tirano quien
ordena y manda a imponer sanciones y ordenar fusilamientos a su capricho sin
importarle la trayectoria legal de la Democracia vivida por tantos años en la
isla.
Muchos nos hemos
sentido defraudados por tal actitud y como respuestas también nos inclinamos a
hacer valer nuestro criterio “tiránico” al referirnos a la justicia del mañana
en nuestra patria, y se refleja en nuestra mente que podemos resolver el
problema de Cuba poniendo en función el paredón de fusilamiento y parar frente
a él a todos y cada uno de aquellos , que aun en contra de su voluntad,
gritaron “PATRIA O MUERTE”, o que asistieron a la Plaza de La Revolución a
gritar viva la Revolución.
Poner en función el
paredón u otro sistema de pena de muerte en Cuba sería un tema bien engorroso,
pues si hemos criticado al tirano por fusilar a nuestros hermanos, no sería
justo poner frente a ese mismo paredón a los hermanos de los otros que en
definitiva son nuestros mismos hermanos. Lo que sí podemos estar seguros es que
todo aquel que ha cometido crímenes contra la economía, políticos, y haya
cometido hechos de sangre, etc. Debe ser remitido a las cortes respectivas para
que responda por sus delitos ante la justicia.
Tomar la justicia
por sus manos es un delito, quitarle la vida a otra persona por motivos de
venganza u otros, será sancionado con severidad y con apropiada sanción. La
calma debe prevalecer en el pueblo, y las ansias de venganza deben ser
relegadas para darle paso a la justicia para que de ella emane todo el orden
que se desea en una patria ya con suficientes sufrimientos. No podemos caer en
el revanchismo, en la venganza o el oportunismo para pensar que estamos
aplicando justicia. La justicia es ciega y no debe mirar a quien se juzga y
solo de deben tener en cuenta los delitos por los que se juzga a quien vamos a
llevar ante los tribunales.
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