Por: Ariel Clavijo
- Para Todos aquellos que hemos mantenido el espíritu combativo en la lucha por
la
liberación de nuestra patria, ha sido muy común saber distinguir cuándo nos
encontramos frente a una persona con características especiales; personas que
cuentan con un don poco común como es el de poder aglutinar, mantener unido a
un grupo y ser capaces de orientar, dirigir, y administrar de una forma ordenada
las diferentes tareas y estrategias de ese grupo. Tener capacidad para
diferenciar cuándo y cómo asestar un golpe político, desarrollar la capacidad
ideológica y hacer llegar el mensaje adecuado a cada nivel. Discutir los planes
de trabajo y tener la capacidad de convencimiento para que ese grupo adopte
disciplinadamente la estrategia planteada. Eso es ser un líder; medir cada una
de las palabras emitidas en los partes de prensa para hacer llegar un mensaje
claro pero determinante y seguro, convincente y enérgico.
Todas esas
cualidades unidas en una persona fue lo que siempre encontramos en Laura
Pollán.
Como dirigente y
líder de Las Damas de Blanco, Laura Pollán representó internacionalmente a ese
grupo de mujeres, que en un principio, parecían insignificante, pero poco a
poco, con su persistente trabajo, se fueron ganando el respeto de todos
aquellos que cada semana las veían desfilar por las calles habaneras pidiendo
la libertad de sus seres queridos que se encontraban en las ergástulas de la
tiranía. Pronto comenzaron a hacerse sentir y no pasaron desapercibidas ante
los ojos del tirano quien ordenó el ataque despiadado, con golpes, ofensas,
humillaciones y tratando de desacreditarlas en la lucha tan pura como sus
vestimentas que cada domingo caminaban en silencio por las calles como
corriente de aguas claras llevando un mensaje de amor que ya calaba las
entrañas de la tiranía y a las que señalaba como un grupo ideológicamente
peligroso y que había que desintegrar lo más pronto posible por representar una
amenaza para la revolución.
Muchos fueron los
intentos desmedidos por destruirlas sin resultado alguno. Estas mujeres
representaban el grupo más compacto y más difícil de penetrar y contrarrestar.
Pronto su labor fue reconocida internacionalmente y se les otorgaba premios y
menciones que destacaban su labor. En todo momento, en cada una de las
declaraciones que se emitían, en cada una de las actividades, en cada fecha,
siempre Las Damas de Blanco con su líder Laura Pollán al frente, eran vistas por
las diferentes calles de la capital cubana, sin pronunciar palabras, con flores
en sus manos para entregarlas a aquellos que las agredían, lanzaban una y otra
vez un mensaje difícil de olvidar.
Un día su mensaje
fue escuchado y los restantes prisioneros políticos del grupo de los 75 de La
Primavera Negra fueron puestos en libertad; fueron enviados al destierro, pero
la líder quedó, el capitán del barco no abandonó la nave y al frente de los
marinos restantes y los de apoyo Laura Pollán, día a día era noticia y ya no
sólo su presencia estaba en la capital, se veía y se escuchaban sus palabras
condenando a la tiranía en cualquier rincón de la isla; sin temor, con
valentía, con dureza, sin adornar las palabras, como un ejemplo del verbo
Martiano y cortante como el filo del machete del general Antonio, condenaba una
y otra vez a quien oprime al pueblo, al que trata de aplastar las ideas
libertarias con golpes y encarcelando, reprimiendo y matando.
Laura Pollán ha
muerto, pero sus palabras y su legado han quedado firmes en ese grupo de
mujeres y en todos aquellos que con integridad y valor luchan por obtener la
libertad del pueblo cubano. Sus palabras serán como un látigo que castigara sin
piedad al tirano Raúl Castro y su prole de criminales y que en algún momento
tendrán que estar frente a la historia.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Enviar comentarios: