Las víctimas olvidadas del Che Guevara: ¿Cuántos fusilamientos están documentados?
Por María Werlau*
Ernesto Guevara, mejor conocido como Che, es la figura emblemática de la mitológica “elegancia revolucionaria” y el ícono por excelencia de la cultura de masas. Irónicamente, la mayoría de los devotos del culto Ché saben poco o nada acerca de él, de lo que representó e hizo, y de las consecuencias de su cruzada. Sin embargo, hay una verdad oscura e irreconciliable detrás del mito cuidadosamente construido sobre él. Basta una mirada superficial a la extensa bibliografía sobre el Che, incluyendo sus propios escritos, para que emerja claramente.
El alcance persistente y global de la idea romántica del Che, junto con sus imágenes icónicas, es un fenómeno único de la historia moderna. Curiosamente, carece de veracidad histórica.
El Proyecto Verdad y Memoria de Archivo Cuba, surgido a finales de los años 90, busca propiciar una cultura de respecto por la vida y el estado de derecho con su estudio del costo social de la violencia política asociada a la revolución cubana. La documentación y testimonios recogidos por esta iniciativa son la base de la compilación Las víctimas olvidades del Che Guevara (2011), que aporta material testimonial y fotográfico a la extensa bibliografía sobre el Che, tan escasa con respecto a sus víctimas. El libro se presentará en Miami el próximo 13 de diciembre durante el Primer Festival del Arte y la Literatura Independiente.
Impulso sanguinario
El Che llega la Sierra Maestra listo para lanzar su impulso sanguinario sobre los seres humanos.Poco antes, a los 25 años, había escrito una larga y apasionada nota de despertar revolucionario al margen de las “Notas de viajes” de su aventura
en motocicleta por América. Es aterradoramente profética del curso violento que emprendería y el largo rastro de sangre que dejará.
en motocicleta por América. Es aterradoramente profética del curso violento que emprendería y el largo rastro de sangre que dejará.
Su biógrafo Jon Lee Anderson escribe que Guevara encabezó “la nueva política del Ejército Rebelde de ‘justicia revolucionaria rápida’, forjándose simultáneamente una reputación de ferocidad e implacabilidad”. Anderson señala “el evidente celo calvinista que puso el Che en la persecución de aquellos que se habían apartado del ‘camino correcto’”. Lo que es más espeluznante es que ese celo terminó con muchas vidas, algunas arrancadas por su propia mano, cientos, tal vez miles, por órdenes directas del Ché, e incontables decenas de miles alentadas por él.
El Che fue un severo partidario de la disciplina, incluso entre sus propias tropas, y jugó un rol, ya fuera principal o secundario,en la ejecución sumaria de al menos veintiuna personas en la Sierra Maestra; al menos uno de su propia mano. Casi todas las víctimas eran campesinos de la zona acusados de colaborar, generalmente como informantes, con el ejército de Fulgencio Batista. Algunos eran voluntarios del ejército rebelde que decidieron abandonar la lucha, ya que ésta se llevaba a cabo bajo terribles condiciones y las tropas frecuentemente pasaban hambre durante días. Algunos eran campesinos de la zona acusados de crímenes que incluían desde merodear por el campamento o robar la comida destinada a los rebeldes, hasta ofensas más graves como la violación o el asesinato de pobladores de las zonas rurales. Todos, sin excepción, carecieron del debido proceso legal y fueron ejecutados en el acto, a veces por una orden del Che que parecía dar con indiferencia.
La tarea del verdugo
El mismo Che es testigo de esta falta de piedad en sus recuentos. En enero de 1957, le escribió a su esposa de entonces, Hilda Gadea: “Aquí, desde la manigua cubana, vivo y sediento de sangre escribo estas encendidas líneas martianas”.
Guevara sabía por su experiencia en Guatemala durante el golpe a Jacobo Árbenz y por su autoeducación comunista que el terror era un componente necesario en el establecimiento del orden revolucionario. Venía preparado para la tarea de verdugo y en la Sierra Maestra se había forjado como asesino en serie.
El 3 de enero de 1959, Fidel Castro nombró al Che Guevara comandante de la imponente fortaleza de La Cabaña en La Habana. Construida en el siglo XVIII cuando Cuba era colonia española, servía como prisión. El Che también fue nombrado Juez Supremo de los Tribunales Revolucionarios que comenzarían a funcionar allí.
Hasta entonces no había pena de muerte en Cuba, ya que el artículo 25 de la Constitución de 1940 prohibía la pena de muerte excepto en casos de traición militar. Ésta se había aplicado una sola vez a un espía alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Pero el 10 de enero de 1959 el nuevo Consejo de Ministros Revolucionario modifi có la Constitución, ignorando las cláusulas que gobernaban la enmienda constitucional, y el 10 de febrero de 1959 promulgó una nueva Ley Fundamental. Estas maniobras le otorgaron a la pena de muerte un viso de legalidad y permitieron su aplicación retroactiva.
Proceder por convicción
Pronto, entre 800 y mil hombres fueron a parar a la prisión de La Cabaña, cuya capacidad era sólo de 300 personas.Tenían que turnarse para dormir y las condiciones eran atroces. La Comisión de Depuración que los sometería a juicio empezó a funcionar las 24 horas. El Che nombró Juez Comisionado de los Tribunales Revolucionarios a su ayudante Orlando Borrego, a pesar de tener sólo 21 años y ser contador, sin ningún entrenamiento legal o judicial. Se estableció un procedimiento operativo: los jueces y fi scales designados se reunirían con el Che antes del juicio para revisar los casos, decidirían la estrategia a seguir y determinarían de antemano la sentencia de los prisioneros acusados.
En los juicios, no existían reglas básicas de jurisprudencia y se tomaban las acusaciones del fiscal como pruebas irrefutables de culpabilidad. Aunque el Che era jefe de los tribunales revolucionarios, no asistía a los juicios; no quería malgastar su tiempo. En una entrevista filmada, José Vilasuso, encargado de revisar y preparar los expedientes de los acusados, narra como el Che le decía: “El oficial investigador siempre tiene la razón y siempre tiene la verdad”. Otros subordinados en los tribunales han reportado que los amonestaba: “No demoren las causas, esto es una revolución, no usen métodos legales burgueses, las pruebas son secundarias. Hay que proceder por convicción”.
También han testificado que los sermoneaba: “No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno. Lo que hay que saber es si es necesario fusilarlo. Nada más”.
El Che presidía la Corte de Apelaciones. Tenía la última palabra sobre la pena capital y sí presidía las vistas de apelación, conocidas como “revisión de causa”. Eran habitualmente muy cortas, a veces duraban sólo minutos y no se conoce de que anulara una sola sentencia de muerte. Las vistas casi siempre terminaban con el Che enviando al condenado a ejecución inmediata. La Cabaña pronto se convirtió en la fábrica de ejecuciones del nuevo gobierno revolucionario.
79 fusilamientos bajo órdenes directas
Los prisioneros aguardaban juicio escuchando el martilleo de la fabricación de los ataúdes. Casi nunca podían despedirse de sus familias, a quienes entonces no se les entregaba el cadáver y quedaban sin poder celebrar un funeral.Los juicios, las vistas de apelaciones y las ejecuciones, generalmente se llevaban a cabo tarde en la noche, con frecuencia al amanecer, puesto que el Che creía que la gente era más sumisa por la noche. Por todo el país se derrochó publicidad sobre los juicios y ejecuciones.
Sobre el corto período durante el cual el Che estuvo a cargo de La Cabaña (3 de enero al 26 de noviembre de 1959, con varios meses de viaje intercalados), el proyecto Archivo Cuba ha documentado 79 fusilamientos bajo las órdenes directas de Guevara. De enero a mayo de 1959, cuando el Che estaba presente, suman 55. Durante los viajes del Che al extranjero, desde el 4 de junio hasta el 8 de septiembre de 1959, hubo 18 fusilamientos, aunque se desconoce cuán involucrado estuvo en los tribunales. Luego de su regreso a Cuba hubo siete fusilamientos entre el 8 de septiembre y el 26 de noviembre, cuando fue nombrado presidente del Banco Nacional de Cuba.
Los informes sobre el número de fusilamientos en La Cabaña en 1959 varían ampliamente. Algunos estimados por parte de historiadores,biógrafos y la embajada de Estados Unidos en Cuba citan entre 200 y 700. Un abogado que trabajó en La Cabaña bajo las órdenes del Che afirmó que al menos se habían llevado a cabo 600 fusilamientos hasta finales de junio de 1959. Es probable que se refería a las ejecuciones en toda Cuba, pero no queda claro. Archivo Cuba ha documentado 954 fusilamientos en Cuba en 1959, de los cuales 628 habrían ocurrido de enero a junio, 58 de ellos en La Cabaña.
Fusilar mientras sea necesario
Esta información no puede investigarse debidamente, ya que los registros ofi ciales de Cuba no son públicos y no es posible el trabajo de campo dentro de la isla. Los registros de Archivo Cuba sobre los casos documentados han sido construidos con el testimonio de familiares, testigos, informes publicados en los medios de difusión, listas sacadas a escondidas de Cuba y otras fuentes secundarias que registran nombres y circunstancias de muerte durante los primeros tiempos de la revolución. Aunque no existe un conteo preciso, el hecho de que hubo muchos fusilamientos en todo el país -y deliberadamente muy a la vista- es indiscutible.
El Che también habló francamente a la comunidad internacionalsobre el tema de los fusilamientos. En Naciones Unidas, en Nueva York, donde hizo un discurso el 11 de diciembre de 1964, respondió a las insistentes preguntas sobre las ejecuciones con su famosa declaración: “Fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”. Lo que no es tan legendario, pero resulta aún más estremecedor, es que durante la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, estuvo a favor de desencadenar la guerra nuclear para “construir un mundo mejor” -supuestamente de las cenizas. Unas pocas semanas después de la crisis, furioso por la “traición soviética” de haber retirado los misiles, le dijo a un periodista británico que si los misiles hubieran estado bajo controlcubano, ellos (los líderes) los hubieran lanzado.
Es probable que nunca se conozca el número de víctimas del Ché. Mucha gente murió en las incursiones guerrilleras que dirigió en el Congo y en Bolivia, así como en revueltas y acciones violentas que planeó y facilitó en América Latina. El sistema totalitario que ayudó a diseñar y a imponer en Cuba ha costado, en las últimas cinco décadas, miles de vidas.
Una propuesta intransigente
Aparte de pisotear el derecho a la vida, el Che también abogó por eliminar y reprimir muchos derechos fundamentales más. Su propuesta intransigente exigía la subyugación de la población cubana.Torturar y silenciar a opositores y disidentes constituía para él un elemento clave del éxito. En 1959 le dijo al periodista cubano de izquierda José Pardo Llada: “Hay que acabar con todos los periódicos, pues no se puede hacer una revolución con libertad de prensa. Los periódicos son instrumentos de la oligarquía”.
Mientras que todo el mundo reconoce al Che, o a su famosa imagen en una camiseta, sus víctimas permanecen prácticamente desconocidas.
Por regla general, los mataron en la flor de sus vidas y dejaron muchos huérfanos. El dolor y la pena que causó el Ché vive en los corazones de muchas almas anónimas que llevan una carga pesada con un silencio traumático -un hijo que perdió a su padre, una madre que perdió a su hijo, una esposa enlutada por el compañero de su vida y luchando por criar sola a una familia.
Curiosamente, los mejores biógrafos del Che le han dedicado cientos de páginas a la más pequeña minucia de su vida, mas sin embargo, es casi nula la atención que le dan a sus víctimas. En su biografía del Che de 410 páginas, Jorge Castañeda dedica exactamente seis líneas a las ejecuciones en la Sierra Maestra y 11 líneas a los fusilamientos en La Cabaña, sin mencionar el nombre de ninguno de los individuos fusilados. Con respecto a los detalles, esto es lo mejor que nos ofrece Castañeda (p. 143): “Por muy justificadas que pudieran haber parecido estas ejecuciones en la época, fueron llevadas a cabo sin respeto por el debido proceso legal. Los estimados acerca de su número exacto varían…”
Sin garantías procesales
Lee Anderson es mucho más generoso con las ejecuciones en la Sierra Maestra, extrayendo muchas citas del diario del Che. Menciona más de 20 casos, y muchos con detalles esclarecedores. Pero mientras su biografía de 768 páginas dedica 27 páginas a la infancia y la adolescencia del Ché y otras ocho páginas a su primer amor, sólo “cuatro páginas de todo el libro hablan sobre los tribunales revolucionarios y los fusilamientos en La Cabaña. Cuatro líneas adicionales dispersas por todo el volumen hacen ligera referencia a los fusilamientos.
En su favor, hay que decir que Anderson escribe que el Che “como fiscal supremo, cumplió la tarea con singular determinación y los viejos muros de la fortaleza resonaban cada noche con las descargas de los pelotones de fusilamiento”. Además, expone la carencia de garantías procesales. Aun así, expresa la idea, o por lo menos nunca la cuestiona, de que los ejecutados eran criminales de guerra, torturadores y esbirros de la dictadura de Batista.
En efecto, la ropa, el aspecto, los intereses arqueológicos, el asma, la sexualidad o la correspondencia del Che con su familia, han provocado más interés que las vidas que robó y el rastro de dolor que dejó en angustiados familiares.
El libro Las Víctimas Olvidadas del Che Guevara se presentará el sábado 13 de diciembre a las 2:30 p.m. en La Casona (111 SW 5ta. Ave), sede del Miami Hispanic Cultural Art Center, dentro del programa del Primer Festival del Arte y la Literatura Independiente de Miami.
*María C. Werlau es directora ejecutiva de Archivo Cuba: Proyecto de Verdad y Memoria.
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