Cuba: Menos regaños, más periodismo
Por Elaine Díaz Rodriguez*
Rolando Alfonso, jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba invitó durante la discusión del informe presentado por el bloque ramal de la UPEC de la prensa escrita a marcar “normas” porque, de acuerdo con el funcionario, “uno de nuestros principales problemas es que hemos estado desarrollando proyectos y prácticamente no ha habido normativas”. Esta invitación a las normas se enuncia en un contexto particularmente complejo donde nuevamente se alude explícitamente a los “colegas [que participan] en colaboraciones periodísticas con sitios y prensa internacional financiada desde el exterior”.
Varios años después de la apertura de oficinas en La Habana por parte de medios internacionales con un perfil muy enfocado en la realidad socio-política, cultural y económica cubana como OnCuba, Progreso Semanal, entre otros, resulta alarmante que el debate siga estancado en el momento-diagnóstico, o sea, en la crítica hacia los profesionales que realizan periodismo para y desde estos espacios.
Criterios poco transparentes
Durante años, el Centro de Prensa Internacional (CPI) mantuvo el monopolio de los profesionales que podían escribir para medios extranjeros desde Cuba, reservándose el derecho de aceptar para su acreditación a periodistas cubanos y extranjeros de acuerdo con criterios subjetivos y poco transparentes, y reservándose también el derecho de retirarles su acreditación y expulsarlos del país cuando lo publicado cruzaba la línea nunca clara de lo permitido o tolerado, o de hacer del acceso a fuentes básicas una pesadilla.
Como suele suceder en Cuba cuando la imaginación desborda la norma, y cuando la oferta estatal no responde a las demandas de la ciudadanía, en este caso, cuando no responde al derecho básico de acceso a una información profunda, crítica, poco complaciente, no triunfalista, que ayude a tomar decisiones informadas, y a mantener la vigilancia sobre la responsabilidad pública de estructuras, organizaciones, instituciones y del Partido; aparecieron opciones caseras promovidas o que involucraron a ciudadanos residentes en otros países.
El paquete semanal es la respuesta al divorcio entre la oferta informativa oficial y las necesidades de la ciudadanía. Las redes y los cables que conectan hoy varias ciudades son la respuesta a la falta de acceso a Internet en los hogares cubanos. Revolico es la respuesta al desabastecimiento en los mercados estatales. La emigración de jóvenes profesionales es la respuesta a la falta de opciones para tener una vida con las necesidades materiales básicas cubiertas en Cuba. Y podría seguir enumerando ejemplos hasta el infinito.
Un nuevo camino
A OnCuba, Progreso Semanal y Cuba Contemporánea, entre otros, se les podrá criticar con dureza en el futuro por muchas razones. Como se critica duramente en la actualidad a los medios de prensa estatales o a la prensa extranjera acreditada en la isla. Pero habrá que reconocerles la apertura de un nuevo camino, un camino intermedio que apostó por incluir a profesionales cubanos, sobre todo jóvenes, entre las voces que escribían para lo que se reconoce legalmente como “prensa extranjera”.
La calidad de sus contenidos y la seriedad de sus colaboradores -que en muchos casos crecieron profesionalmente con estas publicaciones- puso en jaque el hasta entonces monopolio de los profesionales que tenía el Centro de Prensa Internacional (CPI). A golpe de buen tino e ingenio desafiaron también la desconfianza y el poco acceso a fuentes de información oficial. Y fueron remunerados por ello. Atrás quedó la época de las credenciales retiradas y de los profesionales expulsados del país. No es posible quitar una credencial a quien nunca la ha tenido, ni expulsar al ciudadano nacido en esta tierra.
El asunto monetario provoca delirios en varias de estas críticas. No se debe sentir vergüenza de recibir una retribución monetaria acorde con el trabajo realizado y la realidad socioeconómica de un país, cuando esta proviene de fuentes clara y públicamente identificadas. El tema del salario en los medios de prensa estatales no puede quedar solamente en los informes en blanco y negro que relee Alfonso Borges en cada uno de estos encuentros. En este punto, seguimos estancados en la etapa diagnóstico. En los Congresos de la UPEC se repite una y otra vez este problema sin que haya aparecido hasta la fecha -al menos públicamente- un mapa de ruta claro sobre su posible solución. Queda entonces, todo el debate, condenado al marco de la queja.
En la encrucijada
Los medios extranjeros donde participan los profesionales cubanos que, según Borges, “se desdoblan” han encontrado oportunidades económicas que permiten retribuir monetariamente el trabajo realizado, ya sea mediante el uso de la publicidad u otras variantes. Varias instituciones estatales también reciben financiamiento de entidades internacionales, sin que esto llame la atención o genere alarmas. El Centro Nacional de Educación Sexual, la Universidad de La Habana o el mismísimo Ministerio de Agricultura, por citar tres ejemplos.
El periodismo estatal cubano se encuentra en una encrucijada. Una encrucijada que es menos dramática porque los profesionales aún obtienen determinadas prebendas no monetarias de los medios. Una cuenta a Internet desde casa, el acceso a un celular con saldo, un carro del trabajo, un viaje al extranjero, entre otros, constituyen -en muchos casos- la única atadura a los medios. ¿Qué pasará con estos cuando los cubanos puedan contratar el acceso a Internet libremente en sus casas, cuando tener un carro sea una posibilidad real, cuando se naturalice el hecho de viajar al extranjero y el avión deje de ser el fin y recupere su función de medio?
La reforma migratoria y la aparición de estos medios que hoy son tolerados y vilipendiados en el discurso gubernamental ampliaron la brecha que ya habían abierto los blogueros con varios años de antelación, la dotaron de profesionalidad y cohesión, de estructuras y sentidos editoriales, de procesos productivos sostenibles. Pero su mayor atrevimiento fue haberse convertido en espejo. Un espejo que devolvía una imagen nada agradable que algunos todavía se niegan a reconocer. Un espejo que nos obliga a enfrentar urgentes debates sobre la estructura de propiedad de los medios de comunicación en Cuba, que desafía la ley de asociación de 1985, y que pone en jaque la política de comunicación que actualmente se está elaborando.
*Profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y autora del blog La Polémica Digital. Actualmente se encuentra en la Universidad de Harvard como becaria de la Fundación Nieman para el Periodismo.
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